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El hombre cuenta más chistes pero la mujer ríe más, dado que genéticamente difieren sus estrategias cerebrales para procesar las situaciones absurdas que desencadenan la risa, que es algo innato al ser humano, aparte de saludable, ya que reduce el 40 por ciento los infartos y alarga 4,5 años el promedio de vida.

Así se explica en un vídeo divulgativo llamado Cerebro feliz: la risa y el sentido del humor, presentado hoy en Madrid por la catedrática de Bioquímica de la Universidad de Navarra Natalia López Moratalla, sobre cómo procesa el cerebro las situaciones absurdas y cuál es el proceso que se desencadena cerebralmente desde que se cuenta un chiste hasta que la gente se ríe.

El vídeo, que es el primero de los veinte trabajos audiovisuales de un proyecto divulgativo sobre el funcionamiento del cerebro de la Universidad de Navarra, incluye datos sobre las investigaciones del profesor británico Richard Wiseman y su Laboratorio de la Risa, así como artículos de varias revistas científicas: Nature, Neuroscience y PNAS, entre otras.

A partir de nuevas técnicas de resonancia magnética con el uso de neuroimágenes y la lectura de chistes en cartones y la representación de escenas cómicas, se han analizado las zonas del cerebro que se activan o silencian en los hombres y las mujeres cuando se les plantea una situación absurda, y cómo se integra lo emocional y lo cognitivo en los procesos que desencadenan la risa.

Se ha comprobado que ellos y ellas procesan distinto lo divertido, ya que las mujeres activan más las zonas cerebrales relacionadas con el procesamiento del lenguaje, y disfrutan más del humor, es decir, se ríen mas; por el contrario, "el cerebro masculino no integra tanto lo emotivo".

Las diferencias no sólo proceden del número de neuronas en determinadas zonas del cerebro de unos y otras, sino además a las conexiones neuronales entre ambos hemisferios en los hombres respecto a las mujeres.

Pese a los condicionantes sociales o culturales, añadidos a los factores cromosómicos para procesar la risa, cuyas diferencias en los hombres y las mujeres se acentúan a lo largo del tiempo, los genes del cerebro se encuentran fundamentalmente en el cromosoma "X", lo que implica dosis dobles en la mujer respecto al varón.

No obstante, el cromosoma "Y" masculino incluye en el caso de la especie humana un gen sobre caracterización del cerebro, ha recordado la experta.

Las diferencias en la cantidad de expresión de los genes influyen en gran medida en el hecho de que el cerebro se vaya desarrollando de una manera u otra en el caso del niño o la niña desde la gestación.

Según López Moratalla, la detección de errores tiene "una recompensa innata" que desencadena la risa y produce una liberación de dopamina, que es la hormona de la felicidad.

La risa, que es la expresión espontánea del regocijo, es innata, genética, aparte de universal, y se da en todas las personas, de modo que, por ejemplo, los ciegos se ríen con un chiste, aun sin haber visto nunca a nadie sonreír.

Lo que sí es cultural es la forma de expresar o reprimir el regocijo dependiendo de las distintas comunidades, según la investigadora.

Hasta que se desencadena la risa, primero se tiene que entender el chiste, luego encontrarlo divertido y finalmente reír, unos pasos que se van registrando en distintas zonas del cerebro, y que requieren de "una mente ágil y flexible"; por eso, a menudo los niños no entienden los chistes.

La risa se ve dificultada cuando falla el procesado del lenguaje y no se entienden los chistes o cuando la zona creativa está dañada y la memoria a corto plazo atrofiada y no se pueden vincular unas cosas con otras.

Normalmente ellas se ríen más con los chistes que se refieren a ellos, y viceversa; además, en general a las mujeres no les hacen tanta gracia los chistes de violencia ni de sexo.