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En algunas ocasiones es muy difícil demarcar un límite claro entre la locura y la cordura, e incluso la maldad. Esto se debe a que ese límite, no es precisamente claro en la vida real, sino más bien "borroso".

Jueces, abogados, psiquiátras y otros terapeutas, consejeros y profesionales de la salud mental y del campo legal, suelen sostener que si una persona es razonablemente consciente de sus acciones, por lo que refiere a su actividad cotidiana, y puede discernir entre el bien y el mal, entonces no se la considera una persona mentalmente enferma, sino una persona con problemas de carácter moral y es perfectamente imputable.

Por el contrario, una persona que causa daño, pero no es capaz de controlar sus acciones en la vida diaria ni tiene claro la diferencia entre lo que es bueno y lo que es malo, es una persona que presenta trastornos psicológicos o problemas físicos, incluso (de tipo neurológico, por ejemplo) y, por ende, no puede ser sentenciada a prisión, sino que debe ser remitida a un hospital de salud mental.

Pero, el mayor problema es el que enfrentan tanto abogados, jueces, psiquiatras y psicólogos, como cualquiera de nosotros, al relacionarnos con un psicópata.

El término psicópata se usó ampliamente para referirse, erróneamente, sólo a asesinos seriales. En realidad, el psicópata es una persona que sufre un trastorno de personalidad, pero no padece insania al punto de no ser consciente de sus acciones dañinas.

La Asociación Psiquiátrica Americana define la personalidad psicopática como "una persona cuya conducta es predominantemente amoral y antisocial, que se caracteriza por sus acciones impulsivas e irresponsables, encaminadas a satisfacer sus intereses inmediatos y narcisistas, sin importar las consecuencias sociales, sin demostrar culpa, y en algunos casos sin mostrar ansiedad".

Para comprender esto mejor, podemos decir que el psicópata tiene "algo de loco" y "algo de malo", si bien no es una persona psicológicamente sana, también tiene componentes de perversión y agresión muy marcados. El grado de consciencia de los psicópatas, respecto de sus acciones, varía de una personalidad psicopática a otra. Es común que los psicópatas estén convencidos de sus propias mentiras y de su propio código moral (inmoral o amoral). No es raro descubrir, al hablar con un psicópata, que éste crea -sinceramente- que una agresión directa, como un comentario hiriente o punzante, sea algo gracioso o sea sólo un chiste.

El psicópata se caracteriza por tener la imperiosa necesidad de satisfacer sus propias necesidades, dejando de lado las necesidades de los demás, ya sean de sus padres, su pareja, sus hijos, sus hermanos, compañeros de trabajo, etc. Para el psicópata, "el fin justifica los medios" y no dudará en inventarse un mundo irreal, fantasioso y plagado de mentiras en el cuál pueda vivir según sus propias reglas y código moral.

La parte perversa del psicópata (la maldad) se canaliza y expresa a través de la agesión hacia otras personas, la falta de amor, compasión, empatía y cualquier otro sentimiento humanitario hacia las personas más cercanas (su propia familia, su pareja, sus hijos, etc.) y la necesidad imperiosa de causar un daño importante y dejar su marca para que todos conozcan al autor de dicho daño material. Normalmente, se jacta de dejar bien claro su nombre y apellido para que nadie dude de su capacidad de amedrentar y lastimar a los demás.

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El lado insano del psicópata (la locura) queda expuesto, precisamente, por la falta de control total sobre sus impulsos. El psicópata no mide las consecuencias de sus acciones. Cree que el daño que causa es simplemente un "arrebato", un "ataque de ira" y que todos deben perdonar sus acciones porque estaba enfadado o enfadada.

La diferencia entre un psicópata y una persona completamete insana, mentalmente, (loco), es que el loco difícilmente pueda funcionar en su vida diaria. Por lo general, la persona que está completamente loca no funciona correctamente casi nunca. El psicópata sí. Fuera de sus ataques, muchas veces dirigidos, intencionales y planeados, funciona normalmente en otros ámbitos de su vida. O al menos en apariencia.

Por ejemplo, una persona completamente insana, no puede ir de compras al supermercado, no puede conducir un automóvil, ocuparse de las tareas del hogar, estudiar, trabajar, ir a jugar a las cartas con amigos, o al casino, o cualquier otra actividad que requiera un mínimo de organización mental. El psicópata, sí.

EL psicópata hace muchas de estas tareas con absoluta naturalidad, incluso si vive sumergido en un mundo inventado, la mayor parte del tiempo, viendo fantasmas que no existen. Para el psicópata, todo aquél que no esté de acuerdo con su opinión es "el enemigo".

Los problemas de salud mental, en general, son muy variados y complejos, por eso es difícil, a veces, decidir si una persona debe ser internada en un hospital de salud mental y recibir tratamiento, o si debe ir a la cárcel o recibir una sentencia menor ante una demanda penal. El psicópata reúne algunas características de ambos. Pero lo que suele convertirlo en una persona imputable, ante la ley, es el hecho de que suele planificar consciente y cuidadosamente, el daño que causa.

Los seres humanos que no padecen enfermedades ni trastornos psicológicos, saben que en la mayoría de las situaciones cotidianas, tienen una opción o más. Pueden elegir hacer el bien o el mal, pueden elegir hacer lo correcto o lo incorrecto. Es decir, una persona sana sabe que robar, matar, agredir, mentir, engañar, estafar, insultar, etc. son cosas malas y saben que pueden elegir hacer el bien o hacer lo correcto.

Los psicópatas también pueden elegir, pero optan por no controlar sus impulsos agresivos y dan rienda suelta a su ira. El peligro de vivir con un psicópata no es solamente el riesgo potencial del daño que pueda causar, sino el hecho de que la gran mayoría muestra una fachada casi perfecta, de ser una persona amable, afectuosa, simpática, positiva, etc. Los psicópatas tienen muy claro de que imprescindible esconder su lado negativo a fn de no ser descubiertos. Son altamente manipuldores, suelen ser muy bien aceptados y recibidos en cualquier círculo social, son las típicas personas "encantadoras", pero debajo de su fachada, esconden un índice de perversión y egoísmo muy importante.

Una de las maneras de detectar un psicópata es evaluar, a lo largo de cierto periodo de tiempo, qué dio el psicópata a los demás, de un modo totalmente incondicional y altruista, y cuántas veces usó y manipuló a los demás para conseguir lo que quería. Cuando un psicópata no consigue lo que quiere, la furia que desata es desmedida e irracional.

El psicópata suele ser un perfecto embustero, suele engañar a la gente durante años, pero cualquier persona que puede leer a este tipo de personas entre líneas, puede detectar sus síntomas y señales de alerta, tempranamente. Otra de las características típicas de los psicópatas, que ayudan a desenmascararlos, es su falta de aceptación de toda responsabilidad por lo que hacen o dicen. Normalmente, suelen negar haber dicho o hecho algo, incluso cuando hay evidencias de sobra de que así lo hicieron. Esto es clave para detectar a un psicópata, por un lado suelen dejar su firma, tras una agresión o un agravio, para luego desmentirlo.

Recuerde... "Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía". No dude en dudar un poco de aquellas personas que parecen casi perfectas. A veces, detrás de una sonrisa inmaculada, puede esconderse el más perfecto psicópata.