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Las autoridades neozelandesas reorientaron hoy las tareas de rescate hacia la localización de cadáveres tras descartar que existan supervivientes debajo de los escombros de los edificios derruidos por el seísmo que sacudió la ciudad de Christchurch, el pasado 22 de febrero.

"Desafortunadamente, y dado el tiempo transcurrido, ha llegado el momento de centrar los esfuerzos en la recuperación de cadáveres", dijo el jefe de Protección Civil, John Hamilton, en conferencia de prensa.

La Policía, a su vez, reveló las identidades de los primeros extranjeros muertos a causa del terremoto: dos jóvenes de nacionalidad israelí.

Según el ministro de Asuntos Exteriores, Murray McCully, el seísmo, de 6,3 grados en la escala abierta de Richter, arrancó la vida a cerca de un centenar de personas de unas veinte nacionalidades distintas.

Por el momento, el número oficial de muertos asciende a 161, aunque las autoridades que no divulgan las nacionalidades ni los nombres de las víctimas hasta tener la certeza sobre su identidad, estiman que llegarán a 240, una vez concluya la búsqueda.

Los israelíes, dos excursionistas de 22 y 23 años, fueron hallados de entre los escombros de uno de los edificios derruidos de Chrischurch, la segunda mayor ciudad del país situada en la Isla Sur.

Según la Policía, al menos 120 cadáveres de estudiantes chinos y japoneses se encuentran bajo los muros derrumbados de una escuela de idiomas que se encontraba dentro del edificio de la televisión de Canterbury.

Un equipo internacional de 900 personas trabaja en las tareas de rescate y reconstrucción, aunque los familiares han perdido la esperanza de encontrar a alguien con vida.

Las réplicas del seísmo, de hasta 4,7 grados en la escala abierta de Richter, dificultan la labor de los equipos de emergencia, que llevan nueve días trabajando entre las ruinas y los escombros.

Según Swiss Re, los daños causados por el temblor costarán a las compañías de seguros entre 6.000 y 12.0000 millones de dólares (unos 4.300 y 8.700 millones de euros).

Swiss Re, una de las principales aseguradoras del mundo, indicó que ellos esperan reclamaciones por valor de unos 800 millones de dólares.

El pasado martes, el primer ministro neozelandés, John Key, se comprometió a reconstruir la ciudad y a crear una comisión de investigación para esclarecer por qué tantos edificios cayeron como castillos de naipes en un área de conocida actividad sísmica.

La reconstrucción costará al menos 12.000 millones de dólares (8.700 millones de euros) y la economía no recuperará el crecimiento sostenido hasta junio, a causa de la catástrofe.

Nueva Zelanda se asienta en la falla entre las placas tectónicas del Pacífico y Oceanía y registra cerca de 14.000 terremotos cada año, de los que 100 y 150 tienen la suficiente fuerza cómo para ser percibidos.