Washington considera que Corea del Norte representa un peligro para su seguridad. Sin embargo, Pyongyang amenaza a Estados Unidos solo porque este último injiere en el conflicto entre las dos Coreas, opina el columnista Doug Bandow en su artículo para The National Interest.
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© REUTERS/ KCNA
La República Popular Democrática de Corea (RPDC) -el nombre oficial de Corea del Norte- considera que las armas atómicas son la mejor herramienta para la supervivencia de su sistema vigente.

Bandow recordó que durante su última visita a Pyongyang el verano pasado, los funcionarios gubernamentales norcoreanos apuntaron que la política de Washington era "hostil" y recurría a las "amenazas nucleares".


"Las autoridades de Corea del Norte toman en consideración el 'entusiasmo' de Estados Unidos por el cambio de poder en su país: citan como ejemplo países como Afganistán, Irak y, sobre todo, Libia, cuyo líder -Muamar Gadafi- que acordó la suspensión de su programa nuclear y de misiles, pero fue derrocado solo varios años después por sus 'nuevos amigos'", agregó.


Este es justo el patrón injerencista que sigue EEUU: demonización>amenazas>invasión. Pero es dudoso que EEUU se atreva actuar de manera directa en Corea del Norte, ya que eso implicaría el desate de un conflicto a gran escala que se les saldría de las manos. Sin embargo, no podemos todavía descartarlo. Al menos por ahora, el complejo industrial militar se beneficia de los enemigos imaginarios para incrementar el gasto militar y sacar ganancia. Recordemos que el complejo industrial militar es una columna de la economía belicista de EEUU, y es parte del así llamado Estado Profundo.

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El columnista destacó que los riesgos para Washington aumentarían mientras Pyongyang se hiciera con la capacidad confiable de realizar un ataque de represalia contra el territorio continental de Estados Unidos. Bandow enfatizó que un 'ataque preventivo' contra Corea del Norte solo resultaría en una guerra horrenda y sin cuartel.

El autor describió que en este caso los soldados estadounidenses morirían en batalla, mientras la República de Corea -nombre oficial de Corea del Sur- sufriría daños y bajas significativas. Los norcoreanos, por su parte, también morirían en cantidades enormes, añadió.

Una difícil decisión

Para salir de esta situación en la que Corea del Norte está hoy en día, Kim Jong-un necesita recurrir al uso del poder del mercado, declaró el experto. No obstante, las tendencias liberales en la economía pueden afectar a la estabilidad del sistema actual, reconoció el columnista.

Bandow admitió que es posible que Kim Jong-un reconozca tarde o temprano que el espíritu empresarial es importante para el dinamismo económico. Luego, el líder norcoreano tendrá que elegir entre el desarrollo económico y el control político, o al menos, hacer concesiones en este respecto.

Ciertas reformas liberales ya contribuyeron al crecimiento del bienestar, sobre todo en Pyongyang, y el líder norcoreano puede reconocer la utilidad de este enfoque, de reducirse la 'amenaza externa'.

Por otro lado, los pasos encaminados a reducir la paranoia acerca del 'régimen de los Kim' a su vez pueden eliminar la necesidad de una dura presión sobre el sistema norcoreano.

En este sentido, si el Gobierno actual de Pyongyang empieza a entender que la amenaza para su existencia está desapareciendo, entonces la situación puede mejorar considerablemente, de ahí que el 'problema norcoreano' pueda ser resuelto.

La capacidad de otros países de influir sobre la política norcoreana ya es muy limitada. Las negativas a negociar con Pyongyang solo aumentarían su sensación de amenaza y no contribuirían nada a la solución.