Miremos hacia Marte... las encontramos. Miremos a Venus... también. Miremos a la superficie de casi cualquier planeta de nuestro Sistema Solar. Miremos más cerca: a la Luna. Surcos y cráteres por millares!!. Miremos también a nuestro planeta Tierra: también. Son las cicatrices de las descargas eléctricas. Todo esto lo vamos a mostrar en estas páginas.
Y un curioso dato: Se ha establecido como axioma inalterable que la Luna está plagada de cráteres originados por meteoritos. Bien, ¿pero alguien se ha parado a pensar que todos los cráteres son redondos? Eso significaría que todos los meteoritos se han acercardo a la Luna y han caído en su superficie perpendicularmente a ella. ¿Cuál es la probabilidad de que esto ocurra? evidentemente nula. Los cráteres son de origen eléctrico, como se puede reproducir a pequeña escala en el laboratorio. Las descargas siempre siguen una dirección perpendicular a la superficie.
A continuación, una pequeña muestra de cicatrices creadas por efecto de las descargas eléctricas por todo nuestro Sistema Solar, incluida la Tierra.
El Gran Cañón del Colorado, Eléctrico
La mayoría de la gente piensa que los expertos coinciden en la explicación del origen de un lugar tan grandioso como es el Gran Cañón. Sorprendentemente esto no es así. Es un enigma. El último intento para comprenderlo tuvo lugar en junio de 2000, en el "Grand Canyon Symposium". Generalmente, al río Colorado se le considera responsable de excavar el terreno y crear el Cañón. Sin embargo, antes de que la presa Glen Canyon contuviera su imponente caudal, parecía totalmente inadecuado que el río hubiera formado tal espectáculo geológico. El río Colorado fluye hacia el Oeste desde las Rocosas y encuentra en su camino una meseta elevada conocida como Kaibab Upwarp. En vez de rodearla, continúa a través de la meseta. ¿Cómo pudo hacer eso? Se sabe que el río es mucho más joven que la meseta, por lo que no pudo excavar progresivamente el Cañón, incluso si el terreno se hubiera elevado muy lentamente. En cualquier caso, la mayor parte del material que fue extraido del Cañón ha desaparecido, de acuerdo a un informe del simposio, dejando en muy mal lugar la teoría de que una simple y progresiva erosión logró que el agua creara el Cañón que vemos hoy en día.
Ahora consideremos una solución del siglo XXI al enigma de cómo se formó el Gran Cañón, basada no solo en evidencias terrestres, sino también en datos obtenidos por sondas espaciales y en datos suministrados durante más de un siglo de trabajos experimentales y teóricos en los laboratorios de plasma.
A menudo, el Gran Cañón ha sido comparado en forma, aunque no en tamaño, con los gigantescos cañones de Valles Marineris del planeta Marte. Debido a esta similitud, se pensó inicialmente que Valles Marineris fue creado por la erosión de enormes cantidades de agua en alguna época de la historia marciana, supuestamente más húmeda. Esa idea ya ha sido abandonada debido a que no existe evidencias ni de erosión por agua ni de su embalse. La explicación más aceptada hoy en día es que en la superficie de Marte se ha abierto una gigantesca grieta tectónica, parecida a la grieta del África oriental. Este tipo de grietas vienen usualmente acompañadas por actividad volcánica, que incrementa el flujo de calor desde el interior. Pero todavía no hay evidencia de este aspecto volcánico necesario en Valles Marineris. Existen también muchos cañones tributarios del principal, cortos y profundos, que requieren una explicación diferente. La aceptada es la acción de cortes sesgados por la erosión de aguas subterráneas.
Tanto en la Tierra como en Marte los cañones parecen haber sido cortados limpiamente en una superficie plana elevada. Existe muy poco daño colateral en la superficie. ¿Es probable que dos causas diferentes pudieran finalmente crear paisajes tan similares en dos planetas distintos?
Los dos enormes cañones nos enfrentan con un enigma. ¿Existe una respuesta sencilla?
En el corazón de la geología y de los estudios planetarios existe un proceso de razonamiento denominado "abducción". Es una forma de lógica cuya principal premisa es cierta y la premisa menor es probable. Consideremos la cuestión de la erosión por líquidos. La premisa principal sería "Todos los canales sinuosos se forman por la erosión de un líquido" y la premisa menor sería "Nirgal Vallis de Marte es un canal sinuoso". Por lo tanto, la deducción que sigue es: "Nirgal Vallis se formó por la erosión de un líquido".
Sin embargo tal razonamiento puede ser engañoso si la premisa principal no es cierta. Marte en un planeta desértico sin posibilidad de que existan, ni hoy ni en tiempos pasados, caudales líquidos. Pero por su aspecto, da la impresión de que los enormes canales hayan sido escarbados hace poco tiempo. Esto podría ser suficiente para dudar de la premisa principal. Sin embargo una débil lógica nos fuerza simplemente a concluir que debió existir gran cantidad de agua en el pasado de Marte. Es el consenso actual. Así pues, el agua perdida ha debido de ser convenientemente consignada fuera de nuestra vista, bajo la superficie marciana. Lo mismo se ha dicho de los canales de la Luna, antes de que las misiones del Apolo lo probasen de otro modo. Una vez más, esta aproximación con poco rigor ha conducido a un enorme gasto en nuevas naves y misiones para detectar hielo bajo la superficie de Marte.
¿Qué ocurriría si la premisa principal fuera completamente errónea?
¿Qué ocurriría si ninguno de los canales sinuosos (surcos) de Marte, Venus y nuestra Luna, hubieran sido originados por caudales líquidos? Esta es una cuestión clave que debe ser resuelta antes de que nos dirijamos a los cañones más complejos de Marte y de la Tierra. Los surcos tienen la misma forma en todos estos cuerpos y todavía nadie propone seriamente que debamos buscar agua en la caldera que es la superficie de Venus o en la Luna. En su lugar, es la lava caliente líquida la que ha sido llamada a conformar estos caudales líquidos. El problema es que la lava tuvo que permanecer líquida durante cientos, o en algunos casos, miles de kilómetros. Así pues, se añadieron capas de roca hasta formar tubos de lava. ¡Pero algunos de ellos necesitaron tener una anchura de kilómetros!. Algunos surcos en la Luna y Venus tienen más anchura que los tubos de lava más largos de la Tierra. Y estas capas de lava tuvieron que colapsar después para que quedasen expuestos los canales. Pero no hay restos de capas colapsadas en ninguno de los surcos. Los surcos están todos tallados limpiamente en la superficie del planeta.
Un buen ejemplo de surco lunar, fotografiado con gran detalle por los astronautas del Apolo, es el Schröter's Valley. El canal parece reciente. Una vez más, ha desaparecido el líquido que se supone ha cincelado el terreno. No hay caudal de lava. Y la lava no puede filtrarse en el suelo y ocultarse como si fuese un depósito de agua. Hay algo que no cuadra en la imagen. La premisa principal debe ser errónea.
En estos canales existen características mucho más misteriosas. El final de sus "cauces", más anchos, están a más altitud que su "origen", estrecha, como si lo que fuera que los formó violara las leyes de la gravedad. Otros atraviesan las cadenas montañosas como si no existiera un obstáculo. Algunos tienen cráteres circulares a lo largo de toda su longitud, otros parecen haber sido formados por una serie continua de hoyos. La mayoría termina en un cráter. Debido a los muchos cráteres encontrados dentro o en las cercanías de ellos, datando los surcos mediante el cuenteo de los cráteres, parece como si fuesen más antiguos que la superficie en la que se han abierto camino. Los canales son a menudo mucho más sinuosos para su anchura o pendiente de la superficie, que lo que cabría esperar si hubieran sido escarbados por un líquido. Algunos tienen un canal más pequeño y más sinuoso dentro de su propio cauce. Algunos tienen el fondo plano y las paredes empinadas. Otros tienen una profunda sección transversal en forma de V. Los canales tributarios, si los hay, a menudo son cortos, finalizan en un hueco circular y se juntan con el canal principal en ángulos casi rectos. La fuente o hundimiento del agua permanecen invisibles. Y la cuestión está ahí: ¿Dónde fue a parar todo el material extraído del canal?
¡La respuesta ha estado disponible durante más de 30 años! Fue proporcionada por el ingeniero Ralph Jüergens (Flagstaff, Arizona, USA). En una serie brillante de trabajos, demostró que los flujos de líquidos no son ni adecuados ni necesarios para explicar la existencia de los canales semejantes a ríos, sobre planetas y sus lunas. Mostró cómo las extrañas características de esos canales pueden ser escaladas a una dimensión menor e identificadas con el tipo de efectos causados por los potentes rayos que impactan con la superficie de la Tierra. Así pues, aunque Marte hubiera tenido en el pasado una superficie húmeda, sus vastos canales no hubieran sido esculpidos por el agua.
A la izquierda podemos apreciar un ejemplo de impacto de un rayo en Baker, Florida, en 1949. El rayo rasgó el terreno 13 metros durante un partido de béisbol, matando a 3 jugadores e hiriendo a otros 50 (National Geographic, Junio 1950).
Cuando observamos el patrón dejado por la huella de un rayo, vemos los característicos surcos en miniatura. Este fenómeno eléctrico muestra la misma estructura y forma, tanto en una escala de centímetros como en una escala de miles de kilómetros. Por eso hemos dicho varias veces en esta web que los efectos del plasma son escalables. De hecho, se ha visto en experimentos eléctricos de alta energía que los mismos patrones de comportamiento pueden ser escalados hacia arriba ¡100 millones de veces! (desde un laboratorio hasta un planeta). Debido a esto, la forma de las "cicatrices" en aisladores y semiconductores y/o la superficie erosionada de objetos sometidos a descargas o chispas, vistos al microscopio, pueden utilizarse como análogos de los efectos eléctricos en la superficie de los planetas. La cosmología del plasma puede realizar, bajo control, sencillos experimentos sobre la Tierra, encaminados a resolver enigmas que han acosado a los planetólogos durante décadas.
Sin lugar a dudas, Valles Marineris es la cicatriz dejada en el terreno por un arco eléctrico. Jüergens lo identificó hace más de 30 años a partir de las imágenes de la nave Viking Orbiter:
... En mi opinión, esta zona en su totalidad no se asemeja a otra cosa más que a un área socavada por un potente arco eléctrico avanzando vacilante a lo largo de la superficie, dividiéndose ocasionalmente en dos y debilitándose, de modo que su traza se estrecha e incluso se degrada en líneas de cráteres inconexos. ¿Es posible que Marte fuese liberada de varios millones de kilómetros cúbicos de tierra y roca en un simple encuentro con otro cuerpo planetario?¿No se trata de una descripción tan familiar como la de un rayo en una tormenta?
Aludiendo a la Mitología, son muy significativas las palabras de Homero:
"Atenea (Venus) dirigió su lanza directamente hacia su [de Ares (Marte)] vientre, donde se ceñía su ropaje: la punta penetró y rasgó su carne... [y] tronó como una trompeta..."
La explicación de Jüergens requiere una historia reciente del Sistema Solar más dinámica, completamente diferente de la que nos han hecho creer. Añade especialmente en la astrofísica una dimensión eléctrica, que no se encuentra en ningún libro de texto. Podemos pensar que los geólogos están bastante perdidos cuando se enfrentan con la erosión eléctrica. Cuando los planetas de acercan entre sí, se producen enormes descargas eléctricas entre ellos. Estas descargas son perfectamente capaces de arrancar rocas y gases de un planeta contrarrestando su débil gravedad. Y deja de esa manera las características "cicatrices" o surcos. Así, se puede explicar porqué unos dos millones de kilómetros cúbicos de material han desaparecido de Valles Marineris junto con un 90% de la atmósfera que se piensa que Marte debería tener. Un arco subterráneo a través de un estrato eléctricamente coherente puede explicar la morfología de Valles Marineris. El paralelismo entre los cañones se debe a la atracción magnética de los filamentos de corriente a gran escala y su fuerte repulsión electrostática a pequeña escala. Particularmente significativos son los pequeños surcos paralelos compuestos esencialmente de cadenas de cráteres. A la descarga eléctrica le sigue una explosión subterránea que se desplaza y que forma limpiamente los cañones tributarios con sección en V.
De forma similar, este tipo de sección en V es habitual en cráteres que se forman mediante explosiones atómicas subterráneas. Los extremos circulares de los tributarios, donde comienza la explosión, tienen precisamente esta forma. Hay que notar también que los cañones tributarios del perfil sur de Valles Marineris intersectan unos con otros en ángulos casi de 90 grados. Esto puede deberse a descargas sucesivas en el mismo área, atrapando la descarga principal mientras se traslada por Ius Chasma (Marte). Ninguna erosión producida por agua sería capaz de generar canales cruzados como estos. La apariencia aflautada de las paredes del cañón principal se debe probablemente a la misma acción explosiva desplazándose.
El modelo eléctrico proporciona con mucho la solución más simple jamás considerada antes en el campo de la sedimentación. El material levantado eléctricamente de un cuerpo durante una descarga eléctrica cósmica se transfiere en su mayor parte al otro cuerpo. Esto crea una estratificación de sedimentos generalizada en la superficie. La Luna también muestra evidencia extensiva de estratos y está cubierta de cicatrices eléctricas.
Las explicaciones sobre cómo se ha esculpido Valles Marineris se aplican de la misma forma al Gran Cañón. Todas estas características principales que hemos visto en dos planetas muy diferentes, son similares por la simple razón de que han sido creados por las mismas fuerzas. El agua no estuvo involucrada en el proceso. Veamos sus similitudes:
-El Gran Cañón se encuentra sobre una alta meseta.
-Los tributarios son incisiones en el terreno profundas, cortas y tienden a finalizar en áreas redondeadas. Los cañones tributarios de Ius Chasma son, de forma sorprendente, similares a los del Gran Cañón.
-El material excavado del Gran Cañón parece haber desaparecido.
En una Tierra acuosa, el río Colorado simplemente se aprovechó del canal sinuoso excavado por la descarga cósmica en la superficie. Las paredes del Gran Cañón no están redondeadas y no muestran erosión en los valles de más de 1 km de profundidad. Esto indica una formación bastante reciente. Los geólogos no pueden descifrar la historia del Gran Cañón debido a que nunca se han llegado a imaginar una erosión eléctrica como resultado de descargas interplanetarias. Ni tampoco se les ha enseñado que gruesos estratos y depósitos anormales pueden ser depositados desde el espacio en cuestión de horas.
Las fuerzas eléctricas interplanetarias pueden elevar montañas, plegar estratos o volcar océanos enteros sobre el terreno, todo en un instante geológico. Pero desde Charles Lyell (1797-1875, creador del gradualismo geológico), los geólogos nos han intentado adormecer con vastos períodos de tiempo y efectos graduales para cada aspecto morfológico del paisaje terrestre. La pregunta que debería plantearse es si estas causas tan sumamente lentas que ellos argumentan, son suficientes para afrontar y resolver las tareas que se les ha encomendado.
Marte: Cráter Victoria y Monte Olympus
"No me gusta la 'geología terrorista de impactos', lo cual no quiere decir que no haya habido nunca impactos"Repetidas veces a lo largo de este blog monográfico sobre el Universo Eléctrico, hemos comentado que podemos encontrar pruebas y señales que lo avalan, en casi cualquier parte del Sistema Solar. Pero hay lugares especialmente interesantes, donde esas pruebas persisten sin apenas alteración durante cientos de miles de años. Y es así gracias a que ningún tipo de elemento atmosférico las ha erosionado ni ocultado. Uno de estos lugares extraordinarios es Marte.
-V.Axel Firsoff
Volvemos a hablar de los cráteres. Todos hemos visto en fotografías cráteres, sobre todo en la Luna.
Pues bien, antes de proseguir quiero volver a recordar que en el modelo de Universo Eléctrico los cráteres son fundamentalmente de origen eléctrico, no formados por impacto de meteoritos o cometas. Y el argumento en el que se apoya es fuerte:
-Todos los cráteres que se conocen (miles) son redondos. Si su origen fuese el impacto de meteoritos, eso significaría que el 100% de ellos han incidido en la superficie perpendicularmente a ella. Probabilísticamente, eso es imposible, porque los cuerpos exteriores pueden incidir desde cualquier dirección e inclinación.
-La física del plasma, sus fenómenos y comportamiento eléctrico ha demostrado que sus efectos son escalables. Es decir, el mismo fenómeno se podrá observar desde una escala de centímetros en el laboratorio a escalas macrocósmicas de millones de kilómetros en el espacio exterior.
-En el laboratorio se han reproducido descargas eléctricas en cuerpos esféricos y el resultado ha sido, a escala, la formación de cráteres. Y estos siempre son redondos, debido a que las descargas eléctricas siempre inciden perpendicularmente a la superficie.
Una vez recordado esto, entramos en materia.
Una de las claves utilizadas para mantener que los cráteres en el Sistema Solar han sido originados por impactos es que parecen muy similares a los cráteres de explosiones que vemos en la Tierra. Sin embargo, las apariencias engañan. Existen muchos puntos sin resolver en el modelo de 'craterización' por impactos, que llevaron al astrónomo irlandés Firsoff a expresar su disgusto con la teoría. Sin embargo, nadie planteó una teoría mejor, la 'craterización' eléctrica, debido a que el actual dogma en astrofísica mantiene que "sí, hay electricidad en el espacio, pero no tiene ningún efecto".
Joseph Priestley, en 1766, fue el primero que observó la 'craterización' de cátodo y comparó los cráteres originados con los observados en la Luna. Observó sus patrones circulares y anulares. Robert Dietz, en 1963, sugirió que el impacto de explosión de un rayo puede producir ciertos minerales (hoy en día llamados 'fulguritas') de manera similar a lo que ocurre cuando impacta un meteorito. Sin embargo, era una pérdida de tiempo contradecir lo establecido y contemplar cómo caen los rayos. El inglés Brian Ford propuso a la British Interplanetary Society, en 1965, que las descargas de plasma en la historia remota de la Luna fueron las causantes de sus numerosos cráteres. Sugirió que la Luna pudo haber estado, en épocas remotas, más acoplada eléctricamente a la magnetosfera de la Tierra. Al igual que Priestley, usó un aparato generador de descargas y pudo demostrar semejanzas entre los cráteres de laboratorio y los lunares. Reprodujo la circularidad de los cráteres, algunos incluso con picos centrales, y también la tendencia de los pequeños cráteres en superponerse sobre el borde de los grandes, aunque no a la inversa.
Mientras tanto nadie ha hallado la fuente de los objetos causantes de los impactos, que supuestamente han esculpido la superficie de los cuerpos sólidos del Sistema Solar hace miles de millones de años. Nunca nadie ha sido testigo de tales impactos (el cometa fragmentado "Shoemaker-Levy 9" no chocó en superficie sólida). Y tampoco nadie ha presentado pruebas experimentales convincentes que avalen la teoría de los impactos.
Debilidad de las explicaciones acerca de que las características de los cráteres se deben a impactos. La siguiente imagen muestra el Cráter Victoria, en el Meridiani Planum de Marte. Fue tomada por la cámara Resolution Imaging Science Experiment (HiRISE), ubicada en la sonda Mars Reconnaissance Orbiter.
El cráter tiene un diámetro de aproximadamente 800 metros. Tiene un borde dentado, muy peculiar, causado por la erosión y la caída paulatina de material de la pared del cráter. Las rocas sedimentarias están expuestas a lo largo de la pared interior del cráter, y las piedras que han ido cayendo de la pared del cráter son visibles en el fondo. Como se aprecia, hay una curiosa formación de dunas de arena en el centro del fondo del cráter.
Desde 2004, el vehículo Mars Exploration Rover Opportunity ha estado operativo en el Meridiani Planum de Marte. Cinco días antes de que la anterior imagen fuera tomada, la Opportunity llegaba al borde del Cráter Victoria, tras un recorrido de más de 9 kilómetros. De hecho, el rover puede verse en la imagen, si se amplía, más o menos en la posición de "las 10" a lo largo del borde del cráter.
La siguiente imagen (mejorada y con falso color) fue tomada por la Opportunity utilizando su cámara panorámica. El promontorio visible se llama Cape Verde, está a unos 50 metros de distancia y tiene una altura de unos 6 metros.
Las imágenes del Cráter Victoria dejan a la vista la debilidad de la "explicación" oficial de que "Tiene un borde dentado, muy peculiar, causado por la erosión y la caída paulatina de material de la pared del cráter". El cráter realmente parece bastante reciente, poco deshecho y casi con ningún signo de acumulación de escombros, que se esperaría en la base de las grandes zonas dentadas del borde. Primero, prácticamente no hay aire en Marte para desplazar los granos de arena. Y segundo, hay un patrón radial en el suelo del cráter, que es inexplicable mediante dispersión de arena o polvo por viento.
Por otra parte, ¿qué hace ahí esa "curiosa formación de dunas de arena en el centro del fondo del cráter"? No se parece a ninguno de los campos de dunas de la Tierra. Las dunas tienen diferentes pendiente a lo largo de sus crestas. Y para que se formen "estructuras de dunas" se requieren episodios de viento soplando de forma regular desde diferentes direcciones. En lugar de eso, estas parecen depresiones cóncavas poco profundas que se acoplan o solapan unas con otras.
Victoria, el cráter eléctrico.
La Geología siempre fue considerada como una ciencia menor, siendo principalmente descriptiva. No fue considerada una ciencia mayor hasta que los geólogos fueron provistos de la datación radioactiva por parte de los físicos y hasta que los astrónomos desarrollaron la Cosmogonía (historia de la formación del Sistema Solar). Sin embargo, si el resto de sus colegas le han tomado el pelo a los geólogos, entonces la Geología no es más que una historia de ficción como aquéllas de "Érase una vez, hace mucho, mucho tiempo...". Y las historias contadas por nuestros padres tienden a quedarse con nosotros de por vida. Marte tiene ahora una historia como estas, completa con su propias eras geológicas, desde la más antigua hasta la más reciente: la Noéica, la Hespérica y la Amazónica.
La técnica clásica para establecer la historia geológica de un planeta rocoso es contar los cráteres. En general, las regiones que han estado expuestas al espacio durante más tiempo han sufrido más impactos y, por tanto, tienen más cráteres. Contando cráteres, los científicos han dividido la historia de Marte en tres eras:
-Noéica (cálida y húmeda). Entre 3.800 y 3.500 millones de años.
-Hespérica (volcánica). Entre 3.500 y 1.800 millones de años.
-Amazónica (fría y seca). Entre 1.800 millones de años y la actualidad.
Siguiendo la tradición terrestre, cada era ha sido bautizada de acuerdo al lugar en el que se descubrió por primera vez el tipo característico de terreno. La era Amazónica ha sido testigo de la formación del enorme volcán del Monte Olympus, los flujos de lava de Marte, la formación de los derrumbamientos en Valles Marineris (similares a los de Ganges Chasma, un profundo cañón al este de Valles Marineris -ver imagen siguiente) y la formación de amplias llanuras y dunas de arena cerca de los polos de Marte.
El factor crucial que se le escapa tanto a la datación radioactiva como a la cosmogonía es la naturaleza eléctrica del universo tal como lo describe la nueva ciencia de la cosmología del plasma. Las estrellas son un fenómeno eléctrico y sus planetas forman parte del circuito eléctrico estelar. La manifestación más habitual en la Tierra de esta conexión son los rayos. Pero el origen de los rayos realmente sigue siendo un misterio, debido al punto ciego colectivo sobre la electricidad cósmica. Si las estrellas son un fenómeno eléctrico, entonces la historia de la vida que conocemos del Sol es una ficción. Si los planetas han sufrido potentes descargas eléctricas en el pasado, entonces no son sistemas energéticos cerrados y la datación radioactiva por lo tanto apenas tiene valor. Mejor que inventarse historias sobre el inimaginable pasado remoto, deberíamos reconstruir nuestro pasado reciente tan eficientemente como podamos para intentar ver todo aquello que nos hemos perdido.
Reciente estudios en la ciencia del plasma proporcionan una gran evidencia de que la Tierra sufrió en nuestra prehistoria reciente descargas eléctricas de tipo auroral de una intensidad de sub-gigaamperios. Tales descargas, donde alcanzan a la superficie, son capaces de provocar grandes "cicatrices" a gran escala. Esto demuestra claramente que la astrofísica actual es un cuento, obligándonos a construir otra interpretación: un sistema solar con un aspecto eléctrico. El sistema solar no es una simple maquinaria Newtoniana de relojería. Los retro-cálculos e historias basadas en esta creencia son una ficción. Contar cráteres, que pueden cubrir un hemisferio planetario en un momento, no tiene ningún valor.
El Cráter Victoria es pequeño pero demuestra el valor de simples experimentos de laboratorio utilizando descargas eléctricas sobre superficies sólidas. Existen dos tipos de rayos. El más habitual es desde una nube cargada negativamente hacia el suelo, donde la Tierra es el electrodo positivo, o ánodo. Menos común es el potente rayo desde una nube cargada positivamente hacia el suelo negativo, o cátodo. La marca o cicatriz dejada en el suelo es diferente en cada caso.
Un golpe de arco eléctrico hacia un ánodo tiende a "clavarse" en un lugar, dejando materiales fundidos y a menudo elevando una promontorio, a modo de ampolla circular denominada "fulgamita". Una fulgamita, o ampolla de rayo, se desarrolla cuando una descarga eléctrica transporta material desde el área circundante y la reúne en el centro de un vórtice eléctrico giratorio, dejando detrás un montículo. Esta formación, aunque obviamente a otra escala, se ha podido encontrar también en la funda metálica de los aisladores que se utilizan para proteger de los rayos algunas instalaciones. A menudo se forman a partir de una depresión circular, superponiendo sucesivos anillos.
Todo esto tendría que sonar familiar a cualquier observador perspicaz de Marte. El Monte Olympus posee todas esas extrañas características, que desde luego no se adaptan al modelo de volcán. Los "volcanes" gigantes de Marte son de hecho enormes fulgamitas.
El cráter Victoria parece ser una "cicatriz" de ánodo de corta duración, o cráter "de descarga", donde se produce de forma significativa material fundido. En experimentos de laboratorio se ha encontrado que la cicatriz de descarga de ánodo sobre una superficie "contaminada" desarrolla muchos "puntos" de arco en el centro de una marca o cicatriz circular. En un breve lapso de tiempo, los puntos de arco centrales se desplazan hacia afuera radialmente para formar un anillo. Los puntos de agrandan y se juntan en un anillo exterior. Durante un tiempo, la corriente del arco eléctrico al completo circula a través del anillo. Si eso continuara, se producirían materiales fundidos, destruyendo la fina estructura dentada de la pared del cráter. En experimentos se pueden producir cien o más puntos.
Se podría deducir que las "dunas de arena" son el resultado de los puntos de arco centrales, formando depresiones que se solapan unas con otras (ver imagen anterior). Ciertamente, las crestas ortogonales tienen más en común con un patrón de descarga de corona que con dunas de arena. Debería haber por lo tanto arena cristalizada, conocida como "fulgurita". Vale la pena mencionar que los astronautas del Apollo encontraron trozos de suelo cristalizado cerca del centro de pequeños cráteres (entre 30 cm y 1,5 metros) en la superficie de la Luna. Se armó un gran revuelo ya que el hallazgo del cristal fue una sorpresa.
El efecto de estallido de una descarga eléctrica cósmica junto con el descarnamiento eléctrico del material ionizado de la superficie, produjeron el cráter limpio y los alrededores. El súbito movimiento hacia afuera de los puntos de impacto de arco pudieron haber formado el patrón radial del suelo del cráter.
La pared dentada del cráter es la firma de erosión de una anillo irregular de puntos de impacto de ánodo agrandados.
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