Este descubrimiento aborda un nuevo aspecto en la evolución de las galaxias.
galaxy shield
© STScI, Leah Hustak
Un grupo de astrónomos finalmente encontró la respuesta al sistema de Magallanes con la ayuda del telescopio espacial Hubble de la NASA y de un satélite retirado llamado Far Ultraviolet Spectroscopic Explorer (FUSE).

Los científicos confirmaron que la escurridiza Corona de Magallanes, hasta ahora conocida solo teóricamente, está rodeada de una corona y un escudo protector de gas caliente sobrealimentado que bordea las Nubes de Magallanes Pequeña y Grande. Esto envuelve a las dos galaxias y evita que la Vía Láctea desvíe sus suministros de gas, permitiéndoles que continúen formando nuevas estrellas.

Las Nubes de Magallanes, galaxias enanas que se ubican a unos 160.000 años luz de la Tierra, son los satélites más grandes de la Vía Láctea. Durante miles de millones de años realizaron un viaje turbulento a través del espacio, dando vueltas una alrededor de la otra, siendo destrozadas al ser atraídas hacia nuestra galaxia de origen y dejando rastros de desechos gaseosos a su paso. Sin embargo, para asombro de los astrónomos, estas galaxias enanas permanecen intactas con una formación estelar vigorosa continua.

Predicciones teóricas sugieren que las galaxias satélite enanas deben estar protegidas por un escudo ubicuo que evite que la Vía Láctea elimine el gas vital para formar estrellas. La denominada Corona de Magallanes, hecha de gas sobrealimentado con temperaturas de medio millón de grados, actuaría como una especie de zona de choque cósmico alrededor de las Nubes de Magallanes, manteniendo a las estrellas y al disco relativamente ilesos durante las colisiones.

Un equipo de astrónomos dirigido por Dhanesh Krishnarao, profesor asistente en Colorado College (EE.UU.), confirmó estas suposiciones. Los investigadores utilizaron datos de los archivos de Hubble y FUSE sobre observaciones espectroscópicas de la luz ultravioleta de 28 cuásares de fondo distantes, para detectar y mapear la corona que se extiende más de 100.000 años luz desde la masa principal de las estrellas, el gas y el polvo que forman las Nubes de Magallanes.


A medida que la luz del cuásar atraviesa la corona, se absorben ciertas longitudes de onda (colores) de la luz ultravioleta. Los espectros del cuásar llevan impresas distintas marcas de iones de carbono, oxígeno y silicio que forman un halo de plasma caliente que rodea la galaxia, confirmando de esta forma la existencia de la corona. Debido a que cada cuásar sondea una parte diferente de esta, el equipo de investigación también pudo demostrar que la cantidad de gas disminuye con la distancia desde el centro de la Gran Nube de Magallanes.

Este descubrimiento, publicado recientemente en la revista Nature, aborda un nuevo aspecto en la evolución de las galaxias.

Los investigadores sugieren que la corona de una galaxia es un remanente de la nube primordial de gas que colapsó hace miles de millones de años para formarla. Aunque se han visto coronas alrededor de galaxias enanas más distantes, los astrónomos nunca antes habían podido sondear una con tanto detalle como ahora.