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La única línea telefónica que trata de evitar que los griegos se quiten la vida ha recibido el doble de llamadas de auxilio en 2011 que el año anterior. Y 2010 ya fue un año malo.

"Tengo una pistola, y creo que estoy dispuesta a usarla". Una voz atemorizada se ha atrevido por fin a articular unas palabras. Al otro lado de la línea telefónica Eleni Beikari ofrece sus oídos y escucha.
Estamos en Grecia y el equipo de la psiquiatra Beikari intenta evitar que gente desesperada, cada vez más por culpa de la crisis, piense siquiera en el suicidio como solución.

Cuando comenzaron las huelgas generales en el país heleno en 2010 y que ahora ya alcanzan la veintena, la ONG Klimaka recibió 2.500 llamadas de personas pensando en quitarse la vida. En 2011, esta cifra se había duplicado.

"La línea de ayuda [para prevenir el suicidio] está en marcha desde 2007, y hemos notado un gran incremento en las llamadas [o correos electrónicos] desde 2010", lamenta Beikari, como portavoz de Klimaka. "En 2010, aproximadamente un 25% de las llamadas fueron por problemas financieros. En 2011, aún estamos analizando los datos, pero contamos con un aumento muy grande".

Todo oídos

Esta psiquiatra explica que lo que necesita la mayoría de personas que telefonean de forma anónima a la ONG es a alguien que les escuche. Por eso no dan consejos. Simplemente, son todo oídos. "La mayoría no tiene nadie con quien hablar o no quiere compartir sus problemas con la familia. Nosotros intentamos que no se sientan juzgados o criticados, que sepan que pueden encontrar ayuda".

Si quienes llaman necesitan más ayuda, pueden acudir a un centro de la organización para que les atiendan y realicen un seguimiento. Pero no solo telefonean los afectados. Una de cada cinco llamadas es de alguien que se presenta preocupado por un familiar, un ser querido o un compañero de trabajo.

La historia del arma puede parecer una exageración, pero es la cruda realidad. "Algunas personas nos dicen que tienen una pistola y que están dispuestas a usarla, otras nos llaman cuando ya se han tragado varias pastillas y otras nos hablan de saltar [al vacío]", describe la suave voz de Beikari.

"La mayoría preguntan si pueden hablar con alguien que les ayude, pero muchos cuelgan el teléfono antes de llegar a hablar. Otros lloran por unos instantes, o durante toda la conversación", cuenta la psiquiatra. "Nosotros no intentamos convencerles para que no se suiciden, sería inútil. Intentamos aprovechar esa ventana que nos ofrecen al habernos llamado buscando ayuda".

El desempleo potencia el suicidio

Por supuesto no es así siempre, pero la mayoría de quienes llaman se plantean seriamente el suicidio como solución a sus problemas. "Pueden estar más cerca o más lejos de suicidarse, pero lo que es seguro es que piensan en ello", cuenta la psiquiatra.

"Muchos de ellos se enfrentan a diversos problemas: financieros, familiares, de relación o tienen alguna enfermedad mental", apunta la psiquiatra de Klimaka. "Pero últimamente la mayoría habla de haber perdido su empleo o del temor a perderlo, o bien tienen problemas porque no pueden afrontar sus deudas".

"Los periodos de crisis económica y desempleo están asociados a una vulnerabilidad mayor y a menudo suponen un incremento de muertes por suicidio", afirma la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP, por sus siglas en inglés) en su portal de internet.

Atención las 24 horas del día

La línea de ayuda de Klimaka para prevenir el suicidio - la única en toda Grecia- está formada por un equipo de psiquiatras, psicólogos y terapeutas voluntarios que atienden 24 horas al día 7 días a la semana.

"Es necesario ofrecer al potencial suicida una forma de comunicarse y que pueda tener una atención inmediata sin esperar semanas a que le atienda la Seguridad Social", indica Beikari (la ONG está subvencionada por el Gobierno heleno).

La mayor parte de quienes acuden en busca de ayuda a través de este teléfono son mujeres jóvenes de entre 30 y 45 años, seguidas por hombres algo mayores - entre 40 y 50 años-.

Esperanza entre los malos datos

En el mundo entero, cada día hay un promedio de casi 3.000 personas que ponen fin a su vida, y al menos 20 personas intentan suicidarse por cada una que lo consigue, asegura la Organización Mundial de la Salud (OMS). En 2009, se suicidaron en Grecia 3,5 personas por cada 100.000 habitantes (las estadísticas son así de frías: no diferencian si los números se refieren a personas, y por lo tanto son indivisibles), según las estadísticas de la OMS.

Antes de que estallara la crisis financiera en 2008, Grecia disfrutaba de una de las tasas más bajas de suicidio de Europa, con 2,8 casos por cada 100.000 habitantes. En la primera mitad de 2011, esta cifra se había duplicado (5,6 suicidios por cada 100.000 habitantes), según fuentes del Ministerio de Sanidad heleno citadas por The Guardian.

Sin embargo, no está todo perdido: en los cinco años de vida de la línea helena de ayuda contra el suicidio, dos pacientes de quienes recibieron seguimiento voluntariamente finalmente se quitaron la vida. Uno de ellos lo hizo por problemas financieros, pero ambos casos se dieron antes de la crisis.

"El suicidio se puede prevenir. Hemos visto a gente que era suicida y ahora se encuentra mejor y sigue adelante. Hay soluciones", anima la portavoz de Klimaki.