esclavitud humana
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"Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo; y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegido contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada".

La trata de personas y su reducción a esclavitud es una herida en el corazón de la humanidad que el capitalismo se empecina, en pleno siglo XXI, no sólo en mantenerla abierta, sino en atravesarla hasta el hueso con sus garras.

Su esencia corroída y putrefacta lleva en sí misma la semilla de su ocaso sangriento, en una agonía lenta, pavorosamente lenta si se la contempla desde el horizonte de una sola vida humana. Apenas un grano en las arenas de la historia pero una vida, muchas vidas de hombres, mujeres y niños que mueren rápido, muy rápido, hacinados y trabajando reducidos a la servidumbre en tugurios parecidos a campos de concentración.

Y no hablamos de esos talleres - igualmente condenables - que a menudo se descubren en las ciudades, donde un hato de miserables hambrientos sin trabajo explota a otros tanto o más hambreados y despojados.

Hablamos de grandes empresas, transnacionales productoras de semillas (Pioneer de DuPont, Nidera, Status Ager y Southern Seeds Production a través de servicios de firmas de contratación de personal, logística y supervisión de trabajos de campo como SMW Agro, Adecco Specialities y Manpower), cuyo delito es infinitamente peor, más ruin y repugnante, porque delata la corrupción y las estructuras mafiosas del rentable agronegocio del capitalismo, que viene sumando una herramienta que muchos creían totalmente erradicada: la Trata de Esclavos. (Así, con mayúsculas, figura en algunos libros, tal vez porque sus canallas ejecutores y sus ganancias son de extraordinaria magnitud).

Mila Dosso
© DesconocidoMila Dosso, periodista.
Hombres, mujeres y niños sometidos a jornadas laborales de hasta 16 o 18 horas diarias sin que reciban paga alguna, porque sus caporales alegan tener que descontarles los gastos de traslado, comida, alojamiento. .. Y cuando empiezan al fin a cobrar, no se les reconoce más que sucias monedas a las que sin pudor alguno llaman salario en un mundo lleno de eufemismos y palabras políticamente correctas; donde la esclavitud se hace de un modo muy "discreto", no vaya a ser que se manche la corbata del señor.

En las últimas semanas en diversos operativos, el Ministerio de Trabajo y la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) les han echado el guante encima. ¿Cabe la esperanza de que Ricardo Echegaray, titular de ese organismo y las autoridades de ministerio, cumplan con su palabra y hundan ellos el bisturí hasta el abultado cul-de-sac de estos aristócratas capangas, encargados de que "sus negros esclavos" dejen tras de sí regueros de sangre?

Cuando las víctimas llegan a vencer el temor y huyen de los antros de opresión y crueldad, o se las ayuda a escapar, se encuentran como náufragos; no hay red social que las contenga. La esclavitud puesta al descubierto en la Argentina no se trata de casos aislados; seguramente hay muchos más, sólo hace falta voluntad política para investigar y aplicar la ley. Los megaoperativos de rastrillaje, los sucesivos y permanentes controles y otras medidas por implementarse tendrán éxito sólo si se desbaratan las organizaciones mafiosas y las empresas que están detrás y lucran con este sombrío negocio, y si se castiga a los responsables.

Tecnología de punta

En pos de la rentabilidad pareciera ser que el "agronegocio", cuando no puede aplicar la llamada "tecnología de punta", aún necesita la mano de obra humana. Y si es esclava, mejor.

La utilización del trabajo esclavo contemporáneo no es resquicio de prácticas arcaicas que sobrevivieron a la introducción del capitalismo, pero sí un instrumento utilizado por el propio capital para facilitar la acumulación en su proceso de expansión. La super explotación de trabajo, de la cual la esclavitud es su forma más cruel, es deliberadamente utilizada en determinadas regiones y circunstancias como parte integrante e instrumento del capital.

Marx hablaba de la "esclavitud capitalista". No se trata de ninguna metáfora. La servidumbre feudal quedó abolida en el siglo XVI, pero fue sustituida por esta nueva forma de esclavitud en la que el control sobre los seres humanos es total, bajo la forma del hambre y de la compulsión a trabajar para la supervivencia.

En el momento en que las grandes masas, en otro tiempo autosuficientes, se ven sin nada de la noche a la mañana, la disponibilidad de éstas a favor del capital es casi total. El esclavo, el hombre-cosa, la mercancía humana, empieza a ser realidad desde el instante en que los pueblos se ven despojados de sus medios de producción; y es el individuo mismo quien se ve compelido a ofrecer su fuerza de trabajo al que sí posee estos medios de producción, el capitalista. Así, una nutrida legión de seres humanos es sustituida por un inmenso Mercado de Esclavos, el mercado laboral.

La esclavitud moderna es ya el Estado Leviatán (Thomas Hobbes), el de los mil pares de ojos, el proyecto orwelliano que ya se venía acariciando desde los sótanos del pensamiento burgués y desde los lejanos tiempos de la decadencia feudal.