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© lne.esEl meteorito de Cangas de Onís
El meteorito que cayó en Cangas de Onís el 6 de diciembre de 1866 es una piedra fea a los ojos de cualquiera que no sea un experto en geología. Y fue justo su tono negruzco y su forma imperfecta lo que salvó a esta piedra de enorme valor científico de acabar en manos de los que en 1934 entraron a llevarse lo que quedó de la colección que había en el gabinete de historia natural de Oviedo cuando éste terminó calcinado por las llamas.

Gran parte de la colección acabó convertida en cenizas y el resto en manos de los que aprovecharon esta coyuntura para saquear lo que se había librado del fuego. Pero hubo una piedra en la que nadie se fijó, el meteorito de Cangas de Onís, que terminó años después aguantando una puerta de la Universidad de Oviedo a modo de calza. Quiso la casualidad que un día, en 1955, el geólogo Llopis Lladó entrase por esa puerta. El experto se percató en seguida de que esa piedra no era una piedra y que, desde luego, su finalidad no era la de aguantar una puerta siempre abierta.

El meteorito de Cangas de Onís volvió así a recuperar su valor perdido y abrió las puertas a una investigación exhaustiva que ahora, con el estudio realizado por los geólogos de la Universidad de Oviedo Álvaro Rubio, Víctor Cárdenes y Luis Rodríguez Terente, avanza un paso más y ofrece más pistas sobre la formación del sistema solar, dado que este tipo de piedras está compuesto por minerales que tienen la misma edad que la formación planetaria.

De este meteorito sólo se conservan 22 kilos, lo que le convierte en una piedra aún más valiosa, ya que hay otros en el mundo de los que han quedado muestras de toneladas, con lo que son menos exclusivos que el asturiano. Estos 22 kilos fueron recopilados por los propios vecinos de Cangas de Onís, que vieron cómo el meteorito se dispersaba en fragmentos por encima de sus cabezas. Fue el farmacéutico del pueblo el que se encargó de recoger parte de los trozos.

El meteorito de Cangas de Onís no fue el primero que se precipitó en Asturias. Se tiene constancia de otro que cayó en Oviedo diez años antes y que, dividido en dos partes, se llevó al Museo de Ciencias de Madrid y de París. Lamentablemente, un análisis desveló que las piezas no corresponden al mismo meteorito, con lo que no se sabe cuál de las dos muestras es la asturiana. «Aunque parezca mentira, durante mucho tiempo con este tipo de piedras se hacían trueques y cambios y al final acababan rodando por diferentes museos y laboratorios como si fuesen cromos», explica Rodríguez Terente.

Hasta ahora, el museo de geología de la Universidad de Oviedo conservaba dos partes del meteorito de Cangas de Onís, pero una reciente revisión y catalogación de los antiguos fondos del museo sirvió para encontrar un nuevo fragmento, que es sobre el que se ha llevado a cabo este estudio. La nueva pieza, de tan sólo 31 gramos, ha aportado muchos e interesantes datos a los geólogos e investigadores sobre el origen de la Tierra.

Las conclusiones de este estudio se presentarán en el Congreso internacional de ciencias naturales, en Madrid. «Los meteoritos tienen la misma edad que el Sistema Solar y nos aportan mucha información», concreta el geólogo y profesor de la Universidad de Oviedo Álvaro Rubio Ordóñez. «Este estudio nos permite saber qué temperatura se alcanzó durante su formación y nos da pistas sobre la formación de nuestro planeta», explica el investigador Víctor Cárdenes.

Esta piedra extraterrestre tan singular se guarda ahora en una vitrina del museo de geología. Es algo así como la joya de la corona de esta exposición y Luis Rodríguez Terente, geólogo y conservador del museo, sabe que «si se pusiera a la venta en internet, el meteorito de Cangas de Onís podría costar mucho dinero, porque siempre hay gente dispuesta a pujar por estas piezas. Pero no está a la venta». Esta piedra asturiana es parte de la historia mundial y ha aportado mucho a las investigaciones sobre el origen de la Tierra. «Lo triste es que no tenemos financiación para seguir estudiando y todavía queda mucha información que extraer de este meteorito», explica Cárdenes. Estos tres geólogos no quieren que nadie vuelva a pasar por alto la «grandeza» del meteorito de Cangas de Onís, que tras varios años aguantando una puerta se colocará ahora en una vitrina aún más especial dentro del museo de geología.