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© DesconocidoHallada entre un montón de escombros, ya se encuentra en el museo de la localidad.
El convencimiento de que el valle de Riaño, España, constituye uno de los núcleos más ricos en arqueología antigua, historia medieval y etnografía de todo León se convierte, con cada nuevo hallazgo, en una certeza aún más sólida. Ahora la protagonista ha sido una lápida prerromana localizada el pasado verano y cuyo descubrimiento acaba de ser hecho público por parte de los responsables del Museo Etnográfico de Riaño, donde, convenientemente limpiada, preparada y situada, ha encontrado acomodo.

De esta manera, el valle continúa ofreciendo «agradables sorpresas» para los historiadores, los investigadores y los amantes del patrimonio cultural, según expresan desde este museo cuya titularidad recae en el ayuntamiento riañés. Y la 'sorpresa´ cuenta esta vez con 86 centímetros de altura y unas características generales muy semejantes al resto de lápidas funerarias aparecidas con cierta abundancia en la comarca y adscritas a la tribu prerromana de los vadinienses.

El descubrimiento se produjo el pasado verano durante uno de los estiajes del embalse, en el paraje conocido como Castro de Cima la Cueva, que era colindante con el viejo Riaño y que «actualmente se cubre a temporadas por el agua y, en otras, su tierra sale a la luz. De este mismo lugar proceden otras cuatro lápidas vadinienses anteriores», explican desde la asociación Montaña de Vadinia, inquieto colectivo cultural que ha sacado adelante un buen número de iniciativas relacionadas con el patrimonio histórico y etnográfico del valle y que rescató de su peculiar 'exilio' en Bilbao una de estas lápidas.

Ruinas de viejas casas

El hallazgo, realizado por el investigador Pedro Luis González Manuel, tuvo lugar entre un montón de escombros -había hasta piedras de las casas derruidas durante la construcción del pantano- ubicado junto al castro, una elevación que se encontraba muy cercana al pueblo y que aparecía en todas las imágenes y vistas generales del Riaño anterior a 1987.

Según las indicaciones del museo, el ejemplar, de parecidas características epigráficas a las del resto de esta clase, tiene 86 centímetros de altura por 38, 35 y 31 centímetros, respectivamente en sus partes superior, media e inferior, y entre 18 y 20 centímetros de grosor. «La caja epigráfica consta de ocho renglones en letra capital rústica hecha a surco, el tamaño de la letra oscila entre los 4 y los 5 centímetros», prosiguen. Además, indican desde el museo que la pieza «no cuenta con la dedicación clásica a los dioses Manes, ni tampoco con la clásica iconografía del caballo o los árboles». «Aunque de fácil trascripción, presenta dos desconchados que prácticamente ocultan una F (de filio ) y una E en el nombre del padre del causante», añaden las citadas fuentes. La lápida ha sido descifrada por el historiador riañés Evelio González Miguel, cuyo trabajo habla de una estela o monumento funerario colocado por un tal Aliomo a su amigo Cado Cornelio, hijo de Rebón, vadiniense de 25 años.

Los estudiosos consultados por el Museo de Riaño sustentan la teoría de que, dada la gran concentración de hallazgos en un radio de acción no mayor de los 60-70 metros, el lugar conocido como Cima la Cueva podría haber albergado una necrópolis «en la que, pese a hallarnos ya en plena romanización de los siglos II y III con conmemoraciones latinizadas, pudiera mantener también reminiscencias célticas incluso precélticas, con pervivencia de inhumación por incineración según la costumbre de los Campos de Urnas que nos remontaría a nueve siglos a.C.», avanzan desde el centro cultural riañés.

La lápida ha sido depositada en el Museo Arqueológico y Etnográfico de la capital de la Montaña Oriental, cuyo ayuntamiento ha iniciado el oportuno expediente para conseguir el depósito definitivo, con las comunicaciones pertinentes a la autoridades culturales.

El museo ha llevado a cabo una intensa labor de recomposición de la memoria arqueológica e histórica de un valle marcado por la construcción de un pantano gigantesco que destruyó por completo el núcleo de población principal, Riaño, y ocho pueblos más, y afectó a parte de otros dos.