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Tienes
dificultades para dormir y te levantas de la cama varias veces para picar algo, alguna galleta o algún otro capricho. Te levantas y el
cansancio matutino se une a una
fatiga que se alarga todo el día. En el trabajo y con la familia se hace evidente la
irritabilidad junto al
nerviosismo. Se te olvidan cosas, que se van de la cabeza.
Cuando comes, enseguida te
hinchas y tienes
gases. Últimamente no vas bien al baño, muy desecho casi siempre y de pronto, unos días en los que no vas.
Estornudas frecuentemente. ¿No será
alergia?, te han comentado varias personas.
Hay quien piensa que eres una persona hipocondríaca, pero igualmente decides ir al médico. Tus analíticas no muestran nada, dice el doctor que todo está correcto.
Es posible que todos estos síntomas "sin explicación", difusos, variados y frecuentes sean debidos a una sola causa, una
disbiosis por cándidas intestinales.
Una
disbiosis es la alteración del equilibrio y de la proporción entre las diferentes especies de microorganismos de la flora (ver artículo
La flora bacteriana y los probióticos).

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Las
cándidas son un grupo de varias levaduras que forman parte de nuestra flora intestinal. Disponen de gran facilidad para reproducirse de forma desmesurada y aumentar su proporción en el total de microorganismo de la flora. Cuando esto sucede, nos encontramos delante de una
candidiasis, una infección de esta familia de hongos (micosis).
Las infecciones por cándidas suelen diagnosticarse fuera del intestino (
candidiasis vaginal, en la boca, en la piel,...), cuando ya no pasan tan desapercibidas. Actualmente, se acepta que las
candidiasis tienen todas un origen intestinal.
Habitualmente aparece primero la micosis a nivel intestinal pero no suele ser detectada por la variabilidad de los síntomas (es difícil que la persona acuda al médico con los síntomas tan variados que provoca), y por la escasa probabilidad de que nos soliciten un análisis de heces ante estos síntomas diversos. A esto se le une la dificultad de su detección a través de análisis; incluso el mismo análisis de heces puede dar negativo ya que las cándidas tienen capacidad para adherirse fuertemente a la propia pared del intestino.
Si la infección progresa, puede extenderse a otras mucosas, progresando los síntomas y facilitando el diagnóstico.
Después de muchos años de investigaciones la medicina empieza a reconocer el origen intestinal de las candidiasis, que pueden acabar por afectar a casi cualquier órgano o función de nuestro organismo. A pesar de ello, las candidiasis son tratadas todavía a día de hoy en la mayoría de casos como una infección localizada (antimicóticos vaginales en crema, antifúngicos orales,...) y no mediante un
tratamiento global del paciente. Aunque este tratamiento local puede ser inicialmente eficaz, no suele conseguir resultados duraderos ni definitivos.
Cuando la flora intestinal dispone de un equilibrio entre las especies que la forman, las
especies más beneficiosas para el cuerpo consiguen mantener bajo control las cándidas y otras especies de microorganismos que no aportan claros beneficios a nuestro sistema digestivo y sólo se aprovechan de las condiciones idóneas de nuestro intestino para crecer y multiplicarse.
Cuando se rompe este equilibrio entre especies de la flora, hablamos de disbiosis, siendo la
candidiasis un tipo de disbiosis habitual, que afecta a muchas personas y que repercute en la aparición de un gran número de síntomas muy variados que pueden afectar a varios sistemas y órganos.
Debido a las
dificultades para su diagnóstico, las personas con candidiasis son tratadas frecuentemente como pacientes hipocondríacos o con depresión y/o ansiedad mediante antidepresivos o ansiolíticos. Este tipo de medicación se mantiene de por vida cuando la cándida no se trata de forma correcta, ya que tiene una gran facilidad para mantener la infección y convertirse en una candidiasis crónica. (ver
Test de detección y diagnóstico de candidiasis).
Las candidiasis puede ser consecuencia de muchos factores pero se desarrollan habitualmente en situaciones en las que el
sistema inmune está deprimido, aprovechando este momento para la proliferación y el contagio.
Uno de estos momentos más vulnerables es cuando la persona se ha sometido a un
tratamiento antibiótico, que termina con parte de la población bacteriana de nuestra flora (desequilibrio de la flora). A las cándidas, igual que a otros hongos, no les afectan los antibióticos y dejan de estar bajo el control de otras especies, pudiendo aprovechar el espacio libre dejado por éstas. Cuando hablamos antibióticos, debemos recordar que también están presentes (en dosis muy bajas) en nuestra alimentación y en multitud de productos variados (cremas,...). A pesar de la existencia de leyes que limitan su uso en el agua y en animales dedicados al consumo humano, existen antibióticos que están permitidos en la alimentación (E-234 y E-235).
La dieta es otro de los factores que facilitan el desarrollo de las candidiasis. La
dieta moderna actual se caracteriza por dos condiciones. La
carencia de ciertos nutrientes (vitaminas, ácidos grasos poli-insaturados,...) importantes para el desarrollo de un sistema inmune fuerte y una flora eficiente. Y por ser dietas
ricas en hidratos de carbono, que provocan reacciones de fermentación que permiten la proliferación de levaduras y bacterias saprófitas.
Como se ha comentado, la candidiasis intestinal provoca una serie de
síntomas locales (a nivel digestivo) y que van afectando
a otros sistemas y a otras mucosas a medida que se mantiene y se cronifica la situación disbiótica. Todos los síntomas son muy comunes y no orientan a esta sola patología sino que pueden ser provocados por multitud de patologías y disfunciones. Suelen tratarse inicialmente de forma individual, e incluso cuando se detecta la candidiasis en alguna otra mucosa, el paciente suele recibir tratamiento anti-micótico sólo para esta localización.
Los síntomas suelen ir progresando, de aquellos más leves a los más molestos y evidentes y no tienen un orden de aparición igual en todos los casos.
Los
principales síntomas son:
-distensión abdominal.
-diarreas y/o estreñimiento.
-digestión pesada / ardor de estómago.
-gases y flatulencias.
-picor anal.
-afonía.
-lengua blanca.
-ansiedad por comer y deseo de comer carbohidratos (dulces, pasta, pan,...), en muchas ocasiones llegando a despertarse por la noche.
-insomnio, dificultad para conciliar el sueño, sueño no reparador.
-malestar general, fatiga, cansancio crónico (especialmente por las mañanas).
-debilidad general y dolores crónicos de articulaciones, músculos,...
-nerviosismo, irritabilidad, pérdida de memoria.
-dolor de cabeza, migraña, trastornos en la vista,...
-depresión, ahogo, mareo,...
-irritaciones cutáneas, fragilidad de uñas.
-picores y molestias en ojos, nariz y/o oídos.
-alergias, intolerancias a alimentos y a ciertas sustancias químicas (jabón, detergentes,...).
-infecciones repetitivas de nariz/boca(congestión nasal, resfriados,...), vaginitis y molestias vaginales (picores, irritaciones, heridas, síndrome premenstrual, ...), prostatitis.
El tratamiento natural de la candidiasis precisa un
abordaje general de la patología y suele ser un proceso largo y difícil para los pacientes. Es necesario
modificar ciertos hábitos diarios (reducción de estrés diario, realización de actividad física y cambios en la dieta) siendo conscientes que cuanto más cambios logremos introducir, más rápido y eficaz será la solución del problema.
El sistema inmune está condicionado a nuestro nivel de
estrés general, de forma que intervenciones para normalizar nuestro ritmo diario (en el trabajo, con la familia, con los amigos,...) inciden fortaleciendo el sistema inmunitario.
La
actividad física consigue regular y normalizar el nivel de glucosa en sangre, mejora su distribución en los distintos tejidos a la vez que normaliza nuestro nivel de estrés. Es interesante la realización de ejercicio físico, adaptado a las características de cada uno.
La
dieta deberá centrarse en la eliminación estricta de los hidratos de carbono de absorción rápida y seguir los
Consejos básicos para una dieta sana.
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