Con el fin de estudiar cómo se desarrollan las extremidades humanas, los científicos suelen comparar los genes que crean las extremidades presentes en los ratones con los genes que crean las aletas presentes en los peces. Investigaciones anteriores sobre los peces espátula han sugerido que los peces poseyeron las herramientas genéticas necesarias para desarrollar extremidades mucho antes de que apareciesen las criaturas de cuatro extremidades (tetrápodos) que dieron lugar a reptiles, aves, anfibios y mamíferos.
Pez espátula
© Diane Fenster/ San Francisco State UniversityUn pequeño pez espátula

Sin embargo, el equipo de la bióloga Karen Crow, de la Universidad Estatal de San Francisco, en California, ha descubierto ahora que el pez espátula americano, conocido por su extraño y prominente morro, duplicó su genoma completo hace alrededor de 42 millones de años.

Este hallazgo puede agregar una nueva vuelta de tuerca a la historia de cómo aparentemente las aletas de ciertos peces evolucionaron hasta convertirse en extremidades de animales adaptados a vivir en tierra firme.

En la última década, el pez espátula ha sido una referencia evolutiva muy útil en bastantes estudios sobre la evolución, debido a que su posición en el árbol genealógico evolutivo le hace, en principio, bastante representativo del ancestro de los peces con osamenta a partir de los cuales surgieron los primeros tetrápodos. Sin embargo, el hecho de que los peces espátula experimentaran una duplicación en su genoma podría distorsionar lo que nos dicen sus genes sobre la transición de aletas a extremidades, tal como advierte Crow.

Lo descubierto por ella y sus colegas sugiere que podría ser necesario reinterpretar los resultados de estudios previos que usaron al pez espátula como especie para establecer comparaciones.

Las duplicaciones de genomas enteros son sucesos evolutivos que marcan un antes y un después en la historia de las especies, ya que pueden hacer surgir nuevas especies, o nuevos rasgos en una especie ya existente. Se producen cuando una serie de circunstancias improbables coinciden, y se genera una pareja de gemelos por cada gen, por así decirlo. Cuando esto sucede, puede darse el caso de que un gen del par de genes gemelos mantenga su función original mientras que el otro gemelo desaparezca o adquiera una nueva función.

Este material genético adicional proporciona un nuevo lienzo en blanco para que la evolución pinte en él, tal como señala Crow.