Traducido por el equipo de SOTT.net

"El CO2 no es un gas nocivo", afirma Valentina Zharkova, profesora de la Universidad Northumbria de Newcastle (Reino Unido). Al contrario, señala, todos los centros de jardinería lo utilizan en sus invernaderos para que las plantas sean exuberantes y verdes. "En realidad tenemos un déficit de CO2 en el mundo, y es de tres a cuatro veces menor de lo que les gustaría a las plantas", señala, añadiendo que la proporción de CO2 en la atmósfera ha estado en niveles mucho más altos a lo largo de la historia de nuestro planeta de lo que está ahora.

De hecho, en los últimos 140 millones de años, la cantidad de CO2 en la atmósfera ha ido disminuyendo constantemente y sólo ahora está empezando a aumentar ligeramente. Actualmente se sitúa en torno a las 420 partes por millón (ppm), es decir, el 0,042%. Hace 140 millones de años, se estimaba en 2.500 ppm (0,25%), es decir, unas seis veces más. Y también significaba un mundo más verde y biodiverso. Si el CO2 cayera por debajo de 150 ppm (0,015%), significaría ya la extinción de la vegetación y de toda otra forma de vida. Estuvimos cerca de ello durante el último máximo glacial, cuando se situó en 182 ppm (0,018%).

Zharkova afirma que el hecho de que los niveles de CO2 en la atmósfera estén aumentando ahora es algo positivo. "No necesitamos eliminar CO2 porque en realidad necesitaríamos más. Es alimento para que las plantas produzcan oxígeno para nosotros. Las personas que dicen que el CO2 es malo es evidente que no han recibido una buena educación en la universidad o dondequiera que hayan estudiado. Sólo a gente sin educación se le puede ocurrir algo tan absurdo como que hay que eliminar el CO2 del aire", afirma Zharkova.
solar panels
© Cornell Frühauf/PixabayTambién podría llamarse sentido común, pero los paneles solares no sirven de mucho si están bajo la nieve.

El Sol, motor natural del cambio climático

De hecho, la profesora Zharkova puede hablar largo y tendido sobre lo que hace o no hace el CO2 en la naturaleza y cómo se comporta, pero en realidad no lo estudia directamente como científica. Zharkova es una astrofísica originaria de Ucrania. Se licenció en Matemáticas por la Universidad Nacional de Kiev y se doctoró en el Observatorio Astronómico Principal de Kiev (Ucrania). Ha trabajado e investigado en varias universidades del Reino Unido desde 1992 y es profesora de Matemáticas en la Universidad de Northumbria desde 2013, donde imparte módulos clave de Matemáticas y Física.

Sin embargo, su investigación se ha centrado en el Sol y puede confirmar que, a diferencia del CO2, el Sol desempeña un papel fundamental en el cambio climático de la Tierra. Tanto es así, de hecho, que la investigación de Zharkova sugiere que hemos entrado en un período más frío, o esencialmente una pequeña edad de hielo, en los próximos 30 años, ya que la actividad del Sol se debilita en el contexto del calentamiento global.

En otras palabras, no se trata de que Zharkova -o cualquier otro científico justificadamente escéptico sobre el poder omnipotente de la molécula de CO2 para calentar el aire- niegue el cambio climático. Al contrario, el cambio climático y el enfriamiento o calentamiento de las temperaturas son muy reales, afirma. Por ejemplo, Zharkova señala que en Escocia, donde vive desde hace muchos años, el clima era mucho más cálido hace 2.000 años. "En aquella época, por ejemplo, los romanos cultivaban uvas y elaboraban vino en Escocia", explica.

Sin embargo, entre 1645 y 1715, por ejemplo, el periodo conocido como Mínimo de Maunder, cuando la actividad del Sol se debilitó de forma especialmente acusada, el tiempo en Europa se volvió mucho más frío. En los grandes ríos británicos, como el Támesis y el Tyne, se podía patinar, y los canales holandeses se helaban con regularidad. Los glaciares alpinos se ensancharon y absorbieron grandes extensiones de tierra cultivable, y la masa de hielo se expandió fuertemente hacia el sur desde el Ártico. Las temperaturas en todo el planeta eran mucho más bajas: en Europa y Norteamérica, por ejemplo, hasta 5 o 7º C más frías en algunos lugares. Se trata de un cambio enorme.

Zharkova calcula, basándose en algunas investigaciones anteriores, que por término medio -lo que significa, por supuesto, cambios mucho mayores de una región a otra- la temperatura de la Tierra descenderá 1 grado centígrado en los próximos 30 años, y no aumentará, como nos advierte el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU.

Explica que esos cambios bruscos dependen de los ciclos de actividad solar. Cuando el Sol es menos activo, su campo magnético decreciente provoca una disminución de la irradiancia. Menos radiación solar significa menos calor. Según Zharkova, este cambio se produce cada 350-400 años (gran ciclo solar o GSC), y afirma que en 2020 entramos en uno de los grandes mínimos solares (GSM por sus siglas en inglés) que separan los GSC. Este GSM continuará hasta 2053, tras lo cual en el ciclo 28 la actividad solar volverá a la normalidad.

No recomendaría invertir en paneles solares

Así pues, en un futuro previsible, según Zharkova, no deberíamos pensar en un calentamiento global, sino en un enfriamiento significativo, como el que se produjo en el siglo XVII, que, por supuesto, tendrá un impacto directo en nuestro modo de vida. Por ejemplo, en el ámbito de la energía, donde, bajo el lema de la "transición verde" y el paso a la "Red Cero", el objetivo es sustituir la capacidad actual de producción de energía por energías renovables, paneles solares, por ejemplo, a medida que nos alejamos de los combustibles fósiles. Según Zharkova, en tiempos de disminución de la intensidad solar, no vale la pena esperar ingenuamente que los paneles solares sean capaces de producir una cantidad significativa de energía. "Sólo siento compasión por las personas que han invertido en paneles solares", afirma Zharkova. Si tenemos en cuenta que en el periodo de baja actividad solar cabe esperar que los inviernos sean más largos y que en el norte de Europa incluso pueda nevar en junio, como ocurría en el siglo XVII, las perspectivas de los paneles solares no son muy buenas. "Durante el Mínimo de Maunder, hubo años en los que no hubo verano en absoluto: hubo una corta primavera, luego otoño e invierno de nuevo. Y si hay nieve en los paneles solares o el cielo está nublado, no sirven para nada", explica. También cabe esperar que el frío ponga bajo presión la generación de energía eólica: hay muchos ejemplos de turbinas eólicas que se congelan y se paran.

Según Zharkova, otra preocupación grave es que la producción de alimentos se vea afectada en Europa por el frío y las cosechas se echen a perder. Esto significa que habrá que buscar mejores condiciones para la producción de alimentos en el sur de Europa o incluso en África. En el norte se necesita más energía para producir alimentos, calentar los hogares y para todas las demás actividades. Según Zharkova, en estas condiciones no se puede prescindir de los combustibles fósiles, que son una fuente fiable de energía. "Si la gente sobrevivió en la época medieval (el periodo frío - HS), nosotros deberíamos sobrevivir mejor porque estamos mejor equipados. Tenemos un poco más de recursos energéticos si se utilizan con prudencia", afirma Zharkova.

El calentamiento global también es una realidad

Pero Zharkova afirma que un periodo frío de unas décadas es un episodio breve comparado con la actual tendencia al calentamiento prolongado. Mientras que las décadas más frías se deben a la disminución de la actividad del Sol, el calentamiento también se debe a que el Sol se está acercando a la Tierra. Una vez más, no hay nada inesperado en un cambio de posición de los planetas y el Sol en el espacio, en relación con nosotros. Esto también ha ocurrido repetidamente a lo largo de la historia. Sucede debido a la atracción gravitatoria de los grandes planetas, y a medida que el Sol se acerca a la Tierra, aumenta la temperatura del aire aquí. Según Zharkova, este ciclo solar dura entre 2.100 y 2.300 años y se conoce como el ciclo de Hallstatt de los cambios de radiación solar medidos en el Holoceno por muchos investigadores a partir de las abundancias del isótopo C14 en la biomasa terrestre. El ciclo actual llegará a su fin hacia el año 2600 y, aunque durante este periodo habrá otro periodo de baja actividad solar, o GSM (2375-2415), en el que volverá a hacer más frío, se producirá un calentamiento constante durante los cinco siglos siguientes. Según sus cálculos, Zharkova estima un aumento de la temperatura de 3,5º C de aquí a 2600. "Por supuesto, entonces no viviremos aquí, pero nuestro legado perdurará y la gente podrá comprobar y decir que la mujer rubia de aquí decía la verdad sobre el ciclo de Hallstatt", bromea sobre sí misma.

Según Zharkova, en el contexto general de la narrativa sobre el cambio climático provocado por el CO2, es importante entender que los seres humanos son en realidad espectadores en este proceso de cambio. "Hagamos lo que hagamos en la Tierra, no podemos cambiar la órbita del Sol y de los grandes planetas como Júpiter, Saturno, Neptuno y Urano", explica. "No podemos hacer nada al respecto".

"Como la Inquisición española"

Sin embargo, es precisamente el hecho de que este proceso sea natural lo que la corriente principal de la ciencia climática niega actualmente, y la única causa aceptable del cambio climático es el aumento de la proporción de CO2 antropogénico en la atmósfera. Según Zharkova, no hay que preocuparse por "pequeñeces" como el Sol. De hecho, señala, también se ha demostrado científicamente que el aumento del CO2 atmosférico sigue al aumento de la temperatura, y no al revés, pero este es otro punto que los defensores del calentamiento climático antropogénico se niegan a tener en cuenta." Así que esto da una idea de lo inculta y poco profesional que es esta gente que dice que el CO2 provocará un aumento de la temperatura", señala Zharkova."Intentan silenciar a cualquiera que cuestione sus modelos defectuosos", añade.

La propia Zharkova ha experimentado esos intentos de silenciamiento y persecución. Cita el ejemplo de una reciente retractación en marzo de 2020 de uno de sus artículos científicos (Zharkova et al, 2019) por el editor Rafal Marszalek de Nature Scientific Reports bajo la presión de los defensores del calentamiento global antropogénico, ya que ella había mencionado en el artículo que el brillo del Sol puede cambiar dependiendo de dónde se encuentre exactamente el Sol en relación con la Tierra. Como lógicamente se puede argumentar que esto también podría afectar al clima de la Tierra, el artículo tuvo que ser retirado. Ya no puede publicar en Nature, aunque lo ha hecho varias veces en el pasado.

Esta retractación es el caso, dice, de cualquiera que cuestione el calentamiento global provocado por el hombre y explique el cambio climático de otra manera. "Están actuando como lo hizo la Inquisición española durante el Mínimo de Maunder", dice Zharkova sobre los defensores del calentamiento global antropogénico, con su humor característico, y bromeando se refiere a ellos como la mafia del CO2.

Un año después de la retractación, en abril de 2021, Zharkova publicó un capítulo de libro que prueba con las efemérides oficiales de las distancias Sol-Tierra proporcionadas por los bandos oficiales de la NASA y el Observatorio de París-Meudon, Francia, que estas distancias Sol-Tierra cambian exactamente como mencionaban en el artículo retractado. Dice que esto prueba que el Sol, su actividad y su posición en la órbita son la fuente natural de cualquier cambio climático en la Tierra y otros planetas.