Traducción al español por Neofronteras

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Según un estudio el idioma que hablamos puede determinar nuestras preferencias. Si somos bilíngües tendremos gustos distintos dependiendo del idioma hablado en el momento.

El idioma que hablamos puede que no solamente influya en nuestros pensamientos, sino que además afecte también a nuestras preferencias. Al menos así se afirma en un estudio de unos psicólogos de la Universidad de Harvard. Estos expertos dicen haber encontrado que las opiniones individuales sobre diferentes grupos étnicos que tienen las personas bilingües se ven afectadas por la lengua en la que hacen los tests que examinaban sus influencias y predilecciones. Los resultados se publicaron en Journal of Experimental Social Psychology.

"Charlemagne es reputado por decir que hablar otra lengua es poseer otro alma", dice el Oludamini Ogunnaike, estudiante de doctorado en Harvard y coautor del estudio. "Este estudio sugiere que la lengua es mucho más que un medio para expresar nuestros pensamientos y sentimientos. Nuestro trabajo apunta a que la lengua también crea y moldea nuestros pensamientos y sentimientos".

Actitudes implícitas, asociaciones negativas o positivas que la gente puede no sea consciente que posee se han mostrado vaticinadores del comportamiento hacia los miembros de los grupos sociales. Una investigación reciente ha mostrado que estas actitudes son bastante maleables, susceptibles a factores como el tiempo atmosférico, la cultura popular o, como se afirma en este estudio, a la lengua que la persona habla en ese momento.

"¿Podemos cambiar de opinión en algo tan fundamental como lo que nos gusta o lo que nos disgusta mediante el cambio del idioma en el que expresamos nuestras preferencias?" Pregunta Mahzarin R. Banaji, profesora en Harvard y coautora del estudio. "Si la respuesta es sí, entonces se apoya más la idea de que la lengua es un importante moldeador de posturas".

Ogunnaike, Banaji, y Yarrow Dunham, ahora en Universidad de California en Merced, usaron el bien conocido test de asociación implícita (IAT en sus siglas en inglés), donde los participantes califican rápidamente palabras que aparecen en una pantalla o son reproducidas por un auricular. El test proporciona a los participantes sólo una fracción de segundo para calificar palabras, sin dar tiempo a que piensen en las respuestas.

"El IAT salta sobre una gran parte de la cognición consciente y bebe de algo de lo que no somos conscientes y no podemos controlar fácilmente", dice Banaji.
Los investigadores proporcionaron IAT en dos sitios diferentes: una vez en Marruecos, donde son bilíngües en árabe y francés, y otra vez en EEUU con latinos que hablan inglés y español.

En Marruecos, los participantes que hicieron el test en árabe mostraron una gran preferencia hacia otros marroquíes. Cuando lo hicieron en francés la diferencia desaparecía. De manera similar, en EEUU los participantes que hicieron el test en español mostraron gran preferencia hacia otros hispanos. Pero, de nuevo, en inglés, esa preferencia desaparecía.

"Fue impactante ver que una persona podía hacer el mismo test, dentro de un periodo corto de tiempo, y mostrar resultados tan diferentes", dice Ogunnaike. "Es como preguntar a tu amigo si le gustan los helados en inglés y preguntarle lo mismo en francés y entonces obtener respuestas distintas."

En el test realizado en Marruecos los participantes veían aparecer en el monitor nombres marroquíes (como Hassan o Fatimah) o franceses (como Jean o Marie), a la vez que palabras como "bueno" (o feliz o bonito) o "malo" (u odio o malvado). Los participantes debían apretar una tecla cuando veían un nombre marroquí o una palabra positiva y apretar otra cuando veían un nombre francés o una palabra negativa. Entonces las asignaciones de teclas se invertían de tal modo que "marroquí" y "negativo" compartían la misma tecla y "francés" y "positivo" compartían la otra.

El lingüista Benjamin Lee Whorf fue el primero en proponer en la década de los treinta del pasado siglo que la lengua es tan poderosa que puede determinar el pensamiento. La corriente principal en Psicología ha tomado la visión más escéptica, que mientras que el lenguaje puede afectar los procesos de pensamiento, no influye sobre los pensamientos en sí. Este nuevo estudio sugiere que la idea de Whorf, cuando no es caricaturizada, puede generar hipótesis interesantes que los investigadores pueden continuar poner a prueba.

"Estos resultados desafían nuestra visión de actitudes como algo estable", dice Banaji. "Todavía queda la gran cuestión acerca de cómo de fijo o flexible son, y la lengua puede proporcionar una ventana a través de la cual podamos aprender acerca de su naturaleza."