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Las emociones, ya sean positivas o negativas, se pueden transmitir y podemos terminar "contagiando" a quienes se encuentran a nuestro alrededor. En el pasado había hecho referencia a un curioso estudio desarrollado en las universidades de Chicago, California y Harvard donde se apreció que tener a un amigo que sufre de soledad puede hacernos sentir más solos.

Ahora traigo a colación otro estudio realizado por investigadores de la Universidad de Notre Dame en el cual se apreció que rodearse de gente positiva ayuda a curar la depresión y, viceversa.

La investigación se realizó con 103 parejas de estudiantes universitarios que compartían piso y que cursaban su primer año. Después del primer mes de estancia, se les pidió que completaran un cuestionario en el cual se evaluaron sus niveles de vulnerabilidad cognitiva y los síntomas depresivos. Tres y seis meses más tarde, todos volvieron a rellenar este cuestionario.

Así se apreció que cuando una persona muy vulnerable compartía espacio con otra persona que tenía síntomas depresivos, aumentaban las probabilidades de que el nivel de depresión de la primera aumentase. En otras palabras, si tenemos cierta predisposición a la depresión, compartir espacio con las personas deprimidas podría desencadenar los síntomas depresivos en nosotros. Lo interesante es que el contagio se produce en tan solo seis meses.

Vale aclarar que por "persona vulnerable" se entiende a aquella que responde de manera negativa ante las situaciones estresantes y que tiende a interpretar los fenómenos como algo que se escapa de su control o como un reflejo de su incapacidad. Estas características se van perfilando en la adolescencia y se instauran por completo en la edad adulta.

¿Por qué se produce el contagio?

El contagio emocional es un cambio en nuestro estado emocional que ocurre como resultado de las emociones que los otros nos transmiten, casi siempre de manera extraverbal. Los investigadores aún no brindan una explicación definitiva pero la causa podría esconderse en nuestras neuronas espejo, esas que se encargan de detectar las emociones de las personas que nos rodean y reproducirlas en nosotros, de esa manera somos más empáticos, nos logramos poner en el lugar del otro porque, de cierta manera, sentimos lo mismo. Obviamente, una persona que es vulnerable desde el punto de vista cognitivo, se dejará influenciar con mayor rapidez por las emociones de los demás y les pondrá menos resistencia.

También hay contagio positivo

La buena noticia es que cuando una persona que ya presentaba los primeros síntomas depresivos, compartía piso con alguien que mostraba actitudes positivas y seguras de sí, los índices de depresión tendían a disminuir. Un efecto que se comenzaba a notar ya a partir de los tres meses de convivencia.

Fuente: Haeffel, G. J. & Hames, J. L. (2013) Cognitive Vulnerability to Depression Can Be Contagious. Clinical Psychological Science.