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Los SMS nos permiten decirle algo a una persona sin la necesidad de hablar con ella, tan solo enviándole un texto. En teoría, enviamos un SMS cuando sospechamos que una llamada podría molestar a la otra persona, ya sea porque podría estar en una reunión de trabajo, durmiendo o cenando.

Lo cierto es que no traigo a colación el concepto de SMS por gusto sino porque en los últimos tiempos hemos olvidado el sentido para el cual fueron creados. Hoy, debido a las ventajas que nos ofrecen la mayoría de las compañías de teléfono, prácticamente no hablamos sino que usamos los SMS para mantener una conversación que a veces se puede extender incluso por más de una hora.

En resumen, que un servicio que fue pensado para no molestar a la persona que lo recibe termina convirtiéndose en una molestia aún mayor que una simple llamada telefónica. Sobre todo porque esperamos (e incluso exigimos) que la otra persona esté disponible y que nos responda inmediatamente.

En realidad, los beneficios de los SMS palidecen cuando comenzamos a tomar en consideración los efectos dañinos que pueden tener. En este sentido, un estudio desarrollado por investigadores de la Washington and Lee University ha descubierto que enviar demasiados SMS pone en riesgo no solo nuestra salud física sino también mental.

De hecho, uno de los principales problemas de los SMS es que causan roces sociales innecesarios. Es decir, las relaciones interpersonales pueden empeorar, sobre todo si ya están maltrechas, ya que la persona puede no comprender el significado del mensaje que ha recibido y dar rienda suelta a su imaginación buscando mil explicaciones posibles.

Por otra parte, los SMS generan gran estrés en quien los recibe, sobre todo si es muy popular, ya que siente la presión de tener que responder a todos o correrá el riesgo de parecer desinteresada y ruda. De la misma manera, quien lo envía, si no recibe una respuesta casi inmediata, se puede sentir menospreciado y apartado. Así se crea un roce social que se podía haber evitado con una simple llamada.
Por si fuera poco, los SMS no solo pueden representar un problema en las relaciones interpersonales sino que también son una carga cognitiva ya que consume gran parte de nuestra atención amplificando el cansancio del día.

Como resultado final, los investigadores hallaron que los niveles de estrés aumentaban en la misma medida en que las personas usaban más los SMS para comunicar (vale aclarar que, como media, un joven envía entre 50 y 115 SMS al día). También se apreció que el uso indiscriminado de los SMS dañaba profundamente la calidad del sueño y el bienestar psicológico en sentido general.

¿Cuándo es demasiado?

1. ¿Cuántos mensajes envías a diario? Los especialistas han estimado que una cantidad sana debe rondar los 10 mensajes, un número mayor podría traer más estrés a tu vida.

2. ¿Por qué envías los mensajes? Valora si envías los SMS para no molestar a la persona que lo recibe o simplemente porque te resulta mucho más cómodo que hablar directamente y ya se ha convertido en una costumbre. Si notas que prefieres enviar SMS que hablar, entonces hay un problema de base.

3. ¿Cuándo envías los mensajes? Si sueles enviar los SMS mientras estás compartiendo con amigos o familiares y el mensaje que tienes que transmitir no es urgente, entonces algo anda mal porque en ese preciso instante lo que deberías estar haciendo es disfrutando de las personas que están a tu alrededor.

4. ¿Cuál es el contenido de los mensajes? Si envías mensajes para confirmar una cita o enviar una dirección, no hay problemas pero si el contenido suele ser emocional, es decir, envías SMS para disculparte por algo que hiciste, para romper una relación o para decir algo que no te atreverías a decir cara a cara, entonces deberías comenzar a preocuparte.

5. ¿Cómo te sientes? Si estás pendiente constantemente del móvil y esperas que las personas respondan inmediatamente a tus mensajes, entonces estás en el camino de la adicción. Es mejor que pares cuanto antes.

Como punto final, recuerda que la tecnología es un medio excelente para comunicarnos ahorrándonos tiempo y desplazamientos pero todo tiene un límite. Y en este caso el límite es tu salud mental y la calidad de tus relaciones interpersonales.
Fuente:
Murdock, K. K. (2013) Texting while stressed: Implications for students' burnout, sleep, and well-being. Psychology of Popular Media Culture; 2: 207-221.