Ante el riesgo de que se aproxima un gran terremoto por la falla de San Andrés que atraviesa el estado, los investigadores analizan constantemente los factores que incrementan la actividad sísmica y esta vez descubrieron una particular relación entre los cambios de estación y los temblores.

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© AP Photo/Rich PedroncelliUna tormenta de nieve sorprendió al norte de California en junio.
La nieve y la lluvia invernal, que ejercen presión sobre las montañas de California, pero desaparecen en verano provocando estrés en las fallas, son factores decisivos en el aumento de sismos pequeños, según un estudio publicado este jueves por la Universidad de California Berkeley.

El peso de la nieve y de la corriente del agua hacen que las montañas de Sierra Nevada mengüen casi un centímetro, pero cuando esa carga desaparece en verano, la corteza terrestre se flexiona, ejerciendo presión sobre las principales fallas de California, incluida la más grande, la de San Andrés.

Los investigadores pueden medir estos movimientos verticales empleando un sistema de posicionamiento global y regional para así calcular el estrés en la tierra debido a las cargas de agua. En los resultados, encontraron que, de media, las fallas de California experimentaron un mayor número de terremotos pequeños cuando los cambios estacionales se encuentran en su punto más álgido.

El estudiante Chris Johnson, uno de los encargados del estudio junto a su profesor, Roland Bürgmann, revelaron que la actividad sísmica en la cordillera de Sierra Nevada es hasta un 10% mayor durante la recta final de la primavera y comienzos del verano.

En cambio, la falla central de San Andrés ve un aumento en los terremotos pequeños (mayores que de magnitud 2) a finales del verano y principios del otoño, ya que la carga de agua disminuye en las montañas.

"No es que todos los terremotos ocurran en septiembre, no hay una temporada de terremotos", dijo Bürgmann, profesor de ciencia terrestre y planetaria de la Universidad de California Berkeley y autor principal de esta investigación, que aparece esta semana en la revista Science. "Todo depende de los detalles de la carga, la ubicación de la falla y su geometría", añadió.

Aunque el estudio reconoce que el impacto de estos cambios estacionales en las montañas que rodean al valle central de California es pequeño, la información recogida ayuda a los sismólogos a entender cómo se producen las rupturas en las fallas y qué tipo de presiones son decisivas para generar terremotos.

Investigaciones previas demostraron que las tensiones diarias causadas por el flujo y reflujo de las mareas oceánicas no parecen provocar terremotos pequeños o grandes en California. Sin embargo, los sismos extremadamente grandes pueden generar terremotos a miles de kilómetros de distancia, como el ocurrido en el océano Índico en 2012 (de magnitud 8.6), que desencadenó otros 16 mayores de magnitud 5.5 en el resto del mundo.