En junio, un enorme satélite que orbitaba sobre el territorio de EEUU y México dejó de responder y desapareció de los radares. Unas semanas después, cuando la conexión fue restablecida, se descubrió que dos grandes pedazos del dispositivo se habían desprendido.
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Pese a su tamaño, es poco probable que las piezas de basura espacial causen daños significativos a nuestro planeta, ya que se desintegrarán si llegan a entrar en nuestra atmósfera. Sin embargo, los desechos espaciales podrían hacer estragos a otros satélites que orbitan cerca de ellos, informó Ars Technica.

De acuerdo con Doug Hendrix, director de ExoAnalytic Solutions, la empresa contratada para rastrear el satélite y sus escombros, "varias piezas se han despegado del dispositivo a lo largo de los últimos días". El problema, según Hendrix, es que un evento como ese de basura espacial 'fuera de control' podría desencadenar una reacción en cadena en otros satélites.

Por su parte, Brian Weeden, experto de la Secure World Foundation —empresa dedicada a soluciones espaciales— afirmó que el problema de esas piezas es que ellas representan un peligro a largo plazo para la navegación de los otros dispositivos.

"Esto sin duda aumentará las probabilidades de colisiones sobre las Américas, pero no creo que esto desencadene una reacción en cadena", afirmó Weeden.

SES, la compañía que opera el satélite, afirmó que las razones que causaron la desaparición del dispositivo de los radares sigue siendo desconocida.