(España) - El 15 de junio de 2011 varios cientos de jóvenes 'indignados' se concentraron ante al parque de la Ciutadella, en Barcelona, para tratar de impedir el acceso de los diputados y del gobierno al Parlament, donde había comenzado el debate de los presupuestos, y rodearon a algunos de ellos, les insultaron y les mancharon con pintura.
helicóptero
El President Artur Mas tuvo que entrar en el Parlament en helicóptero. Algunos de los comentarios en las redes decían: "A seguir hostigando a estos vividores, de todos los colores y en todas las partes del planeta !!! que no vivan tranquilos, como los desahuciad@s de pisos, parad@s de larga duración, mileuristas con tres carreras..." Eran los indignados que se manifestaban en toda España contra los gobiernos neoliberales y corruptos.

Muy poco tiempo después el movimiento 15.M había desaparecido en Cataluña, los partidos herederos de él se alinean hoy con Puigdemont y sus coaligados para defender la realización de un referéndum para independizarse de España, y se han liquidado los movimientos sociales de protesta por las condiciones económicas que se sufren en Cataluña. Hoy todos los males de los catalanes son obra del gobierno español.

No cabe duda de que el equipo de agitación y propaganda (el agit-prop de nuestros clásicos) de Mas, Puigdemont y sus acólitos es el más eficaz de todos los políticos españoles. La campaña ideológica organizada por los independentistas ha logrado pervertir la información, por algo estamos en la época de la posverdad, haciendo creer a la mayoría de los políticos -incluidos los de izquierda- el relato de que es el pueblo catalán el que desea el referéndum.

Para quienes, como yo, hemos vivido en Cataluña toda la vida, y desde hace una decena de años llevamos soportando la difusión continua de la propaganda independentista llevada a cabo por la Generalitat, resulta un insulto y una burla tener que oír la repetición del mantra de que "el pueblo de Cataluña" reclama un referéndum para separarse de España. Es indignante que se repita este eslogan, y aún más que la izquierda lo asuma, cuando la Presidenta del Parlament, Carme Forcadell, está en las calles de Barcelona lanzando vibrantes mítines a favor de la secesión, cuando las manifestaciones a favor de los dirigentes procesados las encabezan el President de la Generalitat y todos sus ministros, cuando en las televisiones y las radios la campaña por la independencia la dirigen los más conspicuos representantes de la política y la burguesía catalanas.

Nadie, que no viva en Marte, puede desconocer que esa reclamación se plantea por el gobierno de Cataluña desde que se instaló el pujolismo en él. Una de las frases de Pujol era "Ahora paciencia, después independencia". Desde 1980, cuando se instaló en la Generalitat CiU, se implantó en las escuelas la llamada "inmersión lingüística", con la anuencia y el contento de la izquierda catalana: PSC, Iniciativa per Cataluña, Esquerra Unida, con el único objetivo de erradicar de la enseñanza el castellano y enseñar un relato espúreo y falsificado de la historia a los alumnos y alumnas desde los 6 años.

Durante 37 años, no se ha enseñado el español en la escuela más que dos horas a la semana, si se puede llamar enseñar a utilizarlo en la clase de gimnasia o de manualidades -prueben ustedes a preguntarle en castellano a cualquier joven y verán cómo destrozan el idioma-; se ha explicado que Cataluña era una república en el siglo XII, y que fue invadida militarmente por Castilla. Desde entonces, todas las guerras e invasiones que esa comunidad ha sufrido han sido obra del malvado gobierno español, incluida la Guerra Civil que fue una guerra de España contra Cataluña. Este es un brevísimo resumen de las atrocidades que se enseñan en las escuelas públicas, y en las concertadas y las privadas, si quieren recibir las subvenciones. En las guarderías privadas que atienden a los niños y niñas de 3 años las maestras están obligadas a hablarles en catalán, aunque sus padres sean de habla castellana, so pena de perder la licencia de apertura.

Esta perversa política fue permitida complacientemente por Felipe González y después por José María Aznar, porque necesitaron de la complicidad de Pujol para gobernar, como éste recibió el auxilio del PP cuando lo pidió. Si conviene ahí están los "revolucionarios" independentistas para auxiliar al gobierno de España. Hace un par de meses, en plena convulsión por la convocatoria del referéndum del 1 de octubre, el PdeCat ha apoyado el decreto que elimina los derechos de los estibadores, y, lo que es aún peor, ha permitido a Rajoy aprobar los presupuestos.

La operación "procés", "referendum", "dret a decidir", "autodeterminación de Cataluña", es una operación dirigida, orquestada y pagada por la casta de la burguesía implicada en las redes de corrupción que asolan la Comunidad.

Cuando Pascual Maragall, dirigente del PSC, que desde 1965 en que ingresó como economista en el departamento de urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona, era la mano derecha del ínclito Porcioles, cuyos planes urbanísticos han causado más desastres en la ciudad que los bombardeos de la aviación fascista italiana de 1937, se embarcó en la fatal aventura de cambiar el Estatut de 1979, que el pueblo ni reclamaba ni aún sabía de qué se trataba, comenzaba esta dramática deriva hacia el independentismo que nos ha trastornado a todos.

Maragall reunió innumerables cargos y presidencias de organismos europeos y regionales como corresponden a un legítimo miembro de la burguesía catalana de más altura. Cuando en 1999 se presentó a la Presidencia de la Generalitat, ansiosos como estaban los socialistas de conquistar el feudo de Pujol, a pesar de haber sido el candidato más votado, obtuvo menos escaños que su adversario debido al reparto de los mismos por circunscripciones. Y Pujol fue reelegido presidente de la Generalitat de Cataluña con el apoyo del Partido Popular y la abstención de Esquerra Republicana de Catalunya. Esa formación política revolucionaria, según podemos oír pronunciarse cada día a Joan Tardá.

Pasqual Maragall se convirtió en President de la Generalitat, al fin, en las elecciones 2003, cuando las formaciones de centroizquierda sumaron mayoría. Y Esquerra Republicana se decidió a apoyar a los socialistas -a pesar de ser "españolistas"- y el Pacto del Tinell con la coalicición rojiverde ICV-EUiA le permitió a Maragall llegar por fin a la tan ansiada Presidencia de la Generalitat, y a Esquerra alcanzar varias Consellerías. Y comenzó la operación del nuevo Estatuto de autonomía de Cataluña. A pesar de los múltiples avatares que tuvo que superar, de la campaña incesante que realizaron los medios de comunicación al servicio de la Generalitat, que son casi todos, en el referéndum que se convocó en 2006, la victoria del sí se obtuvo con el 49,4% de participación del cuerpo electoral. Y aún el 20,79% de esa escasa mitad de electores votó que no.

Antonio Elorza comenta en El País (24 de junio de 2006).
«Maragall: amarga victoria». El País. «Como el flautista de Hamelín, Maragall había ofrecido a Zapatero para que le siguiese un Estatuto destinado a reforzar "la España plural", elaborado en paz y concordia por los catalanes. Por mucho tiempo Zapatero se dejó guiar, hasta que comprobó que el proyecto del 30 de septiembre era un reto a la Constitución...Lo peor es que se trataba de un fracaso anunciado, desde que Pasqual Maragall enunció los principios en que se basaba su propuesta. El postulado de la singularidad nacional de Cataluña, pilar del preámbulo y del principio de bilateralidad, se apoya en una concepción tradicionalista, más que historicista, convirtiendo a los "derechos históricos" en raíz del autogobierno. Rara construcción para un demócrata. Por el mismo camino, Maragall enlazaba la idea moderna de la "eurorregión" nada menos que con el pasado de la Corona de Aragón. Todo giraba en torno a Cataluña, con España como entorno difuso, en la cual lo importante era que los catalanes se sintieran "cómodos.. Lo de mayoría es ya dudoso tras el 18-J; la estupidez de la comodidad, mejor olvidarla. Aun evocando más de una vez el federalismo, nuestro buen alcalde ha hecho imposible la construcción de una España federal.»
Era evidente que el fervor nacionalista se gestaba y alimentaba en las altas esferas de la sociedad catalana antes que en su pueblo.

Tres días antes de concluir las Olimpiadas, Maragall afirmó públicamente: "La próxima Olimpiada, la que deberá ganar Barcelona en los siguientes cinco años, será la de la austeridad y la calidad de vida". Ese fue el pistoletazo de salida para las políticas de recortes en los servicios públicos para la ciudadanía. Había que pagar los fastos incontrolados de las Olimpiadas.

Los que obtuvieron el gobierno después siguieron la misma estela del incompetente Maragall. Sobre todo Artur Mas, cuando se hizo con la Presidencia. Fue el que comenzó la etapa de liquidar los servicios públicos, con más rigidez y crueldad incluso que el gobierno central.

Algunos de los casos más polémicos de los últimos años son los recortes en los ambulatorios catalanes cuya partida pasó de 1.593 millones de euros en 2010 a 1.276 en 2014. El Sindicato de Médicos de Cataluña asegura que el Instituto Catalán de la Salud (ICS) perdió 1.064 médicos en cinco años. Más o menos el mismo número de enfermeros dejó de trabajar en la sanidad pública catalana. Según los sindicatos de enseñanza, la Generalitat destina 1.525 euros menos que hace seis años a cada alumno. Otros ejemplos de la austeridad son la estación de Sagrera, la plaza de las Glòries y la línea 9 del metro de Barcelona. Tres faraónicos proyectos de obra pública que rinden tributo a la mala gestión y el retraso continuo.

Esa austeridad no ha impedido que tanto el gobierno de Artur Mas como el de Puigdemont crearan decenas de embajadas y oficinas de negocios de la Generalitat en otros tantos países; que se hayan gastado millones en la continuada campaña a favor de la independencia que dura ya siete años; que se financien con dinero público todos los medios de comunicación y las organizaciones, empresas y entidades comerciales y bancarias que sean afectas al régimen, y que los negocios inmobiliarios hayan acumulado la desaforada fortuna que deriva de los escandalosos precios de los pisos de Barcelona.

En la acertada descripción de Salvador López Arnal "El partido que dirige el movimiento de un nuevo muro -Estado es heredero de los planes políticos económicos de los hijos y discípulos políticos del clan Pujol-Ferrusola, unos ladrones farsantes de altos vuelos y de largo recorrido". (Reconocido por ellos mismos)

En esta operación secesionista e insolidaria el pueblo de Cataluña ha tenido muy poco protagonismo. Únicamente el de los afectos a CiU y Esquerra, que han sido manipulados y convencidos por la propaganda de la Generalitat. Los muchachitos y muchachitas que durante dos días se han instalado en la puerta del Palacio de Justicia y de la Consellería de Economía, son el producto de 37 años de manipulación y lavado de cerebro a que los planes educativos pujolianos los han sometido.

Decidir que hay que apoyar las manifestaciones en Cataluña por ser populares es hacer un mal análisis de la situación. Los pueblos a veces apoyan a aquellos dirigentes que los conducen al desastre. Defender cualquier movimiento social sin basarse en principios y conocimiento de las causas sería tan torpe como defender las caceroladas y la huelga de camioneros contra Salvador Allende en Chile, los movimientos fascistas de Marie Le Pen, de Amanecer Dorado en Grecia, el gobierno de Viktor Orban en Hungría, del partido ultraderechista Alternativa para Alemania que acaba de entrar en el Parlamento.

El elemental análisis maniqueo que decide que hay que apoyar a Puigdemont y a Forcadell porque se enfrentan a Rajoy, solo conducirá a la izquierda a su propia irrelevancia.