En 1953 en la universidad de Standford se llevó a cabo un experimento con niños de 3 a 5 años. De forma natural y antes del experimento, los niños tenían como un hábito instaurado dibujar y colorear.

olympic medal
© Stephen Yang / Reuters
Los investigadores dividieron el grupo en tres:
  • Grupo de recompensa esperada: Los niños de este grupo fueron advertidos de que recibirían un premio si dibujaban.
  • Sin recompensa: A este grupo le indicaron que podían hacer lo que quisieran y no había ningún tipo de premio.
  • Grupo de recompensa no esperada: La pauta es la misma que para el grupo anterior, con la diferencia de que recibirían un premio si dibujaban. Premio para el que no habían sido advertidos.
El resultado que encontraron los investigadores es que el grupo A (recompensa esperada) son los que menos habían dibujado de los tres grupos y con menos interés en los dibujos. La pregunta es obvia, ¿Qué ha ocurrido?

La paradoja del incentivo

La paradoja del incentivo es un constructo que nace para explicar este fenómeno. Debemos diferenciar entre motivación extrínseca y motivación intrínseca. La primera atiende a cuando el reforzador es externo, es decir, cuando el objetivo es conseguir algo. La actividad que practicamos en sí misma no es motivadora, sino que sirve para conseguir algo que sí que lo es.

Por ejemplo; estudiar un examen para aprobarlo.

Mientras que la motivación intrínseca se refiere a cuando la propia situación es motivadora. Lo que entendemos popularmente por pasión, cuando algo nos seduce, capta nuestro interés o no reconforta hacer.

La paradoja del incentivo lo que viene a decir es que el uso de reforzadores externos es mucho menos potente que fomentar la motivación intrínseca, y que si tratamos de fomentar la motivación extrínseca podemos llegar a provocar desmotivación.

Esta cuestión es aplicable a numerosos casos de la vida cotidiana. Por ejemplo, podemos usar la paradoja del incentivo en el ámbito laboral.

¿Quién pensáis que esta más motivada laboralmente, una persona con un sueldo alto u otra con espíritu corporativista?

Seguramente el reconocimiento y sentirte parte del equipo o el proyecto, sea un factor de motivación mucho más importante que el premio.

Ojo, con esto no estoy queriendo decir que la motivación extrínseca no valga para nada ni que no deba existir, sino que habitualmente los tipos de refuerzos que usamos son los más efectivos.

Otro caso habitual que suelo encontrar en consulta y en el que podría aplicarse el mismo fenómeno es el caso de aquellas personas que constantemente están en búsqueda de la felicidad y la satisfacción consiguiendo cosas nuevas: un trabajo mejor, una vivienda más grande, un sueldo más elevado, pero qué al instante de conseguirlo, necesitan volver a plantearse el siguiente reto.

Por más que consiguen nunca llegan a saciarse. Quizás esto tenga que ver porque se motivan de forma extrínseca, pero realmente no disfrutan ni siente lo que están haciendo.

Ocurre igual en el caso de las adicciones y la decisión de abandonar el consumo de una sustancia o la actividad adictiva. La persona trata de motivarse a dejar la adicción pensando en la salud, en el trabajo o el dinero. Sin embargo, lo que hace que verdaderamente una persona se encuentre en disposición de abandonar una adicción es el sentido.

Encontrar un sentido significa vincularse con algo que es más importante que la adicción; algo que emocionalmente deseas ser.

En conclusión: Si quieres que cumpla, dame un incentivo. Si quieres que quiera cumplir, hazme partícipe.
Alejandro Vera - Grulla Psicología y nutrición