Traducido por el equipo de SOTT.net

Siguiendo los pasos de su ilustre predecesor Josef Goebbels, la señora Ursula Von der Leyen, presidenta no electa del "Cuarto Reich", ha impuesto la censura. En la infinita sabiduría de su pequeño cerebro, la señora Von der Leyen ha decidido que los habitantes de la UE, que sobrevivieron o escaparon a los pinchazos covid mortales que ella intentó imponerles con sus compinches de Pfizer, no estén expuestos a la propaganda rusa.

Putin
© ShutterstockEl presidente ruso Vladimir Putin
Por su propio bien, claro, porque eso es lo que los autócratas esgrimen siempre como principal justificación para imponer la censura. "Nosotros decidimos lo que es bueno para ti", es lo que a esa gente le gusta decir. Como el socio de Von der Leyen en el crimen, Blofeld nos dice desde su retiro suizo: "No tendráz nada y seráz felis". Sin embargo, la censura de la UE aún no se ha completado, pero avanza. Los pasos de ganso de los censores y sus columnas de cobardes colaboracionistas se oyen por todo el panorama de las redes sociales. Toda la información que no es del agrado de los gobernantes es tachada de "fake news" o "desinformación".

Cuando se mantiene a tanta gente en la oscuridad sobre tantos temas durante tanto tiempo, no es ninguna sorpresa saber que la mayoría de los europeos no tienen ni idea de lo que está ocurriendo realmente en Ucrania. Por supuesto, Rusia ya ha ganado la batalla, pero el Estado europeo y los medios de comunicación corporativos mantienen firmemente una narrativa mendaz y, a diario, difunden fuertes dosis de noticias falsas y desinformación. Cuando se repite lo suficiente, cualquier mentira acaba sonando a verdad. El Dr. Goebbels lo sabía y la Sra. Von der Leyen también. Huelga decir que esto crea cierta tranquilidad, aunque falsa.

Los medios de comunicación estatales y corporativos de Europa llevan más de una década atacando a Rusia y a Putin y han conseguido inculcar en la opinión pública la convicción de que es imposible que Rusia gane en Ucrania. Sugiriendo que Putin estaría lo suficientemente loco y desesperado como para iniciar una guerra contra la OTAN, también están ocupados preparando al público para un conflicto con Rusia. Aparte del hecho de que las armas rusas son mucho mejores y tecnológicamente más avanzadas que cualquier cosa en el arsenal de la OTAN, las fuerzas armadas occidentales están siendo destruidas desde dentro. Como están haciendo en Inglaterra, suprimiendo palabras "masculinizadas" como "rifleman", y prohibiendo el uso de términos como "chap". Las fuerzas armadas de la OTAN han estado admitiendo mujeres en masa, hasta el punto de que en algunos países hasta el veinte por ciento del personal es femenino. Se admiten mujeres en funciones de combate, incluso en unidades de fuerzas especiales. Dado que las mujeres no son rivales para los hombres en ninguna competición física, esto significa que la calidad de la mano de obra (¡¡término prohibido en inglés!!) [NdT: manpower en inglés] en toda la OTAN ha descendido drásticamente. A este respecto hay que señalar que en atletismo, dependiendo de la disciplina, los hombres superan sistemáticamente a las mujeres entre un diez y un veinticinco por ciento. Si a esto añadimos el hecho de que en al menos ocho países de la OTAN el ministro de defensa es una mujer, queda claro que la OTAN ya no es una organización que deba tomarse en serio.

En cualquier caso, en la firme creencia de que los guerreros neonazis de Ucrania están derrotando a Rusia, los europeos se centran en otras cuestiones como dónde pasar sus vacaciones de verano. E inmediatamente se sienten culpables, porque oyen y leen sobre el calentamiento global y ya están convencidos de que todo es culpa suya. Oyen y leen sobre los miles de jóvenes musulmanes y africanos a los que les gusta tanto "Occidente", sus mujeres y sus generosas limosnas que vienen a Europa a llevarse todo lo que pueden.

Los crédulos europeos oyen y leen sobre las muchas formas en que el mundo que heredaron está siendo destruido ante sus propios ojos. Pero esos mismos ojos no quieren ver ni registrar lo que realmente está ocurriendo. La disonancia cognitiva resultante queda sepultada bajo un incesante bombardeo propagandístico.

En las raras ocasiones en que se les permite, o más bien se les ordena, votar, depositan obedientemente su voto en unas elecciones que han sido amañadas de mil maneras. Un método de manipulación muy eficaz es la publicación de sondeos preelectorales. Cuando los resultados de las elecciones no coinciden con los pronósticos, los medios de comunicación estatales y corporativos los explican como un corrimiento de tierras o una sorpresa. Sin embargo, las verdaderas sorpresas quedan excluidas debido a los estrictos controles sobre qué partidos y candidatos pueden participar. Por supuesto, nunca habrá verdaderas sorpresas, porque ningún Estado permitirá que su destino se decida en unas elecciones abiertas.

Sin embargo, los europeos, como los obedientes y crédulos ciudadanos de todo el mundo, nunca se plantean por qué tendrían derecho a votar. En realidad, su voto no significa nada y, si lo significara, no tendrían derecho a votar. Las decisiones siempre las toman las élites, lo que no es en sí algo malo siempre que dichas élites se adhieran al adagio de "noblesse oblige". En la toma de decisiones, el bien común debería ser siempre el principio rector. Pero a las élites europeas no se les permite actuar según ese principio, porque desde 1945 ya no existe un bien común europeo autóctono.

Desde que Estados Unidos conquistó gran parte de Europa durante la Segunda Guerra Mundial, la ha mantenido bajo ocupación militar. En esencia, la Europa ocupada por Estados Unidos, organizada en la OTAN y la UE, no es diferente de aquellas partes de América Latina donde Estados Unidos lleva mandando desde 1898. La principal diferencia entre las dos es que en la América Latina dominada por Estados Unidos, la gente ha adoptado el béisbol como deporte nacional sin dejar de ser fieles a su lengua materna, el español. En la Europa dominada por Estados Unidos, la gente se ha mantenido fiel a su deporte favorito: el fútbol, como lo llaman sus señores imperiales, pero cada vez se pasan más al inglés en detrimento de sus lenguas maternas.

La mayor parte de lo que está mal en la Europa de hoy emana de la condición de estar bajo ocupación estadounidense. Ningún imperio aprueba el nacionalismo en cualquiera de sus formas. Precisamente por eso, desde los años sesenta se han introducido estrategias de reforma que destruyen familias y naciones. Comenzó con el feminismo, la "liberación sexual" y la propagación de una subcultura homosexual masculina visualmente prominente. Hoy todo gira en torno a lo "woke" y a la locura de género. Toda la agenda es abrazada oficialmente por el gobierno estadounidense como parte de su sistema de valores. Aunque no es impermeable a estas innovaciones atesoradas, en última instancia Estados Unidos está protegido por su posición geográfica entre dos vastos océanos y seguirá cosechando los beneficios de la superioridad económica de la que lleva disfrutando más de un siglo.

Sólo hay una forma de salir del lío en el que se encuentra Europa actualmente, y es que Rusia complete la Operación Militar Especial en Ucrania. Los verdaderos contornos de esa victoria y sus implicaciones más amplias son cada vez más visibles: toda la costa del Mar Negro pasará a formar parte de Rusia, la Ucrania occidental se repartirá entre Polonia, Hungría y Rumanía y lo que quede de Ucrania, unos doscientos mil kilómetros cuadrados de tierra fértil en su mayor parte, situada alrededor de Kiev, se convertirá en un Estado cliente ruso.

Es un poco más difícil prever qué será del resto de Europa: No es improbable que la OTAN y la UE se derrumben, pero ¿supondrá eso una retirada de Estados Unidos de sus Estados vasallos europeos?

Con la desaparición cultural y social de la Europa ocupada por Estados Unidos, ahora es Rusia la que se ha convertido en la encarnación de los valores y la cultura europeos. Como tal, Rusia tiene de nuevo la responsabilidad histórica, más bien la misión, de liberar al resto de Europa y devolverla a la cultura europea.

En el siglo XIX, Rusia liberó a Europa de la dominación francesa, en el siglo XX Rusia (como URSS) salvó a Europa de la dominación alemana, y es lógico que en el siglo XXI Rusia libere a Europa de Estados Unidos.