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© DesconocidoFrancis Galton, uno de los padres de la eugenesia
La palabra "eugenesia" no se escucha a menudo en nuestros días, y en general, cuando eso ocurre, se refiere a ella como una de las monstruosidades cometidas por el nazismo y otros regímenes totalitarios en contra de los derechos humanos.

Nacida al calor de la teoría de la evolución, esta pseudociencia propone la posibilidad del mejoramiento de los rasgos genéticos humanos mediante diversas formas de intervención, que incluyen la exploración fetal, la orientación genética y la esterilización selectiva de personas. Las ventajas de tales prácticas tendrían que ver con el mejoramiento del "pool" genético, el combate de la pobreza, y el ahorro en recursos de salud y seguridad social.

Hoy no existen mayores dudas de que estas teorías representan en los hechos una grave afrenta contra la vigencia de los derechos humanos. Lo que casi no se sabe, es que en los propios Estados Unidos, durante las décadas del '30 al '70 del siglo pasado, existieron varios planes estatales de imposición de estas prácticas aberrantes, que determinaron la esterilización compulsiva de más de 60.000 personas.

El Estado de Carolina del Norte, donde existió uno de los planes de eugenesia más agresivos, está evaluando en este momento indemnizar a las víctimas, personas que hoy superan los 60 años y que fueron esterilizadas por orden del Estado.

Como el lector habrá sospechado, se trata en general de personas de clase baja, que cayeron en las redes de este sistema durante la adolescencia por pertenecer a hogares disfuncionales, con bajo rendimiento escolar y problemas de adaptación social. No sorprenderá tampoco que, entre los afectados, la cantidad de negros y otras minorías raciales es desproporcionadamente alta.

Créase o no, la tarea de recolectar la información y eventualmente recomendar las vasectomías e histerectomías, era cumplida por asistentes sociales, que en muchos casos se valían de recursos de dudosa ética. En un caso, por ejemplo, un asistente social convenció a la madre de un joven que debía ser esterilizado "para que no lo acusaran falsamente de haber dejado embarazada a una chica".

Algunos casos fueron aún más aberrantes: una niña de 16 años, que había sido violada reiteradamente, y eventualmente embarazada por su padre, fue esterilizada a petición de este último.

Si bien existieron programas similares en otros treinta y un estados, el caso de Carolina del Norte, con 7.600 víctimas contabilizadas, representa el más grave de todos. En ello tuvo mucha influencia la presión ejercida por una autodenominada "Liga para el mejoramiento humano", que integraban varios empresarios y millonarios.

El Estado ya efectuó una declaración de disculpa pública dirigida a las víctimas en 2002, pero llegada la hora de indemnizarlas, la cosa no parece tan sencilla. No sólo porque no abundan ni el dinero ni las ganas de gastarlo, sino también porque resulta muy difícil determinar el monto a pagar a una persona a la que el Estado privó de una parte tan importante de su proyecto de vida como la procreación. La cifra en danza actualmente (veinte mil dólares) parece casi un insulto.

Curiosamente, y contra las predicciones de aquellos "iluminados" asistentes sociales, muchas de las personas que lideran el movimiento de reivindicación de las víctimas de la eugenesia, llevaron vidas fructíferas de trabajo e integración social, aunque nunca pudieron acceder a la paternidad.

La próxima vez que Estados Unidos emita una declaración sobre el estado de los derechos humanos en el mundo, habrá que recordar este atropello, cometido no ya contra civiles afganos o iraquíes (que al parecer para ellos no cuentan) sino contra su propia población más vulnerable.