La sonda Cassini también descubre en el hemisferio sur de la luna Titán lo que podrían ser dos mares secos.
luna de Saturno
© nasa.gov
El radar de la nave Cassini de la NASA ha descubierto sobre la superficie de Titán, una de las lunas de Saturno, un montículo gigante agrietado por inflarse con el calor, tal y como hace un bollo de pan en el horno.

Aunque Titán, el satélite más grande de Saturno, ya lleva ocho años siendo observado por la Cassini, esta misteriosa luna continúa sorprendiendo a la comunidad científica.

En un encuentro de la División de Ciencias Planetarias de la Sociedad Astronómica Americana que se celebra estos días en el estado de Nevada, EE.UU., varios científicos mostraron los resultados de los análisis de las imágenes tomadas por dicha sonda.

Entre ellas están las fotografías captadas en mayo que muestran un montículo con forma de bollo con una grieta en forma de cruz en su parte superior que mide aproximadamente 70 kilómetros de longitud.

Según los científicos, las acometidas calientes de magma podrían haber levantado y fracturado la superficie de este satélite, creando por tanto las fisuras en forma de cruz.

"Se trata de una característica del terreno que aún no se había visto antes en Titán", aseguró Rosaly Lopes, del equipo del radar de la sonda en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena,

California. Descubren también dos mares en el hemisferio sur

Éste no ha sido el único hallazgo de las últimas observaciones realizadas a través del radar de la nave Cassini. La sonda también recogió imágenes de las costas de dos mares antiguos, ahora secos o casi secos, que pudieron haber estado cubiertos de agua hace menos de 50.000 años. La directora de esta investigación, Ellen Stofan, dijo que Titán es el único lugar conocido, además de la Tierra, que tiene líquido estable en su superficie, aunque en el caso del satélite se trata de hidrocarburos y no de agua.

Hasta ahora, solo se habían visto inmensos mares en el hemisferio norte de Titán pero las fotografías de la sonda recogidas entre 2008 y 2011 sugieren que en el polo sur también hubo en el pasado un mar vasto y poco profundo.