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Los servicios de inteligencia de Estados Unidos no sólo han participado en la organización de golpes de Estado en otros países, sino que, paralelamente, sacan provecho económico especulando en los mercados financieros, asegura 'La Voz de Rusia'.

Especialistas de tres influyentes universidades concluyen que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), la CIA y otros servicios estadounidenses de Inteligencia no sólo tuvieron acceso a información clasificada de aquellos países en los que impulsaron golpes de Estado, sino que también la utilizaban con ánimo de lucro.

Se trata de un estudio comparativo realizado por la Universidad de California en Berkeley, la Universidad de Harvard y la Universidad de Estocolmo (Suecia), en el que se tomaron en cuenta los golpes de Estado en Irán y Guatemala en la década de 1950, el derrocamiento del presidente chileno Salvador Allende en 1973, y la operación fracasada contra Cuba en 1961.

Según los expertos internacionales, para el derrocamiento del presidente egipcio Hosni Mubarak en 2011, EE.UU. invirtió 150 millones de dólares sólo a través de organizaciones no gubernamentales. Está claro que este tipo de inversión debe ser recuperada. ¿Jugó también este factor su papel en el derrocamiento del presidente Morsi?

Decir que el derrocamiento de los regímenes "hostiles" a EE.UU es el objetivo principal de los servicios de Inteligencia en EE.UU. es como dice el refrán, "un secreto a voces", según 'La Voz de Rusia' .

Los intereses geoeconómicos se pueden rastrear con claridad. Solo basta recordar la declaración del influyente diplomático estadounidense de la primera mitad del siglo XX, George Kennan, que a la hora de instruir a los cuerpos diplomáticos de EE.UU. en América Latina, les habló de "la necesidad de actuar de manera pragmática, protegiendo las reservas de minerales que se encuentran a disposición de Estados Unidos".

También es bien sabido que poco antes del comienzo de la operación militar occidental en Libia, el país que entonces gobernaba Muammar Gaddafi había adoptado una serie de medidas para debilitar la posición de las empresas extranjeras en el mercado nacional de petróleo. En particular, su gobierno anunció una revisión del acuerdo en materia de concesiones que reducía del 52 al 20% el porcentaje del petróleo que podían explotar las empresas occidentales. Esto hizo que muchos expertos se refirieran a la operación de la coalición occidental en Libia no como "intervención humanitaria", sino como "guerra por el petróleo".

Sin embargo, la investigación conjunta de expertos de EE.UU. y Suecia reveló que, además de velar por sus intereses geopolíticos y geoeconómicos, la CIA y la NSA también especulaban en la bolsa de valores para sacar provecho de sus actividades subversivas.

El sistema era muy simple. Las fuerzas especiales filtraban información privilegiada acerca de las operaciones subversivas a las empresas transnacionales y otros participantes del mercado bursátil, quienes la utilizan para maximizar conjuntamente sus beneficios.

En particular, se trataba de aumentar el valor comercial de las acciones de las empresas que tenían participación en uno u otro país, así como interés en la desnacionalización de las industrias estratégicas. Ese fue el caso, en particular, en Guatemala y Chile, donde gobiernos antiimperialistas anteriores habían nacionalizado activos estadounidenses.

La información privilegiada de que en poco tiempo estos activos volverían a sus antiguos propietarios como resultado de un golpe de Estado permitía a sus propietarios obtener miles de millones de dólares en ganancias.

El mundo actual está dominado por la fuerza y "el significado de las palabras lo define un juego de músculo". Esta es la opinión del filósofo y lingüista Noam Chomsky, uno de los expertos estadounidenses de mayor reconocimiento a nivel mundial en el campo de la geopolítica. La experiencia demuestra que los servicios de inteligencia estadounidenses y las empresas transnacionales relacionadas con ellos han aprendido a convertir con éxito estos juegos geopolíticos en beneficios específicos para su propio bolsillo.