© NASAPeter Jenniskens en busca de los meteoritos en el desierto de Sudán y detalle de uno de ellos (abajo).
Los científicos identifican restos de varios objetos celestes fusionados en el bólido de casi 60 toneladas que estalló sobre Sudán en 2008
Cualquier meteorito que llegue a la Tierra se convierte en una piedra fascinante y, para los científicos, en una valiosa muestra del espacio, del Sistema Solar, que pueden estudiar en sus laboratorios.
Pero el bólido 2008 TC3, de casi 60 toneladas y el tamaño de un coche, que estalló sobre el desierto de Sudán hace un par de años, tuvo una especial notoriedad científica desde antes incluso de llegar: fue el primero que se avistó con horas de anticipación a su entrada en la atmósfera, fue seguido después por el cielo antes de caer en la Tierra y luego los especialistas pudieron recoger trozos en el suelo y llevarlos a sus laboratorios.
Ahora han presentado las conclusiones de sus análisis exhaustivos y afirman que el bólido, seguramente un trozo de un asteroide progenitor desconocido, era una mezcla de al menos 10 tipos diferentes de meteoritos. La mayor parte de los fragmentos de 2008 TC3 recuperados en el desierto de Nubia son ureilitas, un tipo raro de meteoritos, y el resto son similares a las condritas, mucho más comunes.
El 2008 TC3 fue descubierto en el cielo por un telescopio de la NASA en Arizona (EE UU), a principios de octubre de 2008. Los cálculos indicaron que mediría unos cuatro metros de diámetro y que estaba en trayectoria de entrada en la atmósfera terrestre. Observatorios y astrónomos de todo el mundo se pusieron a seguir el objeto, que viajaba a uno 44.500 kilómetros por hora, y a calcular la zona de impacto; 19 horas después del hallazgo, el meteorito se desintegró, el 7 de octubre de 2008, a casi 37 kilómetros de altura sobre Sudán con un espectacular estallido.
Empezó entonces la búsqueda de fragmentos que hubieran podido llegar al suelo, una operación nada fácil en el desierto Fue como buscar una aguja en un pajar, recuerdan los científicos. Tres campañas dirigidas por Peter Jenniskens (investigador de la NASA y del Instituto SETI), en colaboración con colegas sudaneses y estudiantes de la Universidad de Jartum, cosecharon casi 600 trozos del meteorito con un peso total de 10,5 kilos.
Eran fragmentos negros, porosos, rocosos y redondeados, según informaron los expertos. Fue entonces cuando el 2008 TC3 recibió otro nombre, Almahata Sitta, que significa en la lengua local Estación Seis, donde para el tren en la zona del norte de Sudán en que se encontraron las piedras caídas del cielo.
Ahora, tras estudiar los fragmentos, los equipos científicos de varios países dan a conocer los resultados en 20 artículos publicados en la revista
Meteoritics and Planetary Science. Doug Rumble, geofísico de la Carnegie Institution, y Muawia Shaddad, de la Universidad de Jartum, han analizado 11 fragmentos de 2008 TC3 centrándose en los isótopos de oxígeno y han encontrado en las ureilitas toda la gama conocida de las mismas. Su conclusión es que el cuerpo progenitor, el asteroide desconocido del que se habría fragmentado el bólido que llegó al cielo de Sudán, también tenía esa diversidad de isótopos de oxígeno, probablemente debido a las circunstancias de su formación.
Los científicos creen que el asteroide, como otros objetos, se formaría hace millones de años por mezcla de diferentes cuerpos, colisionando, fragmentándose en trozos y agregándose, lo que se denomina una brecha. "Estos objetos son sondas de la química presente en las fases iniciales de la formación del Sistema Solar", explica Josep María Trigo, especialista del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC-IEEC).
Daniel Glavin, de la NASA, ha identificado en muestras del meteorito de Sudán pequeñas cantidades de hasta 19 aminoácidos, los ladrillos de las proteínas. Se habían encontrado antes en las muestras del cometa Wild 2 tomadas por la nave
Stardust y en varios meteoritos ricos en carbono, pero no se esperaban en este de Sudán: las altas temperaturas (superiores a los 1.100 grados centígrados) que se generarían en su formación habrían destruido cualquier molécula orgánica compleja. Algunos minerales que solo se forman a temperaturas extremas indican que 2008 TC3 se originó efectivamente en una violenta colisión, pero los científicos sugieren que se pudieron formar aminoácidos por reacciones de los gases a medida que el asteroide se fue enfriando.
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