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El secretario del Tesoro estadounidense, Jack Lew, repite la advertencia casi a diario: si los demócratas y republicanos no se ponen de acuerdo pronto, Estados Unidos volverá a estar al borde del abismo financiero.

Este viernes vence la "tregua" en lo que respecta al límite de deuda. No hay tiempo, el Congreso tiene que actuar y extender de inmediato el techo, alerta Lew.

En realidad, el acuerdo debería llegar antes del viernes, ya que después de esa fecha queda poco tiempo para evitar el default. Utilizando todos los trucos financieros posibles, el país podría hacer frente a los pagos como mucho hasta finales de febrero, alerta Lew. Después de eso la mayor economía del mundo podría entrar en cesación de pagos, con consecuencias imprevisibles para la coyuntura mundial.

El miedo de Lew se basa en la duda de si los republicanos volverán a protagonizar un enconado enfrentamiento o si podrán llegar a un acuerdo de mínimos con el gobierno del demócrata Barack Obama. El líder republicano, John Boehner, sigue sin dar una respuesta clara.

En octubre de 2013, Estados Unidos se asomó al abismo y el mundo financiero temblaba. Hasta el último minuto los dirigentes no llegaron un compromiso que permitió a Washington acceder a dinero fresco.

Además, las dos partes estaban enzarzadas en otro conflicto por el presupuesto, que llevó a dos semanas de parálisis de la administración. Las consecuencias fueron muy graves: se cerraron oficinas públicas y cientos de miles de funcionarios fueron enviados a casa con vacaciones forzadas. Los costes del cierre o "shutdown" ascendieron a unos 24 mil millones de dólares (17 mil 700 millones de euros), según la estimación de la agencia Standard & Poor's.

El acuerdo al que se llegó entonces tuvo un problema, y es que no se elevó el techo de deuda, sino que republicanos y demócratas optaron por el truco de extender el plazo... hasta el 7 de febrero. En la actualidad la deuda del país llega a la mareante cifra de 17.3 billones de dólares (unos 12.7 billones de euros).

¿Y qué pasará ahora? Los republicanos no han establecido una estrategia clara. La semana pasada se reunieron para un debate interno, pero todo apunta a que no llegaron a una conclusión. "Los republicanos de la Cámara de Representantes terminaron sus sesiones de análisis durante tres días con la unanimidad sobre su discordia", apuntó con ironía el "New York Times".

"Nadie quiere caer entrar en default por nuestra deuda", dijo Boehner el martes. Pero añadió: "Hay que hacer algo a favor del empleo y la economía". Si con eso quiso decir que vincularía su aprobación a otras exigencias políticas, volverá a encontrarse con la negativa de Obama.

En octubre, el grupo radical Tea Party se impuso a la mayoría más moderada dentro del partido y exigió a cambio de elevar el techo de deuda una serie de condiciones que habrían significado el fin de la reforma sanitaria de Obama. Pero el presidente se mantuvo firme y los republicanos tuvieron que dar marcha atrás ante la presión pública. Desde entonces se lamen las heridas.

Por otra parte, hay una luz al final del túnel: republicanos y demócratas podrían también acordar el presupuesto para un año, después de que en los últimos tiempos el Congreso fuera aprobando los fondos poco a poco y apenas para un plazo de un par de meses.

La influyente senadora demócrata Patty Murray se mostró segura de que los republicanos acabarán por ceder. "Como todos saben, ya lo han intentado antes. Y la lección aprendida es que la cosa termina siempre con otra subida del techo de deuda". Pero el secretario Lew está más nervioso y recuerda que hay que actuar rápido.