Hablando de calor, uno de mis familiares en Bogotá, Colombia, me escribió para decirme que estaba lloviendo a chorros. Hace un par de años, en 2007, un evento similar también tuvo lugar en Bogotá, en el que una granizada estuvo tan fuera de lo común que llegó a ser noticia a nivel mundial.

Ice Age
© Inconnu
Hace un par de días solamente, un evento similar volvió a ocurrir y lo publicamos en SOTT. Como deben saber los lectores regulares de nuestra página, cambios en los patrones climáticos es algo que nos gusta seguir, y cuando encontramos tendencias como éstas no podemos evitar sentirnos como que nos encantaría estar equivocados acerca del destino de nuestro planeta.

granizo bogota hail
© Twitter @LaliPortAlgunos bogotanos aprovecharon para disfrutar de la granizada.
Granizo en Bogotá no es para nada inusual, tal y como en la mayoría de lugares alrededor del trópico, lo inusual del evento es la cantidad de precipitación y lo rápido que ocurrió, más allá de lo divertido que este tipo de experiencias trae para los habitantes del trópico, a lo que se debería prestar atención es a la frecuencia con lo que está ocurriendo. Justo en Febrero, Quito, Ecuador, vivió una situación parecida.

En términos de un universo simbólico, o si quieren irse por la vía religiosa (un mensaje de Dios) me gustaría interpretar esto con cabeza fría.

Para los proponentes de la teoría del calentamiento global causado por el hombre, este tipo de eventos son imposibles, no deberían ocurrir, es más, deberíamos vivir en un planeta sin osos polares. Pero esto no es lo que nos dice el planeta. Nos estamos enfriando, tanto así que los trópicos se están congelando, sólo fíjense como estuvo el mes de febrero en el planeta:


Hablando de la tormenta de hoy, esto es lo que la gente decía, solo fíjense y díganme si esto no parece mas característico de zonas de latitudes mas altas o bajas, donde hay estaciones, y nieve, y osos polares, y a propósito, en el hemisferio norte el invierno simplemente parece no querer irse:




Es de esperar el clima extremo en los lugares más cercanos a los polos, cuando llegan noticias de súper tormentas, no importa lo inusuales y severas que sean, de alguna manera las personas parecen entenderlas como algo posible, de esperarse. Cuando este tipo de tormentas ocurren en lugares como la línea del ecuador, es otra historia, especialmente cuando ocurren con tal frecuencia.

Tal precipitación puede ocurrir como parte de una serie de eventos conectados: lo silencioso del sol que causa bajas temperaturas, y una baja impresión de energía (desde un punto de vista eléctrico) en los sistemas climáticos del planeta, lo que causa oscilación inusual de las corrientes de aire que dividen los trópicos, esto permite que las temperaturas se filtre entre zonas y congele el agua que debería haber sido un aguacero, y termine por convertirse en una granizada épica.

Agreguemos a esto el panorama en el cielo y nuestro vecindario cósmico inmediato, el incremento en la ultima década de reportes de avistamiento de bolas de fuego podría indicar una sobrecarga en la atmosfera de polvo cometario, lo que le otorga al agua un vehículo de condensación, en otras palabras, más gotas de agua, más grandes y más pesadas. Agreguemos a esto la alta actividad volcánica, teniendo en mente que la mayoría de los volcanes residen bajo el agua, esto otorgaría el suficiente vapor para que esta condenación en mayor cantidad sea posible.

No solo esto, sino que se ha comprobado que bacterias y otros organismos pueden sobrevivir al viaje cósmico y terminar flotando en nuestra atmósfera, traídos de quién sabe dónde, y ser llevados a tierra por eventos como los de Bogotá y Quito.

Como dije arriba, a veces uno quisiera estar equivocado, y espero estarlo, pero un evento como éste tiene implicaciones mucho mayores para el planeta y todos los que vivimos en él. Por ahora, sigamos disfrutando del blanco hielo en las calles y prestando atención a las señales, ya que cada vez se hacen más y más difíciles de ignorar, y quién sabe, tal vez el frío no nos venga tan mal después de todo.