No mucha gente ha oido hablar del Monte Paektu, pero para los vulcanólogos es "un dragón dormido". El volcán, ubicado en la frontera de China y Corea del Norte, fue escenario de una de las mayores erupciones de la historia, la llamada "Erupción del Milenio", en el año 946 a.C.

Se dice que la montaña desató energía equivalente a 100 millones de bombas atómicas de tipo "Little Boy", las utilizadas en la ciudad japonesa de Hiroshima al final de la Segunda Guerra Mundial.
volcán Paektu
© GettyEl espectacular lago del cráter del volcán Paektu o Changbai está entre la frontera de China y Corea del Norte.
Y liberó unos 100 kilómetros cúbicos de lava, cenizas y bombas volcánicas a velocidades supersónicas.

Pero a pesar de su potencial peligro y enorme tamaño, se conoce muy poco sobre la fuente de esta energía, el volcán de 2.744 metros de altura que en China se llama Chángbáishan (Montaña Siempre Blanca).

El Paektu, igual que casi todo lo que ocurre dentro de Corea del Norte, está rodeado de misterio.

En el año 2000, sin embargo, la montaña comenzó a emitir poderosos estruendos.

Y quizás preocupadas por la posible actividad del volcán, las autoridades norcoreanas tomaron una medida sin precedentes: por primera invitaron al país a un equipo internacional de científicos para analizar lo que está ocurriendo en el Paektu.

Los investigadores de las universidades de Londres y de Cambridge, en Inglaterra; del Proyecto de Educación Ambiental de Pekín, China, y del Servicio Geológico de EE.UU., junto con la Administración de Terremotos de Pyonyang acaban de publicar sus primeros hallazgos sobre el Paektu en Science Advances.

Encontraron que, en efecto, hay ciertos signos de actividad volcánica.
volcan corea
© GettyPor primera vez Corea del Norte permitió a científicos de Occidevolcan coreante entrar al país para estudiar el volcán.
Descubieron una "extensa" capa de roca parcialmente fundida en la corteza debajo del volcán.

John Hammond de la Universidad de Londres, uno de los investigadores involucrados, le dijo a la revista New Scientist que es "raro" observar magma parcialmente fundido en la corteza.
"Es una mezcla pastosa de roca y cristales fundidos que se extiende bajo la corteza a unos 35 kilómetros de profundidad", dice el investigador.
Este fenómeno, explica, podría ser una fuente de magma de erupciones pasadas y podría estar asociada con la reciente actividad volcánica del Paektu.

Pero la buena noticia, dicen los investigadores, es que no encontraron indicios de magma líquido acumulado cerca de la superficie.

Lo cual significa que aun no se está formando otra erupción catastrófica.
"Uno de los desafíos ahora es ir más allá de simplemente decir que hay magma en la corteza, y descubrir cómo está formándose, cuánta hay y cuáles son las implicaciones", explica Hammond.
Agrega que cuando el magma se acumula en cierta cantidad y a cierta presión excesiva, es cuando ocurre una erupción.

Por lo tanto los científicos planean seguir investigando el fenómeno, quizás durante los próximos cinco o 10 años.

Rara colaboración

Los científicos occidentales fueron invitados a colaborar con Corea del Norte porque la Administración de Terremotos de Pyongyang, encargada de estudiar el volcán, necesitaba tener acceso a equipo y asesoría científica especializados.

Los vulcanólogos del Proyecto de Educación Ambiental de Pekín ya habían estado monitoreando el Chángbáishan desde el otro lado de la frontera, pero querían más información sobre el lado coreano de la montaña.

De manera que Pyongyang decidió permitir una colaboración internacional desde que comenzaron a escucharse estruendos sísmicos y a verse protuberancias sospechosas en y alrededor del volcán entre 2002 y 2005.

Los investigadores de Reino Unido y EE.UU. llegaron a Corea del Norte en 2011 e instalaron seis sismógrafos a unos 60km del volcán, para detectar ondas sísmicas de terremotos en otras partes del mundo que atraviesan la tierra debajo del Paektu.

Estas ondas sísmicas, explican los científicos, viajan a velocidades diferentes a través de rocas sólidas y fundidas, lo cual puede ofrecen información importante sobre lo que está ocurriendo debajo del volcán.

Y después de tantos años de colaboración, los científicos "se llevan de maravilla".

Tal como le comentó John Hammond a New Scientist, "durante el día conversan (con un intérprete) sobre geología y en la noche suelen ir a un restaurante a cenar o a divertirse a un bar de karaoke".