Muchos estudios han evidenciado los problemas que ocasionan en la salud de las personas las fumigaciones con glifosato, ingrediente activo del Roundup, el herbicida de amplio espectro de la trasnacional Monsanto.
glifosato
Incluso recientemente el glifosato fue considerado como potencial cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Este producto químico -elaborado para erradicar las malezas de ciertos cultivos transgénicos- se ha asociado a enfermedades como alergias, Alzheimer, afecciones cardiovasculares, distintos tipos de cáncer, etc. y recientemente una investigadora estadounidense advirtió otro dato inquietante relacionado a los agrotóxicos: cada vez nacen más niños con autismo.

El autismo es un trastorno del neurodesarrollo que se caracteriza por la alteración en las interacciones sociales, problemas para comunicarse y comportamiento restringido y repetitivo. Los padres generalmente notan estos signos en los dos primeros años de vida de su hijo y esto los hace sufrir tanto a ellos, como a la familia y al niño afectado.

Al ver que las cifras de casos de autismo en EE.UU. estaban en aumento, Stephanie Seneff una científica del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) quiso investigar si había alguna relación entre este patrón y las fumigaciones con glifosato y adivinen que encontró: la evidencia apunta a la alta toxicidad por el uso excesivo de glifosato a través del herbicida Roundup de Monsanto en nuestra comida.
"...señala a los transgénicos como un importante contribuyente a las enfermedades neurológicas en los niños..."
Durante más de tres décadas, Stephanie Seneff, ha investigado la biología en relación a la tecnología y ha publicado más de 170 artículos revisados ​​por pares académicos. En los últimos años se ha centrado en la relación entre la nutrición y la salud, abordando temas tales como el Alzheimer, el autismo y las enfermedades cardiovasculares, así como el impacto de las deficiencias nutricionales y las toxinas ambientales en la salud humana.

La investigadora señala a los transgénicos como un importante contribuyente a las enfermedades neurológicas en los niños. En una conferencia reciente, la Dra. Seneff dijo: "al ritmo actual, en 2025, uno de cada dos niños serán autistas".

Estudios realizados en 2014 evidenciaron que uno de cada 68 niños en los Estados Unidos nacen con autismo.

Asimismo en todo el mundo el autismo es la deficiencia del desarrollo de más rápido crecimiento, con un aumento de las tasas en casi un 120% desde el año 2000 y -a su vez- los costos de los tratamientos son muy altos ya que no solo incluyen al niño sino a toda la familia.

El uso intensivo del Roundup de Monsanto comenzó en 1990 y continuó aumentando desde entonces. Mientras tanto, el número de niños con autismo ha pasado de 1 en 5.000 en 1975, a 1 en 68 en la actualidad, una estadística desconcertante y frustrante que no muestra signos de desaceleración y que se correlaciona fuertemente con el aumento en el uso de glifosato.

¿Alimentos seguros?

Los cultivos son rociados con productos químicos en la cosecha, pero no solo ellos se contaminan sino que el agua, la tierra, el aire, los animales y las plantas alrededor también quedan impregnados de esa nociva sustancia.

Excepto los alimentos orgánicos o certificados como "no OGM", todos los demás contienen rastros de glifosato.

Esto significa que estamos consumiendo glifosato en casi todos los alimentos, y esto está causando enfermedades graves.

La Dra. Seneff dice que aunque los rasgos de glifosato en cada alimento en cuanto a cantidad quizás no sean grandes, su efecto acumulativo es lo que más le preocupa.

Asimismo se han encontrado rastros de glifosato en la sangre y en la orina de personas que residen tanto en zonas agropecuarias como en las urbanizadas, incluso en algunas mujeres embarazadas y en las células fetales.

Por otro lado, la Dra. Seneff señaló que gran parte de la comida en las góndolas de comestibles contienen maíz y soja genéticamente modificados, todos con pequeñas cantidades de glifosato. Esto incluye los refrescos endulzados con alto contenido de fructosa transgénica, jarabe de maíz, papas fritas, cereales, dulces, e incluso barras de proteína de soja.
"...Es hora de volver a lo natural, de fertilizar sin químicos, de recobrar los sabores y propiedades naturales de los alimentos..."
Del mismo modo, gran parte de nuestra carne y aves de corral también se alimentan con una dieta de soja y de maíz transgénico, que también contienen trazas de glifosato. En conclusión, hay muy pocas formas de escapar a esta sustancia en nuestros alimentos.

Ganado alimentándose

Cada vez más son los indicios de que esto tiene que cambiar; no podemos seguir alimentando un modelo agropecuario que paradójicamente no alimenta, sino que solo causa daño, enfermedades, contaminación y muerte.

Es hora de volver a lo natural, de fertilizar sin químicos, de recobrar los sabores y propiedades naturales de los alimentos y de recuperar la salud del planeta Tierra y la de sus habitantes.