(Francia) - François Fillon, de 62 años, confirmó los pronósticos y fue escogido el 27 de noviembre como el candidato del centro derecha en Francia. Tras dar la campanada en la primera vuelta de las primarias, en la que obtuvo el 44% de los votos, el ex primer ministro de Sarkozy se impuso con claridad en la segunda vuelta con el 66,5% de los sufragios ante al alcalde de Burdeos, Alain Juppé (33,5%).
François Fillon
© FlickrFrançois Fillon, durante un debate en la Asamblea Nacional.
Ignorado durante meses por los medios y los sondeos, el tapado de las primarias se ha convertido ahora en el gran favorito de las elecciones presidenciales, que se celebrarán entre abril y mayo de 2017. Según los sondeos, Fillon ganaría la primera vuelta con el 30% de los votos, y se impondría netamente en la segunda vuelta a la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen.

La sorprendente victoria de Fillon refleja la derechización creciente de la sociedad francesa. Cerca de 4,3 millones de personas votaron en las primeras elecciones primarias que organizaba la derecha republicana para escoger a su candidato, mientras que cinco años atrás lo hicieron 2,7 millones en las primarias del Partido Socialista. En esta ocasión, los votantes conservadores han dado la espalda al discurso vulgar y xenófobo del expresidente Nicolas Sarkozy, pero también a la defensa de una sociedad tolerante y multicultural que ha realizado Juppé. Han preferido, en cambio, el mensaje ultraliberal de Fillon. Su fórmula del éxito ha sido saber combinar la imagen gaullista de un líder fuerte e impoluto con su voluntad de aplicar un plan de choque económico inspirado en la revolución conservadora de la ex primera ministra conservadora Margaret Thatcher.

"Hay en nuestro país una inmensa necesidad de respeto y orgullo. Hay también una llamada a la autoridad del Estado y a la ejemplaridad de aquellos que lo dirigen", afirmó Fillon en el discurso que pronunció para celebrar su victoria el domingo 27 de noviembre en su sede electoral. Afirmó, además, que los votantes de la derecha habían visto en él "los valores franceses a los que se siente ligados".

"Los simpatizantes de la derecha quieren un nuevo De Gaulle y han considerado que el candidato con una mayor altura política era Fillon", explica el analista político Philippe Breton. Según la periodista de Mediapart Ellen Salvi, el resultado de las primarias se explica por "el antisarkozismo que comparten buena parte de los votantes conservadores", que estaban decepcionados con el expresidente por sus polémicas constantes y los numerosos casos judiciales en los que está involucrado. "¿Quién se imagina un solo instante al general De Gaulle procesado por la Justicia?", denunció Fillon en un mitin a finales de agosto. Presente a lo largo de la campaña, esta frase simbolizó la supuesta ejemplaridad del ex primer ministro, que a diferencia de Sarkozy y Juppé, no ha sido encausado judicialmente.

Un pasado vinculado al gaullismo social

Nacido en el departamento de la Sarthe (noroeste de Francia) en el seno de una familia burguesa y católica, Fillon heredó desde su juventud los valores gaullistas. "Recorté la fotografía del general De Gaulle de un diario y la pegué en la pared de mi habitación, cuando tenía catorce años", explica él mismo en su obra autobiográfica Faire. Tras un fugaz paso por el periodismo en las redacciones de la AFP en Francia, Madrid y Bruselas, su carrera política empezó en 1976 como asistente de Joël Le Theule, que era entonces diputado de la Sarthe.

La muerte repentina de su mentor político hizo que Fillon se convirtiera en 1981 en el diputado más joven de la Asamblea Nacional. Durante los años ochenta, ejerció como diputado, senador y alcalde en el valle de la Sarthe, donde es propietario desde hace quince años de un château. Consolidó, entonces, su carrera política gracias a su implantación electoral entre los votantes rurales de esta zona. Además de los valores tradicionales de la burguesía provincial, como la familia y el catolicismo, tuvo como referente político el gaullismo social de Philippe Seguin. Esta afiliación lo llevó a votar en contra del Tratado de Maastricht en el referéndum de 1992.

Fillon ocupó a lo largo de la presidencia de Jacques Chirac las carteras ministeriales de Telecomunicaciones, Asuntos Sociales, Educación Nacional y Enseñanza Superior. No obstante, los conflictos de facciones en el seno de la derecha francesa entre el mismo Chirac y su delfín Alain Juppé contra Édouard Balladur y Nicolas Sarkozy hicieron que Fillon terminara convirtiéndose en un fiel aliado de éste último.

Aunque Fillon ejerció como primer ministro durante los cinco años de la presidencia de Sarkozy, su relación se vio enturbiada por la omnipresencia del polémico presidente. Éste desairó las funciones de su primer ministro, al que consideraba un "colaborador" que se dedicaba a ejecutar sus decisiones. Estas tensiones se acentuaron después de la llegada al poder de François Hollande y el amago de jubilación política de Sarkozy. En noviembre de 2014, el diario Le Monde reveló que Fillon se había reunido con el secretario general del Elíseo, Jean-Pierre Jouyet, para pedirle que el gobierno socialista acelerase las investigaciones judiciales en las que estaba involucrado Sarkozy.

Derecha y recortes

"En las cuestiones económicas y sociales, existen bastantes más similitudes que diferencias entre Fillon y Sarkozy", explica Vincent Tournier, profesor de Ciencias Políticas en Sciences Po Grenoble. La periodista Ellen Salvi apunta que el pasaje de Fillon de un gaullismo social a un gaullismo thatcheriano es el resultado de la derechización progresiva de la sociedad francesa. Según describió el sociólogo Emmanuel Todd en su obra Después de la democracia, la victoria de Sarkozy en 2007 reflejó el incremento del individualismo y de las tensiones identitarias en el seno de la sociedad francesa. "El sarkozismo ha cuestionado los valores tradicionales y humanistas de la derecha francesa y ha esparcido un lenguaje racista entre los votantes conservadores", afirma Salvi.

"Como hizo Sarkozy en 2007, Fillon está basando su campaña en torno a la idea de presentarse como un hombre nuevo que quiere llevar a cabo una ruptura", explica Tournier. En una entrevista publicada en el diario británico The Telegraph, en el verano de 2014, Fillon reivindicó que con su programa político quería infligir "un choque político, económico y psicológico". "Me gustaría dejar en la historia una huella igual de fuerte que la que dejó la señora Thatcher", añadió.

Según la doctrina del choque de Fillon, la economía francesa sólo podrá recuperar la senda del crecimiento si se suprimen 500.000 puestos de funcionarios a través de la no sustitución de los que se jubilen, se reduce el gasto público en 100.000 millones de euros (cerca del 1% del PIB francés) durante los próximos cinco años, se alarga la edad de jubilación de los 62 a los 65 años y se suspenden las 35 horas de trabajo semanal. Además, quiere reducir en 40.000 millones las cargas empresariales y suprimir el impuesto a las grandes fortunas, que sólo afecta al 1,7% de la población.

"Una mala noticia para el Frente Nacional"

Este conservadurismo también se refleja en sus propuestas en materia de lucha contra el terrorismo. Fillon defiende algunas de las medidas fetiche del Frente Nacional, como la retirada de la nacionalidad francesa a todos los binacionales acusados de terrorismo y la prohibición del retorno a Francia de los franceses que hayan viajado a Siria o Irak para combatir. En materia de derechos civiles, se declara contrario al aborto, aunque no quiere restringir este derecho, según ha matizado. Unas posiciones reaccionarias que le han permitido obtener el apoyo de la organización islamófoba Risposte Laique y del movimiento tradicionalista católico La Manif pour Tous, que ha sacado a cientos de miles de personas a la calle en contra del matrimonio homosexual.

"Me parece que la victoria de Fillon es una mala noticia para Marine Le Pen", asegura Breton. "Por primera vez, el Frente Nacional corre el riesgo de que otro partido lo adelante por su derecha en cuestiones de seguridad e inmigración", explica Tournier. Con su programa radical, Fillon aspira a recuperar a una parte del electorado tradicional del gaullismo que durante estos últimos años ha sucumbido al canto de las sirenas del lepenismo. No obstante, su proyecto de construir una derecha neoliberal y autoritaria puede dar alas el desencanto de los electores más moderados. Lo que favorecería las perspectivas electorales del candidato business friendly Emmanuel Macron o del humanista católico François Bayrou, que aún no ha decidido si se presentarás a las elecciones de 2017.

"Fillon ha captado el descontento respecto a la clase política que existe entre los votantes tradicionales de la derecha", afirma Salvi, "ahora nadie se acuerda de que fue el primer ministro de Sarkozy durante cinco años". Aunque lleva cuarenta años en la política, parece haber encarnado el Donald Trump de las primarias de la derecha francesa. El Donald Trump de los votantes rurales y católicos, pero también de las clases medias y altas. El hombre de hierro que se viste de líder gaullista.