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¿Hasta qué punto pueden influenciarnos las opiniones de los demás sobre cuestiones algo subjetivas? ¿Podemos cambiar de opinión sin ser conscientes de ello, a causa de otra distinta a la que teníamos, incluso si no tiene ningún fundamento lógico y en realidad ha sido generada de manera arbitraria por un ordenador?

Jamil Zaki, Jessica Schirmer, y Jason Mitchell de la Universidad de Harvard se han valido de escaneos cerebrales para mostrar lo que sucede en nuestro cerebro cuando hacemos caso de las opiniones de otros. Esos cambios de opinión se pueden rastrear en dos regiones del cerebro, específicamente en la corteza orbitofrontal y en el núcleo accumbens. Estas regiones evalúan las cosas por las que nos sentimos recompensados y que valoramos; cosas primitivas como el agua y la comida, y cosas con significado social como el dinero.

Para investigar cómo influye el entorno social en nuestras valoraciones sobre cuánto nos gusta algo, los investigadores usaron un indicador fiable de valores compartidos y que también está sujeto a un alto grado de subjetividad: la belleza física.

A catorce hombres con edades entre los 18 y los 26 años se les pidió que evaluaran el atractivo de 180 rostros digitalizados de mujeres en una escala del 1 al 7. Se les dijo que cientos de jóvenes como ellos también habían evaluado los rostros. Por cada cara, la evaluación del participante se mostraba en verde en una escala en la parte inferior de la pantalla. Después de dos segundos, las evaluaciones de los observadores anteriores (que en realidad eran valores asignados por un ordenador) aparecían en rojo y se mostraban durante dos segundos más. Algunas de estas otras evaluaciones eran superiores a la del participante, otras eran más bajas, y otras iguales. Cuando el participante evaluaba un rostro como particularmente poco atractivo, las otras evaluaciones le otorgaban en cambio una puntuación desproporcionadamente alta, y viceversa.

Cerca de media hora después, los participantes evaluaron nuevamente cada una de las 180 caras, esta vez sin las supuestas evaluaciones de observadores anteriores. Mientras lo hacían, se les escaneaba el cerebro mediante resonancia magnética por imágenes (MRI).

Como era de esperar, en los participantes influyeron las opiniones de los otros, aunque no se percataran de ello. Cuando las otras puntuaciones eran mayores que la de ellos, los participantes encontraban la mujer más hermosa al realizar la reevaluación. Cuando estas otras evaluaciones clasificaban un rostro como menos atractivo, los participantes también reducían su puntuación para el rostro.

Las imágenes del cerebro obtenidas por resonancia magnética revelaron patrones interesantes en estas respuestas: Cuando estaban reevaluando más favorablemente a las mujeres, los cerebros de los hombres tenían una actividad significativamente mayor en esas dos regiones críticas relacionadas con la sensación de recompensa, la corteza orbitofrontal y el núcleo accumbens. Cuando la reevaluación producía opiniones menos favorables, también era menor el nivel de actividad cerebral.