Con más de 15 m de largo y unas 35 toneladas de peso, las ballenas jorobadas son sin duda uno de los grandes animadores para quienes buscan imborrables recuerdos sobre el mar, en escenas de la naturaleza aparentemente extraídas de algún largo de monumental de Michael Bay o James Cameron.

Imagínese entonces el show que montan 200 ejemplares reunidos en las aguas del mar, más aun cuando son animales no muy caracterizados por su sociabilidad sino más bien por andar algo solitarios.
super-group humpback whales
© JEAN TRESFONUn "supergrupo" de ballenas jorobadas observado desde un avión frente a la costa de la Península del Cabo, Sudáfrica.
Si bien forman parejas o, a veces, pequeños grupos fugazmente, este comportamiento social resulta extraño y ya ha sido avistado por equipos científicos a bordo de cruceros y aeronaves en 2011, 2014 y 2015.

Estos supergrupos —de los que da cuenta una investigación publicada en PLOS One— fueron detectados alimentándose en la costa suroeste de Sudáfrica, cuando en realidad prefieren hacerlo mucho más al sur, en las aguas de la Antártida, donde abunda el krill que les permite aumentar sus reservas de grasa. Las aguas más cálidas, de latitudes tropicales, las prefieren más bien para dar a luz y cuidar a sus crías.

Los jorobados pasan el verano en las regiones polares de la Antártida, donde las ballenas se alimentan de krill y acumulan reservas de grasa. Y los inviernos se pasan en las aguas más cálidas de las latitudes tropicales y subtropicales donde las ballenas dan a luz y cuidan a los novillos.

Los científicos que han observado el fenómeno no barajan respuesta concluyentes a la pregunta sobre por qué se viene dando el comportamiento anómalo. Una de las causas podría ser la migración de las presas de las que se alimenta esta especie. Hace cerca de 100 años, estas ballenas se alimentaban en la misma zona del Cabo de Sudáfrica, pero la reducción en 90% de su población por la caza las llevó a convertirse un raras avis en la zona.

No obstante, en décadas recientes y también sin una razón clave aparente, la población de ballenas jorobadas ha experimentado un resurgimiento: "De repente parecen haber superado algún umbral y han comenzado a aumentar muy rápido", dice Gísli Vikingsson, jefe de investigación de ballenas en el Instituto de Investigaciones Marinas y de Agua Dulce en Islandia y uno de los autores del estudio.

Con ello, la llegada de ejemplares hambrientos y en grupo a las costas africanas podría tratarse más bien de la restauración de un comportamiento natural, en la medida en que su población repunta en número.

Un estudio de inicios de año daba cuenta de que la migración de las grandes presas del megalodonte, por efecto de cambios climatológicos, acabó con esta especie prehistórica. La misma solía alimentarse de presas como, precisamente, la ballena jorobada. Esta, capaz de perseguir a sus presas por grandes distancias, se mudó de aguas dejando al gigantesco tiburón sin sustento alimenticio.

El extraño comportamiento de las ballenas jorobadas en la actualidad sería un caso inverso de lo ocurrido con su desaparecido depredador. La conducta observada, con la actual población aumentada, abre la expectativa por nuevos comportamientos que se den en la especie.