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La Policía de Nueva Zelanda ha informado hoy de que completó la identificación de los 166 cadáveres que recuperaron tras el terremoto de magnitud 6,3 que sacudió la ciudad de Christchurch el 22 de febrero pasado, aunque prevé que la lista definitiva ascenderá a 182.

La mayoría de las víctimas mortales son neozelandesas y las restantes proceden de Australia, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Filipinas, Irlanda, Israel, Japón, Malasia, Tailandia, Taiwán y Turquía, según los datos policiales.

La víctima más joven es una bebé de cinco semanas y natural de Christchurch, la principal población de la isla sur de Nueva Zelanda.

Las autoridades abandonaron el 3 de marzo, nueve días después de la sacudida del sismo, las labores de búsqueda y rescate de desaparecidos e iniciaron la etapa de la reconstrucción y rehabilitación.

Según el Gobierno, la reconstrucción costará unos 15.000 millones de dólares (10.597 millones de euros) y la catástrofe frenará el crecimiento de la economía de Nueva Zelanda en un 1,5 por ciento.

La catástrofe costará a las compañías de seguros entre 6.000 y 12.0000 millones de dólares (entre 4.239 y 8.478 millones de euros), de acuerdo con los cálculos de Swiss Re, una de las principales aseguradoras del mundo.

Nueva Zelanda se asienta en la falla entre las placas tectónicas del Pacífico y Oceanía y registra cerca de 14.000 terremotos cada año, de los que 100 y 150 tienen la suficiente fuerza cómo para ser percibidos.