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Las ironías del destino son como las de Rusia: pasa hoy al horario de verano, mientras cae nieve y la temperatura casi llega a menos 10 grados, máxime cuando el país queda para siempre en ese horario. Si Rusia, famosa por contar por verano con el llamado invierno verde, en una tradición apenas rota en 2010 con una terrible canícula, ahora para colmo será "un eterno verano".

A partir de una disposición del presidente ruso, Dmitri Medvedev, del 8 de febrero pasado, la nación más extensa del mundo arregla su horario por última vez. Después de años de estudios, los científicos locales llegaron a una conclusión muy propia: los cambios de horario de verano o invierno dañan la salud de las personas, por lo que sus perjuicios están por encima de los beneficios de ahorro energético.

Según los expertos locales, la práctica del cambio se aplicó por primera vez en Rusia en junio de 1917 por el entonces gobierno provisional, antes de triunfar la Revolución Socialista de Octubre. Pero en la Rusia moderna, donde apenas hace unos años se inició la búsqueda y uso de métodos para elevar la eficiencia energética, algo que practican desde hace décadas Japón y Europa, consideran que el ahorro de consumo logrado por el cambio de horario es mínimo.

En realidad, el paso al "eterno verano" divide mucho a los rusos, tanto en la población como en el propio mundo científico. Algunos consideran que lo más aconsejable para el cuerpo humano sería continuar de por vida con el horario de invierno o normal, pero quienes abogan por la presente medida estiman que con el adelanto el país ganaría dos horas de claridad en el invierno.

Según Svetlana Stepanova, del Instituto Médico-Biológico de la Academia de Ciencias rusa, los datos registrados por los especialistas son bien contradictorios y no existe ninguna prueba fehaciente de empeoramiento sustancial de la salud en las personas por el cambio.

Ningún reporte señala un aumento inusitado de casos de infartos, suicidios o mayor asistencia a hospitales de pacientes, afirma. El médico experto en sueños Serguei Yarosh también considera que el cambio de tiempo no produce efectos sustanciales en el organismo. Por su lado, el pediatra principal del Ministerio de Salud y Desarrollo Social, Alexander Baranov, afirma que el cambio de horario influye negativamente en el estado de ánimo de los rusos, contrario al paso permanente al horario de verano.

Sin embargo, el director del departamento de consultas del Centro de Cirugía Cardiovascular "Bakulev", Serguei Nikonov, señala que de los miles de pacientes atendidos, a los cuales se les da seguimiento, pocos se pueden considerar afectados por los cambios de horario. Para el experto de la facultad de Geografía de la Universidad Estatal de Moscú, Andrei Paninin, se debe tener en cuenta la suma de daños y perjuicios de esa medida, pues el nuevo horario le gana dos horas a la oscuridad que pueden incidir en otros aspectos de la vida.

En Estados Unidos se demostró que con el horario de verano se reduce el número de accidentes, pues en ello ayuda la claridad del día. Lo mismo ocurre con los asaltos a las mujeres, por ejemplo, considera Paninin. Pero el sistema de cambio de horarios existe en el mundo desde 1884 y fue adaptado en Rusia en 1917. En más de 80 años de existencia de esa práctica este país desechó y retomó en varias ocasiones, así que todo puede cambiar otra vez.

De la solidez de los argumentos dependerá la prolongación de la nueva medida anunciada por Medvedev, quien también se refirió a gastos de "adaptación" para el sistema ferroviario y de vuelos aéreos. Mientras llega el momento del cambio al "horario de verano", los moscovitas ven con tristeza por sus ventanas que el calor apenas es un sueño, pues afuera cae una tupida nevada y el termómetro se acerca a los menos 10 grados. Menuda ironía climática, se diría aquí.