La historiadora Londa Schiebinger relata que 850 esclavos fueron utilizados como "conejillos de indias".

Durante la época colonial en el Caribe del siglo XVIII, un médico británico habría infectado a cientos de esclavos con viruela para diversos experimentos científicos, según ha revelado una profesora de Historia de la Universidad de Stanford (EE.UU.).

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Londa Schiebinger, en su más reciente libro titulado: 'Curas Secretas de Esclavos', asegura que John Quier, médico en una plantación en Jamaica, utilizó a 850 esclavos como "conejillos de indias" en la década de 1760.

La historiadora compara los hechos con el sonado caso Tuskegee de 1932: experimento de la sífilis del Gobierno de EE.UU., en el que 600 personas participaron sin saber realmente la enfermedad que tenían y nunca recibieron tratamiento. Sin embargo, en este caso los esclavos no fueron engañados, sino sus propietarios, explica un artículo publicado por la universidad.

Schiebinger explica que para la época los esclavos estaban protegidos de la explotación médica excesiva, y "la voluntad de sus dueños prevalecía sobre el consejo de un médico". Es por ello que Quier, luego de asegurar haber desarrollado una "cura perfecta" para el pian -infección tropical de la piel, los huesos y las articulaciones-, logró que los amos entregaran a sus esclavos, ante el "temor a perderlos". Y fue así como los contagió con viruela.

Quier, considerado uno de los precursores de la vacuna contra la viruela, logró así inmunizar de por vida a sus pacientes contra la enfermedad, pero también aprovechó para intentar responder preguntas que la medicina europea desconocía: si era seguro o no inyectar con el virus a mujeres embarazadas, recién nacidos o personas que sufrieran de otras enfermedades.

Incluso, indagó en cuestiones tan controvertidas como si sus experimentos con viruela en "mujeres negras" eran válidos para las mujeres inglesas. Todo esto lo llevó a introducir el virus repetidamente en las mismas personas, a pesar de las consecuencias.

"Tomó riesgos más allá de lo razonable (...) Cuando fue presionado, Quier siguió a la ciencia y no necesariamente lo que era mejor para el ser humano", asevera la docente.