La reciente prisión del expresidente brasileño Lula polarizó opiniones y generó controversias en la escena política latinoamericana. Con el ánimo de echar luz sobre el ocurrido, Sputnik habló con Felipe Oliveira, doctorando del Programa de Integración de América Latina (PROLAM) de la Universidad de Sao Paulo, acerca del tema.
inacio lula da silva
© AFP 2018 / Miguel Schincariol
El 7 de abril, el mundo fue testigo de la prisión del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, considerado uno de los mayores líderes populares no solo de su país, Brasil, sino también de América Latina, de manera general.

Dos días antes, después de que fuera determinada su prisión y le fuera dado el plazo de hasta las 17:00 (hora local) del día 6 de abril para entregarse, Lula se refugió en el Sindicato de los Metalúrgicos, en Sao Bernardo do Campo (Sao Paulo), "su cuna política, desde donde lideró el proceso de huelgas que marcaron la historia del país a finales de la década de los 70 y principios de los 80". Además del exmandatario, miles de partidarios llegaron al local para prestar solidaridad a Lula.

La salida del expresidente brasileño del sindicato tuvo lugar solamente la noche del 7 de abril, tras la realización de una ceremonia religiosa en memoria de su esposa, Marisa Leticia -fallecida un año antes-, seguida de un discurso a los presentes, durante el cual Lula anunció que se entregaría a la policía.

Al comentar lo ocurrido, Oliveira recordó que la decisión de Lula de entregarse contrarió a muchos de los presentes, los cuales lo llamaban a resistirse a la prisión. Los que apoyan a Lula, así como su propio partido -el Partido de los Trabajadores (PT)-, consideran que su juicio estuvo marcado por irregularidades jurídicas. El expresidente, incluso, enfrentó dificultades para dejar el sindicato y entregarse, ya que una parte de los presentes se negó a apoyar su decisión e intentó bloquearle la salida del edificio.

La sociedad brasileña, dividida en dos


A la puerta de la comisaría donde Lula llegó para cumplir su condena se concentraban dos grupos distintos. De un lado estaban aquellos que conmemoraban la prisión del expresidente, pues creen que representa "un importante paso hacia el combate a la corrupción en el Gobierno brasileño". De otro lado estaban aquellos solidarios a Lula, que creen que su condena es "injusta y arbitraria", explicó Oliveira a Sputnik.

"Las personas presentes a la puerta de la comisaría, más que apoyar u oponerse a la prisión de Lula, parecen representar el momento actual que vive la sociedad brasileña así como una creciente y exponencial polarización política en el país, reduciendo el campo de la lucha política a solo dos posibilidades", comentó.

De un lado estarían aquellos que están a favor de todo lo que Lula y su partido representan y, por lo tanto, de acuerdo con la idea de que el expresidente está siendo perseguido políticamente por cuenta de los beneficios proporcionados durante su Gobierno a la población más pobre y con menor acceso a derechos y bienes de consumo. Del otro lado, estarían aquellos en contra de Lula, los que ven sus políticas cómo "populistas y clientelistas", cómo "un cínico disfraz para constituir uno de los mayores (si no el mayor) esquema de corrupción del país", apuntó Oliveira.

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"Sin embargo, la realidad es un poco más compleja de lo que ambos lados hacen parecer. Para comprender mejor toda esta situación, es necesario llevar a cabo un análisis, aunque breve, acerca de algunos elementos centrales de lo que fue el Gobierno de Lula y su partido al frente de la Presidencia de Brasil", subrayó.

El Partido de los Trabajadores en la Presidencia


Oliveira recordó que Lula fue presidente de Brasil por dos mandatos consecutivos -entre 2003 y 2011- y que logró elegir a su sucesora, Dilma Rousseff, quien también tuvo dos mandatos sucesivos -entre 2011 y 2016-, siendo el segundo interrumpido por un impeachment -destitución-. Lo que sería la Presidencia de Lula, continuada por su sucesora, ya estaba anunciado, antes incluso de su elección, apuntó.

"Durante su campaña presidencial, Lula escribió la 'Carta al pueblo brasileño', llamada irónicamente por algunos de la 'Carta al mercado'. En el documento, Lula se dirigió públicamente al 'mercado', es decir, a las élites que de él se benefician, y afirmó que su Gobierno mantendría la política económica vigente y no tocaría la cuestión de la deuda pública", detalló.

© AP PHOTO / ERALDO PERESEl fantasma de la deuda ronda sobre América LatinaOliveira explicó que la deuda pública brasileña consume actualmente más de la mitad del presupuesto del país y recordó que Rousseff, en su segundo mandato, vetó una propuesta de auditoría de esa deuda.

Por su parte, Michel Temer, actual presidente de Brasil, y los que gobiernan a su lado tras la destitución de Rousseff, han insistido en presentar y, en muchos casos, aprobar una serie de reformas con la finalidad de evitar un déficit presupuestario, el cual se volvería inevitable si no se llevan a cabo algunos cambios.

"Ellos insisten en medidas que atacan derechos históricamente conquistados, insisten en cambios como la reforma del sistema de pensiones. Sin embargo, ni siquiera mencionan la cuestión de la deuda pública", detalló a Sputnik Oliveira y recordó, sin embargo, que durante el Gobierno de Lula también se llevó a cabo una reforma del sistema de pensiones que le quitó derechos a los trabajadores.

En ese sentido, gobiernos que parecen antagónicos, en realidad, mantienen muchas semejanzas, apuntó.

Los aliados de Lula


Oliveira comentó, además, que entre otros varios aspectos de la Presidencia de Lula que lo llevaron a la situación actual, se destacan dos:

"El primero está relacionado con sus aliados. En Brasil tenemos una elite retrógrada y rancia, vestigio de la colonización, de 300 años de esclavitud y de la situación de dependencia del país frente a las grandes economías. Para gobernar, Lula se alió a lo que existe de más atrasado en la política nacional, a un grupo que, en un momento de crisis económica, no dudó en atacar y retirar a la presidenta Dilma del poder", detalló.

"El segundo aspecto es el hecho de que el propio Lula, durante una manifestación contra el proceso de impeachment que destituiría a Dilma, destacó que el sector más rico del país nunca ganó tanto como en su Gobierno", recordó.

¿Un Gobierno para los pobres?


Sin embargo, Oliveira apuntó que, de hecho, cómo afirman los partidarios de Lula, durante su Gobierno hubo alguna mejora en la condición de vida de la población, sobre todo del sector más pauperizado. Se aumentó el salario mínimo, se crearon programas sociales que fueron reconocidos por las Naciones Unidas y posibilitaron la salida de Brasil del 'mapa del hambre', se amplió el acceso a la enseñanza superior entre la población más pobre, detalló.

"Eso hizo que, durante su Gobierno, Lula rompiera récords de aprobación y dejara el cargo con un 83% de aprobación de la población. Todo eso, pese a las denuncias de corrupción que acabaron llevando a la prisión a importantes líderes de su partido", observó.

"Sin embargo, dentro de la situación de aparente polarización de la sociedad brasileña, es falsa la idea alardeada por el sector pro-Lula de que él gobernó para los pobres, contra los intereses de las élites y por eso está siendo atacado", destacó.

Los prejuicios brasileños


Por otro lado, Oliveira apuntó que es importante también decir algo acerca de aquellos contrarios al expresidente.

© SPUTNIK / Lula hoy es castigado por haberle dado más derechos a los brasileños pobresEn un país marcado por grandes desigualdades sociales, Lula nació en el noreste de Brasil, en una región marcada por la miseria y la pobreza. Su familia, como muchas otras de la región, se mudó al sureste del país en busca de mejores condiciones de vida. A los 7 años, Lula ya trabajaba para ayudar a su familia y siguió trabajando mientras asistía a la escuela. En la adolescencia, estudió en una escuela técnica, de donde salió para trabajar en la industria, donde más tarde se convertiría en un gran líder sindical, detalló.

"Esta breve biografía es importante para señalar que en Brasil, en las regiones más al sur del país, existe un enorme prejuicio contra aquellos, que así como Lula, vinieron huyendo de la pobreza y de la miseria y en busca de mejores oportunidades", apuntó.

"A la vez, si por un lado existe un sector contrario a Lula, motivado (confesamente o no) por un prejuicio en relación a su origen; por otro lado, existe una enorme cantidad de personas que se identifica con él, justamente por su origen", aclaró.

Brasil en una encrucijada


"La aparente polarización actual de la sociedad brasileña busca construir un escenario en el que se borran los matices y se presenta una visión restringida y mistificadora de la realidad", subrayó a Sputnik.

Oliveira apuntó que no hay dudas de que "Lula es un político y un líder popular de grandeza singular". Sin embargo, una comprensión crítica de su Gobierno es "indispensable para construir un futuro mejor para el país".

"No se puede negar que existen críticas oportunistas y muchas veces prejuiciosas, basadas en lo que Lula representa y no en lo que él realizó de hecho. Sin embargo, la existencia de tales críticas no debe servir de excusa para ocultar los errores y las decisiones del Partido de los Trabajadores, ni para invisibilizar la dura y necesaria crítica de que muchas de sus políticas fueron ataques a los mismos trabajadores", argumentó.

Para Oliveira, Brasil se encuentra en una encrucijada y el rumbo que se tome depende de una serie de distintos factores, de mayor o menor indeterminación.

"Pero una cosa es cierta. Para que el país avance y salga de esa tesitura y pase a mejores condiciones es necesario llevar a cabo un duro análisis de la situación que precedió al momento actual, aunque eso implique criticar un liderazgo popular de la grandeza del de Lula", detalló.

Sin embargo, dicha crítica no puede ser irrespetuosa o prejuiciosa, sino que debe basarse en lo que, de hecho, fue la Presidencia de Lula, concluyó Oliveira.