Siempre tenemos nuestros básicos, ésos que venimos empleando porque nos sirven bien, pero siempre es posible hacerse con algo más que nos aporte lo que aún no teníamos o que mejore aquello con lo que ya contábamos.
Lao-Tzu (o Lao-Tsé), filósofo chino y padre del taoísmo, en una pintura del siglo 6 a.C.
© Museo BritánicoLao-Tzu (o Lao-Tsé), filósofo chino y padre del taoísmo, en una pintura del siglo 6 a.C.
Me gusta aprender de ideas nuevas y acceder a nuevas herramientas, especialmente al inicio de nuevas etapas. Los comienzos de año o de curso son un momento perfecto para pertrecharse con equipamiento renovado, aunque no siempre nos quedemos con todo lo que adquirimos ni lo pongamos en práctica de inmediato.

Estos días de comienzo de año he aprendido por ejemplo las tres ideas que mi compañera Amparo Millán propone para planear y planificar el año nuevo, o las claves de organización y gestión personal que Iván Entusiasmado comparte en esta concienzuda reseña de un libro de David Allen.

Hace unos 2500 años Lao-Tzu hablaba de cuatro virtudes cardinales, ésas que, de practicarlas a diario e integrarlas como modo de vida, nos facilitarían el acceso a la verdad universal, puesto que son parte de nuestra naturaleza más genuina y pura. Como a lo largo de la vida nos hemos ido distanciando de eso que realmente somos, aplicar estas virtudes diariamente nos conecta con la Fuente de la que venimos.

Las cuatro virtudes cardinales de Lao-Tzu representan el modo más seguro de dejar atrás hábitos negativos o poco saludables y excusas, para ayudarnos a reconectar con nuestra naturaleza más auténtica. Cuanto más armonizada está nuestra vida con estas cuatro virtudes, menos nos vemos arrastrados por el lado más descontrolado de nuestro ego.

1ª virtud cardinal: la veneración ante cualquier tipo de vida

La veneración o reverencia se manifiesta a través del amor y respeto incondicionales y diarios por todos los seres y criaturas que nos rodean. Esto incluye, por supuesto, empezar por el amor y respeto por nosotros mismos primero, deshaciéndonos de juicios y críticas. Si somos capaces de mirarnos a nosotros mismos como seres merecedores de amor, sólo tendremos amor para entregar y transmitir. Y cuanto más amamos y respetamos a los otros, menos necesitaremos recurrir a esos patrones antiguos que tienen que ver con la queja, la culpa, la crítica, el insulto, la descalificación...

2ª virtud cardinal: la verdad natural

En el ser humano se manifiesta a través de la honestidad, la sencillez y la lealtad, que por supuesto, como en la virtud anterior, comienzan siempre por uno mismo. Cuando somos plenamente honestos con nosotros mismos, las excusas carecen de espacio en nuestra realidad. La verdad es un atributo de suma importancia, y tras ella llega la integridad y la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos.

3ª virtud cardinal: la bondad

Si puedes elegir entre tener razón o ser amable, elige lo segundo, dice Wayne Dyer.

Si frente al otro dejamos de preocuparnos por tener razón, la mayoría de excusas y antiguos hábitos nocivos carecen ya de sentido. Eliminamos los conflictos que resultan de tener que explicar o defender nuestra razón.

La bondad implica amabilidad, consideración por los demás y sensibilidad. Supone también el no necesitar controlar a los otros. Por el contrario cooperamos, aceptamos la vida y a las personas tal y como son, en lugar de insistir en que sean como nosotros somos o hagan como nosotros hacemos. Así llegan la serenidad interior y la paz exterior.

4ª virtud: el apoyo y el servicio

Se trata de cultivar la actitud de estar dispuesto y disponible para los demás sin esperar recompensa alguna a cambio. Cuando nos entregamos a dar, ayudar o amar al otro sin expectativas estamos trasladando la atención de nosotros hacia afuera.

La mayoría de las excusas que nos ponemos ("no puedo hacerlo, tengo miedo, no soy lo suficientemente inteligente, tengo demasiado trabajo, soy demasiado mayor, estoy muy cansada, nadie me ayuda...") nacen de la mirada exclusiva a nosotros mismos. Si la desplazamos hacia el otro y preguntamos "cómo puedo ayudarte, qué puedo hacer por ti, en qué te puedo apoyar", atención e intención se dirigen a hacer sentirse mejor al otro. Eso nos aporta una fortaleza interior poderosísima.

La mayor dicha nace de dar y servir a los demás, así que motivar el cambio de enfoque de nosotros mismos al otro sin esperar nada a cambio nos hará más fuertes y poderosos y nos llevará a experimentar la satisfacción verdadera.

Venerar todo tipo de vida, ser honesto, practicar la bondad y servir a los demás son las cuatro claves que Lao-Tzu propone como brújula vital. También un buen fichaje para nuestra particular caja de herramientas de este año. ¿Te parece?