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© ApLa aviación latinoamericana frecuentemente sufre los efectos de la actividad volcánica.
La idea de sufrir problemas de tráfico aéreo por actividad volcánica es todavía una novedad en Europa, pero en muchas partes de América Latina, esa situación es rutinaria.

Los pilotos de aviones en América Latina se han acostumbrado a transitar por zonas de actividad volcánica, donde, en ocasiones, las cenizas restringen vuelos, cierran aeropuertos o desvían rutas.

Esas zonas incluyen a Centroamérica y los Andes de Suramérica. Esta semana, por ejemplo, la emisión de cenizas del volcán Tungurahua, en Ecuador, encendió las alertas en el aeropuerto de Guayaquil, la segunda ciudad del país, pero no ha habido suspensión de vuelos.

En lo corrido de 2011, el Centro de Alerta de Ceniza Volcánica de los Estados Unidos ha emitido más de un centenar de avisos sobre la situación en ese volcán, ubicado 135 kilómetros al suroeste de Quito.

El segundo lugar en alertas de ese centro lo ocupa el volcán Santa María de Guatemala (83) y luego está el Popocatépetl de México (29).

En algunas oportunidades, como en mayo de 2010 cuando hubo una erupción, la emisión de cenizas del Tungurahua obligó al cierre del aeropuerto internacional de Guayaquil, le recuerda a BBC Mundo el capitán Rafael Martínezguerra, de la Asociación Colombiana de Aviadores Civiles.

El peligro de las cenizas

En Colombia hay varios volcanes en actividad, como el Huila y el Galeras, en el sur del país.

El Galeras, que ha tenido 17 erupciones entre el 2004 y el 2010, y está muy cerca de Pasto, 700 kilómetros al sur de Bogotá, generalmente produce cenizas que llegan a un radio de entre 6 y 12 kilómetros. Pero en ocasiones esas cenizas han llegado hasta Quito, admite Diego Gómez, director del Observatorio Vulcanológico de Pasto.

El experto le dice a BBC Mundo que "la ventaja es que esas cenizas generalmente viajan hacia el océano Pacífico y no perturban las operaciones aéreas".

El capitán Martínezguerra, que tiene una experiencia de 30 años y ha volado por toda la región, recuerda que en noviembre de 1985, a raíz de la erupción del volcán nevado del Ruíz, en el centro de Colombia, las cenizas llegaron hasta Bogotá, donde hubo problemas con dos aviones que se disponían a aterrizar en el aeropuerto Eldorado.

"Había condiciones visuales, pero los vidrios estaban blancos por la ceniza. Cuando encendieron las plumillas para limpiarlos, se rayaron y no se veía la pista", explica. Martínezguerra comenta que el peligro para los aviones se debe a que las cenizas volcánicas son corrosivas y pueden dañar las turbinas y provocar su apagado.

"La ceniza es roca pulverizada", agrega Diego Gómez, quien recuerda que la misma no solo afecta las operaciones aéreas, sino que también daña cultivos.