Las abejas están en peligro, la contaminación, la proliferación de plagas y patógenos y, en definitiva, la acción del ser humano son algunas de las causas que están provocando la disminución de la población de estos insectos de forma drástica.
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© CC BY 2.0 / Bill Damon
La frase falsamente atribuida a Einstein "si las abejas desaparecen al hombre le quedarían 4 años en la tierra" no es exacta pero sí refleja la alta importancia de estos insectos en nuestro ecosistema. Hay unas 22.000 especies de abejas y solo algunas son polinizadoras, las abejas de la miel, por ejemplo, son las más eficaces realizando esta labor. Aunque bien es cierto que no nos alimentamos solo de especies que necesitan ser polinizadas -en nuestra dieta el trigo o el maíz son fundamentales y no necesitan de la acción de las abejas- si estos insectos llegaran a desaparecer este tipo de cultivos tendrían que enfrentarse a las plagas en solitario, sin la protección del resto de especies vegetales que sí necesitan de la polinización de las abejas para su proliferación y subsistencia.

También existen otros insectos capaces de polinizar especies vegetales aunque con una eficacia bastante menor por lo que aunque nuestra civilización no desapareciera de forma inminente las consecuencias de la extinción de las abejas podrían resultar determinantes en la desaparición paulatina del ser humano.

"Ese es precisamente el temido efecto dominó" alerta Marta Saloña, entomóloga y docente del departamento de Zoología y Biología Celular Animal de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) que arrastraría poco a poco a todas las especies: sin abejas no hay polinización por lo que no hay plantas, sin plantas desaparecen especies animales que se alimentan de esa flora, después se extinguen los animales que se alimentan de esos animales y sin animales terminaría por desaparecer el último eslabón que es el ser humano.

Las causas por las que está disminuyendo la población de las abejas son múltiples, los pesticidas y herbicidas que empleamos en los cultivos, los patógenos como el ácaro varroa o los depredadores como la avispa asiática son los principales problemas de la abeja. "Las abejas lo tienen realmente difícil" explica Saloña. En el caso de la avispa asiática es la gran enemiga de la abeja de la miel. Ésta es capaz de esperar agazapada en el exterior de las colmenas para atrapar a la abeja y despedazarla arrancando la cabeza y las patas para quedarse con la parte central que es lo único que le interesa. De esta forma las abejas, al ver que las compañeras que salen de la colmena no regresan, se asustan y dejan de salir al exterior para recoger el polen por lo que acaban muriendo.

La UPV/EHU está llevando a cabo varias investigaciones para atajar el declive de la población de las abejas. Andone Estonba, profesora del departamento de Genética, Antropología Física y Fisiología Animal es la investigadora que está liderando los distintos proyectos relacionados con la subsistencia de las abejas. Smartbee y Beehope son dos de esos proyectos que se han llevado a cabo a nivel europeo para la conservación de estos insectos y su mejora. Smartbees trata de conservarlas mediante su utilización, a través de un programa de mejora que potencie las características beneficiosas de las abejas.
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© UPV/EHULa UPV/EHU ha contado con la ayuda de los apicultores en los proyectos de investigación sobre las abejas.
"Estoy muy satisfecha con los resultados de SmartBees porque hemos conseguido muchas cosas". Por un lado se han mejorado las características de las abejas haciendo una selección de las mejores y ya cuentan con una segunda generación de estos insectos seleccionados. Por otro, el equipo de Estonba, ha presentado un informe para que se reconozca la abeja iberiensis y se está trabajando a nivel europeo en un chip para distinguir a las distintas especies de abeja que existen.

Este proyecto se ha llevado a cabo en colaboración con los apicultores vascos que han dejado de ser solo apicultores para pasar a ser criadores de abejas. Durante todo el proceso los apicultores han aprendido a seleccionar a los mejores especímenes de reinas y han conformado la primera asociación de criadores de abejas bajo la denominación ERBEL. De esta manera han abierto otro nicho de negocio aparte de la miel y los productos derivados ya que pueden comercializar las propias abejas reinas.

En el caso del proyecto Beehope el campo de actuación "es completamente diferente" asegura Estonba. Lo que se pretende es conservar las abejas pero sin apenas intervención humana. Para ello, se selecciona un ecosistema con pocos riesgos para estos insectos y se estudia su población, su microbiota y sus características genéticas para determinar cuáles son las más apropiadas para la subsistencia o para hacer frente a los patógenos. Este proyecto tuvo más obstáculos debido a la dificultad de encontrar un entorno apropiado para dejar a las abejas evolucionar de la forma más natural posible. Finalmente, se ha localizado una zona en Álava donde llevar a cabo esta investigación por lo que el proyecto sigue en marcha.

Ambas iniciativas buscan frenar la extinción de unos insectos imprescindibles en nuestro ecosistema, y que hoy celebran su día internacional. (Fuente: UPV/EHU)