Ha sido una de las imágenes de este jueves. Yolanda Díaz, la ministra de Trabajo del Gobierno, se rió durante la rueda de prensa en la que ofreció los últimos datos de empleo.
Pese a que hoy, España perdió casi dos millones de trabajadores, a la ministra de Trabajo no pareció importarle.
En su comparecencia junto a José Luis Escrivá, ministro de Seguridad Social, Yolanda Díaz se rió y estuvo sonriente durante la misma, sobre todo cuando tuvo que explicar la situación de los trabajadores que ya no trabajan por los ERTE: «A ver si soy capaz de explicarlo, los ERTE no son parados, los hemos hecho para no destruir empleo. Y vuelvo a decir que por eso la Comisión Europea quiere emular el modelo español, porque es, digamos, una especie de dique que impide que no se despida a la gente. A ver si somos capaces de explicarlo y me ayuda también el ministro Escrivá. Por tanto, los ERTE no son paro».
«Yo creo que en este país los niños y las niñas de este país van a saber a partir de ahora lo que son los ERTE», añadió la ministra de Trabajo.
Estas risas de Yolanda Díaz recordaron a las de Fernando Simón, portavoz del Ministerio de Sanidad durante la crisis del coronavirus antes de que diera positivo por el virus. Recordemos que el responsable del Gobierno no pudo evitar reírse en la misma rueda de prensa en la que anunció los muertos que dejaba ya el coronavirus en España.
Las críticas en las redes sociales fueron numerosas. La gran mayoría criticaron su capacidad para reírse en estos momentos tan duros.
«El bulle-bulle comienza a ser estruendoso. La mentira partidocrática que ya dura 42 años, nos ha traído hasta esta desgracia. No caigas en la trampa del partidismo, nosotros no los hemos elegido sino los jefes de partido, prebostes que se reparten el poder por turnos».
Y una vez objetivado el problema, deberíamos de aplicarle la cura: De esto y más hablo yo en forma de comentarios a múltiples lecturas (realizadas a lo largo ya de años), parte de ellas en mi cuenta Rafael Domínguez-Losada en VKontakte (los comentarios que había realizado en Twitter y/o Facebook los borré junto con el borrado de mis cuentas en esas redes, porque no acepto censura alguna a la libertad de expresión: incluso cuando la mala palabra sea reacción en forma de noble indignación moral, porque no hay peor mala palabra que esta misma sociedad).
Deberían de tomarse para revisar esos comentarios un tiempo, bastante largo por cierto, pero muy conveniente para que puedan atar cabos sobre lo que nos aguarda si no tomamos a la mínima demora las actuaciones recomendadas; que, aunque hechas por mí, lo fueron con el aval del recientemente finado Don Antonio García Travijano, del que aprendí algunas cosas fundamentales (como por ejemplo la necesidad de forzar a un periodo de libertad constituyente y la forma realmente democrática por la que deberíamos regirnos una vez conseguido este).