Durante la pandemia de gripe A que nunca existió, entre 2009 y 2010, se puso en masa una vacuna llamada Pandemrix (del laboratorio GlaxoSmithKline, GSK) que causó 1.300 casos de narcolepsia como uno de los graves efectos secundarios de la misma. En un artículo publicado en el prestigioso British Medical Journal (BMJ), uno de sus editores califica el asunto de «catástrofe evitable». ¿Por qué? Os explico.
pandemrix
En 2013, dos años después del amago de pandemia BMJ explicaba que se mintió sobre las poblaciones en riesgo por dicha gripe, uno de las excusas que se utilizaron para meter miedo a la población y justificar la intervención de las autoridades sanitarias y la compra masiva de vacunas y antivirales que se produjo.

No hubo la anunciada pandemia y sí un gran pelotazo farmacéutico y si la cosa no fue a mayores en parte fue porque hubo un movimiento de sanitarios críticos con la tomadura de pelo que estaba produciéndose que alertaron a la población.

El caso es que hubo ocultaciones varias y «efectos colaterales» que quisieron minimizarse. Pero todo sale a la luz más pronto que tarde.

Ahora Peter Dohsi, uno de los editores de la mencionada publicación médica, escribe sobre la ocultación de datos con Pandemrix, vacuna de la gripe A. Gracias a una demanda presentada en Irlanda que alega que la vacuna Pandemrix causó narcolepsia -un trastorno neurológico caracterizado por accesos de somnolencia irresistible durante el día- se han conseguido informes internos que sugieren problemas con la seguridad de la vacuna.

En 2009, cuando apareció la gripe A, diferentes autoridades sanitarias mundiales exageraron los posibles efectos de la enfermedad y los laboratorios farmacéuticos emprendieron una carrera contrarreloj para poner en el mercado vacunas (y para vender masivamente fármacos antivirales). Las autoridades, como refleja Doshi en su artículo indicaron por activa y por pasiva que las vacunas eran seguras, que «se habían probado exhaustivamente».

Y dado que supuestamente había una pandemia en ciernes, ni más ni menos, se le dieron facilidades legales a las farmacéuticas para que consiguiesen su objetivo de poner esos tratamientos en el mercado lo antes posible. Pero algo no debieron hacer bien porque al poco tiempo comenzaron a aparecer los primeros afectados por la narcolepsia. Y resulta que de manera paradójica uno de los beneficios que habían conseguido los laboratorios era que quedaran eximidos de indemnizar a sus víctimas si habían efectos secundarios graves; pagarían los estados.

Se vacunaron más de 30 millones de personas y unas 1.300 han padecido la narcolepsia, sobre todo niños y adolescentes del norte europeo. Ahora, en los juicios, están apareciendo documentos que confirman que GSK y las autoridades sanitarias estaban al tanto sobre los daños que podía provocar Pandemrix.

Gracias a que en esos juicios Glaxo ha tenido que soltar la documentación sobre la seguridad de su producto se ha podido saber, según los análisis hechos por BMJ, que Pandemrix ofrece una tasa bastante más alta de daños que las otras dos vacunas pandémicas que desarrolló la farmacéutica en aquella época: cuatro veces la tasa de parálisis facial, ocho veces la tasa de eventos adversos graves, nueve veces la tasa de convulsiones, por ejemplo.

En general, Pandemrix tuvo, proporcionalmente, cinco veces más eventos adversos informados que Arepanrix -otra vacuna que GSK ofreció durante la pandemia y una vacuna sin adyuvante (potenciador de la actividad inmune de estos tratamientos) que también fabricó. La clave de esos daños puede estar precisamente en el adyuvante.

Como recogía un informe de septiembre 2011 de la Asociación Española de Vacunología (AEV):
"En la cuarta parte de los enfermos -de narcolepsia- el laboratorio encontró anticuerpos frente al adyuvante de la vacuna, AS03".
Dicho potenciador de la actividad de la vacuna en el sistema inmunitario de quien la recibe es el escualeno, polémico. Por otra parte, las pruebas de anticuerpos víricos han mostrado que menos de 10% de los enfermos se habían infectado por gripe, por lo que no parece que la infección haya jugado ningún papel etiológico significativo.

¿Por qué no se notificaron a la población tales resultados precoces que hubieran salvado a tantas personas de padecer graves efectos secundarios? Parece claro que con la excusa de la salud pública hubo ciertas ayudas de las autoridades sanitarias y gobiernos a una farmacéutica para dar un pelotazo económico.

Quienes han salido perdiendo han sido el erario público pues se malgastó dinero; la salud pública porque muchas personas han quedado dañadas; y ¡la credibilidad de las vacunas! que tantos esfuerzos se hace por salvaguardar (y me parece correcto pero insisto en que esa credibilidad ha de basarse en la transparencia, la ética, el anteponer los intereses de la población a los privados).

Fue una catástrofe evitable y nadie ha querido investigar esos daños y porqué no trascendieron a tiempo. Ahora será la oportunidad de la Justicia. Por último, comentar que en España y en el Bufete Almodóvar & Jara recibimos alguna consulta por la relación de esta vacuna con la narcolepsia en una persona pero me llama la atención que sólo fuera una, que no haya bastantes personas dañadas en nuestro país, en fin ojalá sea así.