Traducido por el equipo de sott.net

Algunos terremotos que generan tsunamis son invisibles para nuestros sistemas de vigilancia.
2021 tsunami
Desde su punto de origen en el Atlántico Sur, el tsunami de 2021 envió ondas por todo el mundo.
El misterioso origen de un tsunami que se extendió por todo el mundo hasta 10.000 kilómetros de su epicentro fue un terremoto "invisible", según un nuevo estudio.

En agosto de 2021, un enorme tsunami se extendió por los océanos Atlántico Norte, Pacífico e Índico. Era la primera vez que se registraba un tsunami en tres océanos diferentes desde el catastrófico terremoto del océano Índico de 2004; en aquel momento, los científicos pensaron que había sido causado por un terremoto de magnitud 7,5 detectado cerca de las islas Sandwich del Sur (un territorio británico de ultramar en el sur del océano Atlántico).

Pero no todo era lo que parecía. Los científicos quedaron desconcertados al descubrir que el supuesto epicentro del terremoto se encontraba a 30 millas (47 km) por debajo del fondo del océano, lo que es demasiado profundo para causar un tsunami, y que la ruptura de la placa tectónica que lo originó tenía casi 250 millas (400 km) de longitud; ese tipo de ruptura debería haber causado un terremoto mucho mayor.

Ahora, un nuevo estudio publicado el 8 de febrero en la revista Geophysical Research Letters, ha revelado que el terremoto fue en realidad una secuencia de cinco subsismos, separados en el tiempo por escasos minutos. Y el tercero de estos minisismos -un terremoto más superficial e "invisible" oculto en los datos y que los sistemas de vigilancia no detectaron en su momento- fue un terremoto de 8,2 grados de magnitud responsable del tsunami.

"El tercer evento es especial porque fue enorme y silencioso", dijo en un comunicado Zhe Jia, sismólogo del Instituto de Tecnología de California. "En los datos que normalmente miramos [para la vigilancia de los terremotos], fue casi invisible".

Los investigadores lograron extraer la señal del tercer terremoto de la maraña de ondas sísmicas dividiendo los datos en trozos más largos, de 500 segundos, y utilizando un algoritmo para separar sus componentes. Sólo entonces apareció el terremoto de 200 segundos, que, según Jia, representó el 70% de la energía liberada durante todo el evento. El terremoto oculto, que rompió una interfaz de 200 km de longitud entre dos placas, se produjo a sólo 15 km bajo la superficie de la Tierra, una profundidad ideal para provocar un tsunami.

Los investigadores afirman que el terremoto permaneció oculto porque era un híbrido entre dos tipos de terremotos oceánicos, el de "ruptura profunda", que resulta de un deslizamiento repentino de las placas, y el de "deslizamiento lento tsunamigénico", creado por un roce mucho más lento, a veces de semanas, de una placa contra otra. Los terremotos de deslizamiento lento pueden liberar tanta energía tectónica como un terremoto de gran magnitud, pero su ritmo lento, junto con el hecho de que no provocan ninguna sacudida sísmica pronunciada, a menudo pueden hacer que sean difíciles de detectar.

De hecho, la mayoría de los sistemas de alerta de terremotos y tsunamis tienden a centrarse en el seguimiento de los periodos cortos y medios de las ondas sismológicas, dejando enterradas en los datos las ondas con periodos más largos, que siguen siendo capaces de generar tsunamis que ponen en peligro la vida de las personas, explicó Jia. Los investigadores quieren cambiar esta situación y se han fijado como objetivo a largo plazo diseñar un sistema que pueda detectar y advertir automáticamente a las regiones costeras sobre los terremotos más complejos que provocan tsunamis, de la misma manera que los sistemas actuales lo hacen con los más simples.

"Con estos complejos terremotos, el seísmo ocurre y pensamos: 'Oh, no ha sido tan grande, no tenemos que preocuparnos'. Y entonces el tsunami golpea y causa muchos daños", dijo en el comunicado Judith Hubbard, geóloga del Earth Observatory de Singapur que no participó en el estudio. "Este estudio es un gran ejemplo de cómo podemos entender el funcionamiento de estos eventos y cómo podemos detectarlos más rápidamente para tener más advertencias en el futuro".
Ben Turner es un redactor británico de Live Science. Cubre la física y la astronomía, entre otros temas como los animales extraños y el cambio climático. Se licenció en física de partículas en el University College de Londres antes de formarse como periodista. Cuando no está escribiendo, Ben disfruta leyendo literatura, tocando la guitarra y avergonzándose con el ajedrez.