Traducido por el equipo de Sott.net

Scott Sheppard, astrónomo del Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawái, ha publicado un artículo de perspectiva en la revista Science en el que sugiere que ha llegado el momento de que la comunidad científica espacial observe más de cerca los objetos cercanos a la Tierra (NEO, Near Earth Object) que se encuentran en la dirección del sol. En su artículo, señala que ya existe la tecnología necesaria para buscar y encontrar estos objetos cercanos a la Tierra, al menos durante las horas del crepúsculo.
asteroide
Como señala Sheppard, la mayor parte de la observación del espacio se fija en el cielo nocturno oscuro, cuando el cielo no está abrumado por la luz del sol. Pero como resultado, los científicos espaciales han ignorado los objetos cercanos a la Tierra que orbitan entre la Tierra y el sol. Y eso podría acarrear problemas, ya que uno o varios de ellos podrían estar en una trayectoria que los llevara a chocar con la Tierra.

Por supuesto, los científicos no ignoran por completo los objetos cercanos a la Tierra que existen en el resplandor del sol. Sheppard señala que muchos de ellos se han descubierto recientemente. Pero afirma que se necesitan más estudios de este tipo para saber más sobre ellos. Señala que un equipo descubrió recientemente un asteroide con una órbita interior a la de Venus y otro que tiene el viaje más corto alrededor del sol. También señala que las nuevas instalaciones cuentan con las capacidades necesarias para estudiar estos objetos cercanos a la Tierra, como la Instalación de Transitorios Zwicky en Estados Unidos y la instalación de 4 metros Blanco de la NSF en Chile. Esta última cuenta incluso con una Cámara de Energía Oscura que puede apuntar más cerca del sol.

Los objetos cercanos a la Tierra que orbitan alrededor del Sol dentro de la órbita terrestre se han clasificado en función de su posición orbital: si viajan dentro de la órbita de Venus, por ejemplo, se denominan Vatiras. Además, Sheppard señala que su número se mantiene relativamente constante, lo que resulta un tanto sorprendente. Según los modelos informáticos y el número de objetos de este tipo que chocan con la Tierra, la Luna u otros cuerpos celestes, su número debería estar disminuyendo. El hecho de que no sea así sugiere que se están reponiendo de alguna manera. Cree que habría que averiguar de dónde proceden esos otros objetos cercanos a la Tierra y por qué.

Más información: Scott S. Sheppard, In the glare of the Sun, Science (2022). DOI: 10.1126/science.abj9820