Los datos de la NASA permitieron observar, paso a paso, cómo los enormes trozos de hielo glacial se partían y flotaban en el mar horas después de que olas de gran potencia destructiva alcanzaran la Antártida. El tamaño total de los icebergs resultó comparable, según los científicos, al doble de la superficie de la isla de Manhattan. El mayor de ellos mide cuatro por seis millas (unos 6,4 por 9,6 kilómetros).
Brunt Kelly afirma que es un récord absoluto en los 46 años de observación sistemática de la línea de los glaciares antárticos. De hecho, el científico cataloga el fenómeno como "uno de los eventos más grandes en la historia reciente".
Los autores de la investigación destacan, además, que esta es la primera vez que el mundo científico logra confirmar la teoría de que la correlación entre los maremotos, los consecutivos tsunamis y la aparición de los icebergs es muy estrecha. El debate sobre esta teoría se empezó a generalizar en otoño de 1968, cuando los oficiales navales informaron sobre una alta presencia de hielos en las aguas luego de que el terremoto más potente del siglo XX y el consiguiente tsunami sacudieran la costa pacífica de Chile.
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