Mientras la Unión Europea (UE) debate el nivel del techo del precio del petróleo, el escepticismo sobre la efectividad de esta medida ha incrementado. El principal factor que impulsa la desconfianza es el nivel de precios que se propone, que oscila entre 65 y 70 dólares por barril, de acuerdo con 'Oil Price'.
EU Russia
© Sputnik / Sergey Guneev
A inicios de septiembre, los ministros de Economía del Grupo de los Siete (G7) acordaron imponer un techo a los precios del petróleo procedente de Rusia para frenar los ingresos del país euroasiático. Esta medida entraría en vigor con los embargos de la UE a partir del 5 de diciembre para el crudo, mientras que para los productos derivados sería a partir del 5 de febrero del 2023.

Por su parte, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, declaró a mediados de octubre que un techo al precio del petróleo ruso en un rango de 60 dólares por barril bastaría para reducir los ingresos energéticos de Moscú.

Esto provocó que los precios del carburante se dispararan debido a que eso se consideró un movimiento arriesgado al que Rusia podría responder suspendiendo las exportaciones de petróleo y, de hecho, Moscú declaró que dejaría de exportar el energético a los países que impongan un tope de precios.

El argumento de los autores de la idea en el G7 es que este nivel de precios le daría a Rusia un incentivo para continuar exportando petróleo crudo, incluso con un tope, explica Irina Slav para Oil Price, el medio británico enfocado en petróleo y energía.

Además, no hay consenso en el nivel de precios que se propone. Por ejemplo, el 28 de noviembre, la UE no pudo ponerse de acuerdo sobre el tope, pues Polonia y dos de los países bálticos insistieron en que el precio del petróleo ruso asegurado y enviado por empresas occidentales tenía un tope mucho más bajo, cercano a su costo de producción, que se ha estimado en alrededor de 30 dólares por barril.

En ese sentido, hasta que la UE no se ponga de acuerdo con el tope de precios propuesto por el G7, esta tendrá que implementar su propio embargo sobre todas las importaciones marítimas de petróleo crudo ruso al bloque a partir del próximo lunes. Pero el problema radica en que un embargo podría conducir a precios sustancialmente más altos para los compradores de petróleo europeos.

De esta manera, el tope de precios es, en cierto modo, una forma de mitigación del plan de embargo de la UE que, como sugirió el Financial Times en un informe reciente, fue un intento de la administración Biden de compensar los efectos del embargo en los precios mundiales del petróleo.

No obstante, aunque el nivel de precios considerado actualmente garantiza que el petróleo ruso siga fluyendo internacionalmente, el tope no cumpliría su objetivo de reducir los ingresos de Moscú para orillarlo a detener su operación militar en Ucrania.

Por otro lado, aunque los ingresos por exportaciones de petróleo crudo constituyen una parte sólida de los ingresos presupuestarios de Moscú, se puede decir que el país de Europa del Este podría sobrevivir sin ellos. Con todo, los analistas coinciden en que el límite de precio es bastante ineficaz.

Por ejemplo, Javier Blas, columnista de Bloomberg, consideró que las discusiones sobre el tope del precio del petróleo ruso y el tope del precio del gas para la UE son "profundamente inútiles" y agregó que realmente no importa si los topes son efectivos mientras estén allí y, por lo tanto, aquellos que estén de acuerdo son vistos como "duros con Rusia".
"Los europeos todavía tienen discusiones muy desconcertantes sobre este tope [de precio]. Nombran números difícilmente explicables, parece que solo están tratando de tomar una decisión por el bien de una decisión, no por el efecto, sino solo para mostrar que se ha introducido el límite", dijo esta semana el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
En tanto, el columnista de The National Interest, Matthew May, declaró que la imposición de un techo a los precios del petróleo ruso no solo no daría los resultados que Occidente desea, sino que tendría consecuencias inasumibles para los países del G7.


En la opinión de May, es probable que Rusia recorte la producción para apoyar la subida de los precios en medio de la ralentización de la demanda mundial, lo que provocará un frenesí en los mercados y rechazará el cartel de compradores del Grupo. Además, cree que los cálculos políticos serán los que, en última instancia, impulsen la toma de decisiones en Moscú, Nueva Deli y Pekín, ya que la India y China con mucha probabilidad no respetarán el régimen de precios máximos y acudirán a servicios de P&I no pertenecientes al G7.

El 24 de noviembre, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, informó que continúan adelante con un noveno paquete de sanciones a Rusia, aunque no ofreció detalles sobre las medidas que podría contener la nueva ronda de sanciones de la UE.