Traducido por el equipo de SOTT.net

Auckland, la ciudad más grande de Nueva Zelanda, fue golpeada por un tornado, dejando un rastro de destrucción pocos meses después de que la región fuera devastada por el ciclón Gabrielle y las mortales inundaciones.
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La Dirección de Emergencias informó de que había empezado a recibir informes de "estragos localizados" en los alrededores de Auckland y zonas cercanas desde el domingo por la noche, mientras aparecían fotos y vídeos de destrucción generalizada que mostraban tejados derribados y árboles arrancados de raíz.

El tornado pasó por Golflands hasta East Tamaki, incluyendo Tamaki Heights, Flatbush y Huntington Park.

Según las autoridades, se inspeccionaron unas 70 casas y, aunque se produjeron daños físicos, no se ha informado de heridos.


"Ninguna de las propiedades evaluadas hasta ahora ha perdido un tejado entero, pero muchas propiedades han perdido tejas y ventanas o han sido dañadas por la caída de árboles", dijo Fire and Emergency New Zealand (FENZ).

Los equipos de búsqueda y rescate estaban preparados el lunes.

Algunos residentes describieron las terroríficas escenas que se produjeron, con viviendas gravemente dañadas y escombros esparcidos por las calles.

Manpreet Braar, residente en East Tāmaki, declaró al NZ Herald: "La escena en el barrio es aterradora. La gente tiene el corazón roto al ver el estado de sus casas y tejados. Puedes sentir el factor miedo al echar un vistazo a los daños".

Otro residente, Priyank Aro, declaró al sitio web de noticias Stuff que el tornado había destrozado la ventana de su comedor y enviado fragmentos de cristal volando por la habitación "como balas".

En Nueva Zelanda también cayeron más de 14.000 rayos en las 12 horas anteriores a las 6 de la mañana del lunes, y se pronostican más lluvias torrenciales y tormentas eléctricas en la Isla Sur.

Esta última catástrofe se produjo tras las inundaciones y corrimientos de tierra que arrasaron Auckland en enero, causando cuatro muertos y cuantiosos daños. Apenas unas semanas después, el ciclón Gabrielle mató a 11 personas y dejó miles de desplazados cuando las aguas y los corrimientos de tierra destruyeron viviendas.

El primer ministro, Chris Hipkins, declaró el estado de emergencia nacional y dijo que era "el fenómeno meteorológico más importante que Nueva Zelanda había visto en este siglo".