El "docudrama" de Netflix La reina Cleopatra se estrenó hace dos semanas y ahora parece haberse ganado el poco envidiable honor de obtener la peor puntuación de audiencia de la historia de la televisión.
© Netflix/RottenTomatoes.com
No un 10 por ciento. Un uno por ciento, aunque Forbes informa de que más tarde ha subido hasta alcanzar el escandaloso dos por ciento.
Todavía sigue siendo un mínimo sin precedentes.
El medio reconoció la baja puntuación, diciendo: "Los seguidores suelen puntuar más alto que los críticos, incluso los malos programas, y la cuestión es que una puntuación del 1% de la audiencia parece al límite de lo matemáticamente imposible, incluso con la controversia que ha suscitado la cinta".
El documental, que forma parte de la serie Reinas africanas, pretende ser una exploración del ascenso y caída de la última faraona de Egipto. Se estrenó el 10 de mayo.
En él se propone el caso de que Cleopatra fuera una mujer negra, y varios de los comentaristas que aparecen argumentan que Cleopatra podría ser de ascendencia africana en lugar de griega, como informó Breitbart News.
El Daily Caller, por su parte, ha documentado voces discrepantes que cuestionan la proposición de que la reina Cleopatra tuviera ascendencia africana.
"Cleopatra VII era blanca, de ascendencia macedonia, como todos los gobernantes Ptolomeos que vivieron en Egipto", dijo Kathryn Bard, profesora de arqueología y estudios clásicos en la Universidad de Boston, según Newsweek.
"Sabemos quién era su padre", afirma Gerald Kadish, profesor emérito de Historia y Estudios de Oriente Próximo en la Universidad de Binghamton.
Comentario: Tras ver fracasar tantos proyectos de adoctrinamiento woke e intercambio de razas, es increíble que Netflix haya dado luz verde a esto. Tal vez pensaron que el poder de la estrella Jada Pinkett Smith sería suficiente para llevarlo a cabo, olvidando obviamente que ella se reveló como una narcisista furiosa después de que su marido abofeteara públicamente a un comediante por contar una broma inofensiva sobre ella. Por lo visto, Netflix, al igual que muchas, muchas otras, empresas todavía no ha descubierto la complicada fórmula "woke = arruinado". A los ejecutivos de la tele no se les deben dar muy bien las matemáticas.
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