
Estos agujeros están separados uno de otro por unos 490 años luz, una distancia relativamente pequeña, por lo que en un principio los investigadores creían que se trataba de un único agujero negro.
Sin embargo, cuando los científicos emplearon el Observatorio de Rayos X Chandra, descubrieron que se trataba de dos objetos distintos que conviven en el centro de la galaxia.
"Si esta galaxia no estuviese tan cerca, no hubieramos tenido la oportunidad de diferenciar los dos agujeros negros como lo hemos hecho", ha asegurado Pepi Fabbiano, investigadora del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian.
Los restos de una fusión galáctica
De acuerdo con las observaciones realizadas por el Chandra, los astrónomos creen que los dos agujeros negros son el remanente de una fusión entre dos galaxias de masa desigual que dio lugar a la actual NGC 3393.
Los científicos creen que cuando dos galaxias del mismo tamaño se fusionan, se crea una galaxia de forma irregular, con una intensa formación de estrellas y con una pareja de agujeros negros supermasivos cerca de su núcleo.
Pero la NGC 3393 es una galaxia en espiral, y su zona central está dominada por estrellas antiguas, lo que no suele ser normal tratándose de galaxias con una pareja de agujeros negros supermasivos en su núcleo.
"Las dos galaxias se ha fusionado sin ningún resto de la colisión, aparte de la pareja de agujeros negros. Si hubiera habido un desequilibrio entre las dos galaxias, no sería una sorpresa que la más grande hubiese resultado ilesa", explica Junfreng Wang, coautor del estudio.
Si hubiese existido esa fusión 'menor', uno de los agujeros supermasivos, el que pertenecía a la galaxia más pequeña tendría una masa inferior a la de su compañero, pero los científicos aún no han determinado las masas de ambos cuerpos.
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