Traducido por el equipo de SOTT.net

El mes pasado, el organismo intergubernamental favorito de todos, la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicó un "nuevo conjunto de herramientas que capacita a los profesionales de la salud para hacer frente al cambio climático".
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Se trata del último intento de alistar a una de las profesiones más fiables en la guerra contra el cambio climático. Pero esta "caja de herramientas" transparentemente ideológica y condescendiente no sólo carece de hechos, sino que exige a los "profesionales de la salud" que utilicen su autoridad para eludir la ciencia y mentir a sus pacientes y a los políticos. Al fin y al cabo, la guerra del clima es política.

El problema para los guerreros del clima de todo tipo desde que surgió la historia del miedo al clima en los años 80 y se convirtió en ortodoxia en los 90 y 2000 ha sido la rápida mejora de todas las métricas de bienestar humano en todo el mundo. Por un lado, toda la vida en la Tierra y el colapso de la civilización penden de un hilo: eso es lo que supuestamente implican los datos que muestran que la atmósfera se ha calentado. Pero, por otro lado, las personas que viven en economías de todos los niveles de desarrollo llevan hoy una vida más larga, más sana, más rica y más segura que cualquier generación anterior. La era de la "ebullición global", como dijo el Secretario General de la ONU, António Guterres, también resulta ser la era en la que se ha producido un desarrollo social sin precedentes.

Es una paradoja si se acepta la premisa verde de que el desarrollo económico se produce a expensas del clima. La ONU, que ha apostado su autoridad por ser capaz de abordar cuestiones "globales" como la degradación del medio ambiente, se ha comprometido a defender la narrativa de la "ebullición global". Pero, al mismo tiempo, al intentar activamente retrasar el desarrollo de los países de renta baja corre el riesgo de socavar su autoridad en el mundo en desarrollo.

La afirmación contenida en la introducción de la OMS a su nuevo conjunto de herramientas personifica los débiles esfuerzos por cuadrar este círculo, que intentan hacer creer que la interferencia en el desarrollo de los países de renta baja redunda en su beneficio:
Nuestro mundo está siendo testigo de una preocupante tendencia al calentamiento de las temperaturas, fenómenos meteorológicos extremos, problemas de seguridad hídrica y alimentaria y deterioro de la calidad del aire. La frecuencia e intensidad de estos fenómenos están superando la capacidad de los sistemas naturales y humanos para responder eficazmente, lo que tiene consecuencias de largo alcance para la salud.
Sorprendentemente, para ser una "caja de herramientas" dirigida a personas como los médicos, que tienen una capacidad demostrada para entender la literatura científica, la caja de herramientas ofrece pocas pruebas en apoyo de estas afirmaciones. Afirma que "los cambios en los patrones climáticos y los fenómenos meteorológicos extremos pueden reducir el rendimiento de los cultivos, lo que puede conducir a la inseguridad alimentaria y la malnutrición" y que "la ventana de reproducción de las enfermedades transmitidas por mosquitos se está ampliando debido a los cambios en los patrones climáticos". La referencia para ambas afirmaciones se da en una nota a pie de página, que proporciona un enlace al Informe de Síntesis 2023 AR6 del IPCC, que dice en relación con la primera afirmación
Ha aumentado la incidencia de enfermedades transmitidas por los alimentos y el agua relacionadas con el clima (nivel de confianza muy alto). La incidencia de enfermedades transmitidas por vectores ha aumentado debido a la expansión del área de distribución y/o al aumento de la reproducción de los vectores de enfermedades (confianza alta).
Pero si profundizamos un poco más en el análisis del IPCC sobre enfermedades transmitidas por vectores, encontraremos la siguiente figura que representa el riesgo de mortalidad por diversos factores relacionados con el clima en seis regiones del mundo.
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Como muestran claramente los datos, desde 1990 se ha producido una reducción radical de la mortalidad causada por el paludismo, la malnutrición, las enfermedades diarreicas, las catástrofes naturales y la exposición a temperaturas extremas. El único factor que se aparta de estas tendencias es el dengue, que en cualquier caso es mucho menos importante que los demás, ya que se cobra aproximadamente sólo 1,75 vidas por cada 100.000 al año, en comparación con la malaria, que se cobra más de 50.

¿Cómo se comparan estos datos con la afirmación de la OMS de que "la frecuencia y la intensidad de estos fenómenos están superando la capacidad de los sistemas naturales y humanos para responder eficazmente, lo que tiene consecuencias de gran alcance para la salud", y la "aparición de enfermedades transmitidas por los alimentos y el agua relacionadas con el clima" y la "incidencia de enfermedades transmitidas por vectores" han aumentado? No se pueden comparar. En África, las muertes por malnutrición se han reducido en tres cuartas partes entre 1990 y 2017. La mortalidad por enfermedades diarreicas se ha reducido en dos tercios en el mismo periodo. Las muertes por malaria se han reducido a la mitad. En consecuencia, cada día mueren en el mundo más de 10.000 niños menos que en 1990.

Esto es, o debería ser, aún más sorprendente para cualquiera que haga un seguimiento de los datos sobre desarrollo, debido al intento de la OMS desde hace tiempo de vincular estas enfermedades de la pobreza al cambio climático. En el Informe sobre la salud en el mundo de 2002, la OMS afirmaba que 154.000 muertes eran atribuibles al cambio climático, casi exclusivamente en los Países en Desarrollo con Alta Mortalidad, cifra obtenida estimando el impacto del cambio climático en cada una de estas enfermedades de la pobreza. Sin embargo, a pesar de los avances radicales que se han producido desde 2000, la OMS no ha mostrado ningún interés ni en revisar su comprensión del cambio climático ni en desarrollar una comprensión de lo que ha impulsado estas mejoras en la salud mundial, a pesar de su nombre. En lugar de ello, se ha reafirmado en su discurso sobre el clima y la salud.

Una "paradoja" similar puede demostrarse comparando las declaraciones de la OMS sobre seguridad alimentaria con los datos de otras agencias de la ONU. No hay pruebas de que el cambio climático afecte negativamente a la producción agrícola en las economías vulnerables.
DISEASES WHO

Sin embargo, el conjunto de herramientas de la OMS insta a los "profesionales sanitarios" a "comunicar" la urgente crisis climática a la gente corriente y a utilizar su autoridad para influir en la política:
Cosas que podría decir a un responsable político: El cambio climático ya está aquí, y ya estoy viendo los efectos en la salud de mis pacientes. La salud de algunas personas se ve más afectada, como los niños y los ancianos, las comunidades desfavorecidas, las comunidades remotas y las personas con discapacidades o enfermedades crónicas.
La gente vive más y con mejor salud. La mortalidad infantil ha descendido mucho. Muchas menos personas viven en la pobreza. Pero la OMS quiere que médicos y enfermeros afirmen lo contrario. Y lo que es peor, la caja de herramientas aconseja a esos médicos y enfermeras que no debatan:
No debata la ciencia ni se enrede en conversaciones que cuestionen la ciencia del clima. No se puede debatir. Si la conversación se desvía hacia ese terreno, vuelva a centrarla en su experiencia profesional y en los vínculos entre el cambio climático y la salud.
Pero no existen "vínculos entre el cambio climático y la salud". Y si parece que los hay, estas tendencias sanitarias locales o regionales van en contra de las tendencias globales. Por tanto, debe haber una explicación mejor que el "cambio climático". Bien puede ser que el clima extremo afecte a un lugar, o incluso que un clima inusual cause a la población de ese lugar una serie de problemas, como ha ocurrido siempre. Pero, según el propio análisis del IPCC, el "tiempo extremo" es raro y todavía no se puede atribuir al cambio climático. Y, por tanto, si los pequeños cambios en el tiempo coinciden con cambios económicos o métricas sanitarias negativas, es menos probable que la causa sea de naturaleza meteorológica que política. Por ejemplo, la incompetencia, especialmente la de las burocracias de los regímenes no democráticos, es muy a menudo la causa del hambre, la sed y la falta de servicios básicos. Y en su prisa por encontrar correlaciones políticamente convenientes entre el clima y las métricas de bienestar, los investigadores no tienen en cuenta causas alternativas, a pesar de saber que los seres humanos son mucho más sensibles a las fuerzas económicas que a los caprichos de la naturaleza.

¿No me cree? Pues las pruebas son extremadamente contundentes. Mientras que la OMS quiere persuadir a los médicos de que ignoren la ciencia para afirmar que existen "vínculos entre el cambio climático y la salud", el factor de predicción de la salud más fuerte con diferencia es, de hecho, la riqueza. En consecuencia, el informe de la OMS de 2002 no encontró prácticamente ninguna muerte relacionada con el clima en los "países en desarrollo de baja mortalidad" ni en los "países en desarrollo". No hay muertes "debidas al cambio climático" allí donde la malaria, la desnutrición y la diarrea se eliminan gracias al aumento de los niveles de renta.


Comentario: Menudo chiste.


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Vista desde esta perspectiva, la movilización de los profesionales sanitarios por parte de la OMS se parece mucho a una campaña política contra la riqueza. Sólo una aversión ideológica, y anticientífica, a la riqueza podría poner tanto énfasis en el vínculo entre la salud y el clima, porque mientras que los médicos pueden y deben decir que los ingresos y la salud están vinculados, la OMS les presiona para que no lo hagan: lo mejor que se puede dar a los más pobres es un "clima estable", aparentemente, no mayores ingresos. La caja de herramientas incluso se anticipa a esta crítica, aconsejando cómo responder al argumento de que "la acción climática se percibe como perjudicial para la economía". Según la OMS, se trata de "una percepción falsa y poco útil que tienen algunas personas... y que repitieron algunas empresas y gobiernos para retrasar la aplicación de soluciones climáticas". Una teoría conspirativa, nada menos, que sólo se apoya en la muy dudosa afirmación de que "por cada dólar gastado en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, se ahorran aproximadamente 2 en costes sanitarios".


Comentario: ¡Muéstrenos los datos!


A cualquier médico que se tomara al pie de la letra una afirmación tan extraordinaria y sin pruebas sobre un nuevo medicamento y empezara a recetarlo a sus pacientes se le retiraría la licencia. Gran Bretaña, por ejemplo, gasta alrededor de 10.000 millones de libras al año sólo en subvencionar su transición a la electricidad verde, pero no hay pruebas de que el presupuesto del NHS se beneficie en 20.000 millones de libras. Un análisis de la Energiewende alemana estima el coste anual en 45.000 millones de euros, y sin embargo el gasto en sanidad per cápita pasó de 3.500 euros en 2009 a 5.700 euros en 2021, lo que supone un aumento del 62%. Además, la desindustrialización ecológica de Alemania ha tenido un alto precio, señalando al mundo que ni siquiera una nación industrializada y rica de primer nivel puede sobrevivir a tal ecologismo, con consecuencias de largo alcance para políticas similares en el resto de Europa. El país ha dejado de ser el adalid de la política verde en Europa y ahora la mitad de los alemanes cree que la bajada de precios debe anteponerse a las políticas de reducción de emisiones. Los tractores alemanes, y también los franceses y holandeses, no salen a las calles de la capital para protestar contra los milagros verdes para la economía y la salud. La afirmación de la OMS es sencillamente descabellada.

La razón por la que el conjunto de herramientas de la OMS está tan desprovisto de pruebas y lógica es que no es más que propaganda política. Los autores del documento no son médicos ni climatólogos, sino psicólogos del Centro de Comunicación sobre el Cambio Climático de la Universidad George Mason, dirigido por el Dr. Ed Maibach. Como ya he señalado anteriormente en el Daily Sceptic, la inoportuna intromisión de los psiquiatras climáticos en la política climática no contribuye en nada a mejorar el debate y sólo sirve para antagonizar conflictos cada vez más intensos. Y su participación en la elaboración del conjunto de herramientas de la OMS no es una excepción. Esta remota y conflictiva agencia intergubernamental reclama la autoridad de los "expertos", pero su guía instruye a los médicos para que eviten la ciencia, la evidencia y el debate (literalmente les aconseja no participar en debates) y en su lugar promulgar la ideología verde: la mítica afirmación de que existen "vínculos" entre el clima y la salud, que la "transición" verde mejorará la salud y que cumplir con los objetivos de emisiones es muy barato.

La caja de herramientas puede dar a los "profesionales de la salud" la justificación para mentir al público y a los políticos, pero eso no es "empoderamiento", sino mentiras. Y la contratación de psicólogos para movilizar a médicos y enfermeros como instrumentos de una agenda política es una prueba más de la urgente necesidad de desmantelar la OMS, por el bien de la salud y la riqueza de miles de millones de personas.