Traducido por el equipo de SOTT.net

Una de las mejores exposiciones de los intentos encubiertos, muy bien ocultos y belicosos de robar a toda la humanidad --excepto al minúsculo número de individuos psicóticos que componen la oposición hostil-- sus posesiones materiales y su libertad "inmaterial", se publicó hace poco.
the great taking
Se titula con precisión The Great Taking (La gran toma, 2023), y fue escrita por David Webb, uno de los autores más valientes y conocedores de las finanzas que he conocido. Introduce el libro en la página 1 en términos inflexibles:
¿De qué trata este libro? Trata de la toma de garantías, todas ellas, el final de este superciclo de acumulación de deuda sincronizado a nivel mundial. Esto está siendo ejecutado por un diseño inteligente largamente planeado, cuya audacia y alcance son difíciles de abarcar para la mente. Se incluyen todos los activos financieros, todo el dinero depositado en los bancos, todas las acciones y bonos, y por lo tanto, toda la propiedad subyacente de todas las empresas públicas, incluyendo todos los inventarios, plantas y equipos, tierras, yacimientos minerales, invenciones y propiedad intelectual. Los bienes muebles e inmuebles de propiedad privada financiados con cualquier cantidad de deuda serán igualmente confiscados, al igual que los activos de las empresas de propiedad privada que hayan sido financiados con deuda. Si tiene éxito, aunque sea parcialmente, será la mayor conquista y subyugación de la historia mundial.

Vivimos ahora en una guerra híbrida conducida casi enteramente por el engaño y, por tanto, diseñada para alcanzar objetivos bélicos con escaso aporte de energía. Es una guerra de conquista dirigida no contra otros Estados nación, sino contra toda la humanidad.
En el prólogo del libro, Webb pinta un cuadro autobiográfico y rico en texturas de su procedencia como gurú de las finanzas, obviamente con una inteligencia excepcional y, al parecer, con coraje. Sus conocimientos de finanzas y economía son el resultado de largos años de trabajo en el campo, pero recuerda el asesinato del Presidente John F. Kennedy, antes del inicio de su carrera profesional, cuando era un niño, y lo que él llama (presenciando) el subsiguiente "colapso industrial" de EEUU en Cleveland, donde vivía la familia, que culminó en "la completa destrucción de todo lo que habíamos conocido" (pág. vii). Antes de entrar en los detalles de su vida, comienza el Prólogo con una insinuación indirecta de sus motivos para escribir el libro (pág. vi):
Actualmente, como bien sabemos, las familias están divididas. La gente está experimentando una especie de aislamiento, tal vez no físicamente, pero sí en espíritu y mente. Esto ha sucedido gracias a la oscura magia de las noticias y los relatos falsos. Esto por sí solo ha sido un gran crimen contra la humanidad. Los propósitos tácticos son muchos: confundir y dividir; provocar la desconexión; desmoralizar; infundir temores e introducir falsos puntos focales para estos temores; manipular la narrativa histórica; crear un falso sentido de la realidad actual; y, en última instancia, hacer que la gente acepte lo que se ha planeado.
Es imposible exagerar la urgencia del mensaje de Webb: todo el que lea este artículo debería descargarse el libro (gratis) en el enlace anterior, o al menos ver el documental basado en él en CHD.TV, Rumble y (no sé por cuánto tiempo) YouTube. Es una lectura compulsiva, una especie de novela policíaca no ficticia en la que el lector es a la vez la víctima del crimen y el que mira por encima del hombro del detective las pruebas que va encontrando.

Y las pruebas son convincentes. En el "tribunal de la justicia humana" --que debería crearse, si es que no existe--, las pruebas documentales primarias aportadas por Webb bastarían para encarcelar a todos estos culpables, si no para condenarlos a la pena capital (recordemos que, etimológicamente, "capital", o "de la cabeza" en latín, se refiere a la cabeza, que solía estar implicada en la horca y la decapitación; también tiene eco en "llevar una gorra") [gorra se traduce "cap" al inglés]. Que Webb sabe muy bien cómo se ha expuesto a sí mismo (y a su familia) con este libro --y antes, en discursos en los que compartió sus descubrimientos con audiencias de Suecia y EEUU-- queda claro en donde escribe, con el telón de fondo de las dos ocasiones en las que presentó sus revelaciones, junto con pruebas (pág. xxx):
Menos de un mes después de intervenir en esa conferencia en EEUU, se puso en contacto conmigo un hombre que me pidió reunirse en Estocolmo. Había sido Presidente de un partido político estadounidense y tenía una larga carrera relacionada con el establecimiento de defensa. Se alojó en un hotel situado a poca distancia a pie de mi apartamento. Almorzamos juntos. Me propuso una pinta de cerveza. Me pidió que le explicara el tema del que había hablado en la conferencia. Repasé las pruebas y las implicaciones. Lo extraño es que luego no me hizo ninguna pregunta sobre el tema. En cambio, me miró a los ojos y me dijo: "¿Sabe su familia que está haciendo esto?" No dijo nada más; ese fue el final de la reunión. Pagué la cuenta y me fui. Quizá había sido una "visita de cortesía". Todos tenemos que morir alguna vez, y ser asesinado debe de ser una de las formas más honorables de hacerlo. Uno debe haber estado haciendo algo bien. Haber marcado la diferencia. No hay manera más elegante de morir, de verdad. ¡Siempre quise ser como John Lennon!
Es fácil dejarse embaucar por la elegancia con que Webb se encoge de hombros ante lo que podría haber sido una amenaza de muerte apenas velada de su invitado a cenar, pero el hecho es que cualquiera que tenga el coraje de oponerse a los psicópatas que tratan de secuestrar el mundo corre un tremendo riesgo, cuanto más alto sea el perfil de dicha oposición. Así lo demuestra la reciente muerte "por suicidio" (¡sí, claro!) de Janet Ossebaard, que realizó la serie The Fall of the Cabal (La Caída de la Cábala) y participó en el desenmascaramiento de una red de pedófilos. Yo diría que las posibilidades de que se suicidara, como se informó, son bastante escasas; evidentemente, era una espina clavada en el costado de la cábala asesina.

Volviendo al libro de Webb, relata de forma reveladora cómo, después del 11-S, cuando vio por todas partes todos los signos de un deterioro de la economía estadounidense, concomitantemente había indicios innegables de que la administración Bush estaba difundiendo desinformación al respecto, encubriendo este deterioro mediante la difusión de informes espurios sobre la fortaleza económica estadounidense.

En realidad, sin embargo, ocurría todo lo contrario, y un síntoma de ello era el rápido cierre de la capacidad manufacturera estadounidense y su externalización a China (que obviamente estaba en el ajo). Se estaba produciendo nada menos que la pérdida (planificada) de la base industrial estadounidense, mientras, acompañando a esto, Alan Greenspan alababa el putativo "milagro de la productividad" resultante de la inversión y el desarrollo tecnológicos. Fue una actuación magistral para engañar a los norteamericanos.

Al mismo tiempo, la impresión de prosperidad se consolidó proyectando la ilusión de que no había riesgo en pedir dinero prestado; la capacidad de devolver los préstamos estaba ostensiblemente garantizada. La persistente y perspicaz investigación de Webb ha descubierto el rastro que revela los pasos que se dieron hace años para preparar el colapso económico mundial al que nos enfrentamos ahora. Esto incluyó el colapso financiero de 2008, del que escribe con ironía (p. xxviii):
Tras la crisis financiera mundial, se supo que decenas de billones de pérdidas en posiciones de derivados se encontraban en los bancos más grandes, que fueron rescatados con dinero de nueva creación. Los prime brokers habrían quebrado, pero para evitarlo se les convirtió en bancos y también recibieron inyecciones directas de dinero creado por la Fed. Nadie fue procesado. Al contrario, los responsables fueron recompensados con enormes primas. Fue casi como si todo hubiera salido según lo planeado.
Si entiendo bien a Webb, esta es la estrategia que se ha repetido varias veces, al menos desde la segunda mitad del siglo XIX, dando como resultado que los ricos se hagan (mucho) más ricos y los pobres (mucho) más pobres. En resumen, centrándonos en la "Velocidad del Dinero" (VOM) - "Velocidad multiplicada por Oferta Monetaria = PIB. A menor velocidad, menor PIB" (pág. 3). Webb muestra que, dado el colapso cíclico de economías e imperios en el siglo XX, tras la Gran Guerra, y el beneficio demostrable, a pesar de todas estas penurias, de ciertos intereses bancarios en cuanto al control (y creación) de dinero, así como de instituciones clave, los "herederos" contemporáneos de todo este control sabían que se repetiría un colapso similar. Se han estado preparando para ello. Y están decididos a mantener el control. De ahí el supuesto "Gran Reinicio".

Durante el período de la burbuja y la quiebra de las puntocom, Webb estudió la relación entre los mercados financieros y el banco de la Reserva Federal, y se dio cuenta de que este último estaba influyendo deliberadamente en los primeros mediante la manipulación de la oferta monetaria, es decir, imprimiendo rutinariamente más dinero que, correlativamente, el crecimiento del PIB. Si el crecimiento de la oferta monetaria es superior al del PIB, se crea una burbuja financiera, ajena a cualquier crecimiento económico real. A finales de 1999, la masa monetaria había aumentado más del 40% del PIB anual, lo que indicaba que la VOM estaba implosionando.

¿Te suena familiar? Desde el comienzo de la plandemia se han impreso billones de dólares estadounidenses, acelerando el aumento de la brecha entre la oferta monetaria y la productividad económica real, y acelerando así el colapso financiero. Esto es lo que quiere la cábala. Después de todo, como Webb señala escuetamente (pág. 4), "las crisis no ocurren por accidente; se inducen intencionadamente y se utilizan para consolidar el poder y poner en marcha medidas, que se utilizarán más tarde". De forma bastante apocalíptica, prosigue (págs. 5-6):
La VOM se ha contraído ahora a un nivel más bajo que en cualquier momento durante la Gran Depresión y las guerras mundiales. Una vez agotada la capacidad de producir crecimiento imprimiendo dinero, crear más dinero no servirá de nada. Es tirar de la cuerda. El fenómeno es irreversible. Y así, tal vez el anuncio del "Gran Reinicio" haya sido motivado no por el "Calentamiento Global" o por profundas percepciones sobre una "Cuarta Revolución Industrial", sino más bien por el conocimiento cierto del colapso de este fenómeno monetario fundamental, cuyas implicaciones se extienden mucho más allá de la economía.
No es un libro con muchas páginas, pero sí un libro "grande" en cuanto a la importancia de su tema (y su fundamentación). Dado el número de informes y otras fuentes que Webb cita, es imposible hacer justicia aquí a todos sus detalles y su pertinencia para el argumento de Webb, que las llamadas élites han pasado años para prepararse para un colapso "superciclo" que hará necesaria la transición a un Nuevo Orden Mundial, con ellos todavía en el control. Por lo tanto, sólo puedo extraer las partes más destacadas de su argumento. La primera queda claramente reflejada cuando escribe (pág. 7):
Ahora no existen derechos de propiedad sobre los valores mantenidos en forma de anotaciones en cuenta en ninguna jurisdicción, en todo el mundo. En el gran plan para confiscar todas las garantías, la desmaterialización de los valores fue el primer paso esencial. La planificación y los esfuerzos comenzaron hace más de medio siglo.
No sólo la CIA estuvo íntimamente implicada en esta "desmaterialización" --que esencialmente significaba pasar del archivo de certificados de valores en papel, a un sistema informatizado-- sino que el jefe de proyecto de la CIA fue trasladado a un alto cargo en el sector bancario sin ninguna experiencia bancaria. Webb plantea la posibilidad, interrogativamente, de que la consiguiente "crisis del papeleo" fuera "fabricada" para justificar el proceso de desmaterialización, que allanó el camino al actual sistema de archivo electrónico en todo el mundo.

No es de extrañar que el epígrafe de este capítulo sea una cita de Sun Tzu (igualmente aplicable a nuestros días): "Toda guerra se basa en el engaño". Esto también abarca el tema del siguiente capítulo: "El derecho de garantía", del que Webb escribe (pág. 9): "La mayor subyugación de la historia del mundo habrá sido posible gracias a la invención de un constructo; un subterfugio; una mentira: el 'derecho de garantía'".

Y, en efecto, tras informar de que, desde su creación hace más de 400 años, estos "instrumentos financieros negociables" estaban reconocidos, por ley, como propiedad personal, golpea al lector con la noticia de que esto ya no es así. En la práctica, explica Webb, esto implica que incluso si, deseando evitar las complicaciones de la posible quiebra de un concesionario después de comprar un coche a plazos, uno lo ha comprado al contado, esto ya no funcionará. Los derechos de garantía se han modificado legalmente para permitir a los acreedores del concesionario en quiebra embargar el coche como un activo que sigue perteneciendo al concesionario.

Webb resume este golpe legal de la siguiente manera (pág. 10): "Esencialmente todos los valores 'propiedad' del público en cuentas de custodia, planes de pensiones y fondos de inversión están ahora gravados como garantía que sustenta el complejo de derivados...". La "clase protegida" nos ha robado legalmente todos nuestros activos incluso antes de que se produzca la implosión financiera mundial prevista (y diseñada) (si es que se produce). Además, mediante legislación adicional, esto se ha "armonizado" para garantizar a los "acreedores garantizados" la protección de sus activos mediante la "movilidad transfronteriza del control legal de dichas garantías" (pág. 16). Además, se establecieron oportunamente disposiciones de "puerto seguro" para proteger a la clase dirigente (pág. 32):
En 2005, menos de dos años antes del inicio de la crisis financiera mundial, se modificaron significativamente las disposiciones de "puerto seguro" del Código de Quiebras de EEUU. El término "puerto seguro" suena bien, pero se trataba de dejar absolutamente claro que los acreedores garantizados pueden quedarse con los activos de los clientes, y que esto no puede ser impugnado posteriormente. Se trataba de un "puerto seguro" para los acreedores garantizados frente a las demandas de los clientes sobre sus propios activos.
La cosa empeora. Resulta que, si algo llamado Organismo de Compensación Central --encargado de proporcionar "compensación y liquidación para las operaciones" en una variedad de transacciones financieras-- no está suficientemente capitalizado para prepararse para la eventualidad de fallar, y tal fallo se produce, "son los acreedores garantizados los que se quedarán con los activos de los titulares de derechos". Aquí es adonde se va. Está diseñado para que ocurra de repente y a gran escala". Webb pasa a desengañar a los lectores de la creencia de que el llamado "feriado bancario" puso fin a la Gran Depresión (capítulo VIII), y de creer la promesa de Ben Bernanke, en 2002, de que la Reserva Federal "no lo volverá a hacer" (es decir, cometer sus errores respecto a lo que llevó a la Gran Depresión). Por el contrario, advierte (pág. 46):
¿Está la Reserva Federal de hecho "muy arrepentida"? ¿Se puede creer la promesa de que "no lo volveremos a hacer"? Han estudiado con detalle las lecciones del pasado; sin embargo, su propósito ha sido preparar una nueva y mejorada versión global para el espectacular final de este superciclo de expansión de la deuda. De eso trata este libro.
La elaboración de Webb sobre La Gran Deflación (Capítulo IX) es un saludable recordatorio de que este tipo de cosas ya ocurrió antes, en los años 30, aunque no a la escala que se está planeando esta vez. En la Conclusión (pág. 64), el autor hace hincapié en la cruda realidad de lo que está sucediendo; me gustaría citar todo este capítulo, pero obviamente es redundante, porque el libro puede (y debe) descargarse gratuitamente a través del enlace que figura al principio de este artículo. He aquí algunas citas:
Como ser humano, ¿no debería esto preocuparos? ¿Qué parte de la matanza organizada de un gran número de personas inocentes os parece aceptable? ¿Creéis que sois especiales de alguna manera, que estábais siendo protegidos, o que seréis protegidos ahora?

Ha habido abundantes pruebas de la gran maldad en el mundo, a través del tiempo y en nuestro tiempo presente. ¿Realmente deseáis ignorar su existencia y funcionamiento? (pág. 64).

No saber es malo. No querer saber es peor.

La ignorancia voluntaria de la existencia y el funcionamiento del mal es un lujo que ni siquiera los ricos pueden permitirse.

Estamos en las garras del mayor mal al que la humanidad se ha enfrentado jamás (o se ha negado a reconocer, según el caso). La guerra híbrida es ilimitada. No tiene límites. Es global y está dentro de tu cabeza. No tiene fin (pág. 65).

Hemos sido testigos de diseños e intentos reales de ejercer el control físico sobre el cuerpo de cada persona, a nivel mundial, y esto continúa... ¿Por qué está sucediendo esto?

Voy a hacer una afirmación sorprendente. No es porque el poder de control esté aumentando. Es porque este poder está colapsando. El "sistema de control" ha entrado en colapso.

Su poder se ha basado en el engaño. Sus dos grandes poderes de engaño, el dinero y los medios de comunicación, han sido medios de control extremadamente eficaces desde el punto de vista energético. Pero estos poderes están ahora en colapso rampante. Por eso han pasado urgentemente a instituir medidas de control físico. Sin embargo, el control físico es difícil, peligroso y consume mucha energía. Por eso, lo arriesgan todo. Se arriesgan a ser vistos. ¿No es una señal de desesperación? (págs. 67-68).

Nunca antes un sistema había beneficiado a tan pocos a costa de tantos. ¿No es intrínsecamente inestable e insostenible? El control físico, a diferencia del gobierno por engaño, requiere una enorme energía. ¿Puede mantenerse mientras se destruyen todas las economías y se abusa de todas las personas a escala mundial? No saben cómo "reconstruir mejor". Mirad su huella en todo el mundo: la destrucción, la devastación económica (pág. 68).

Permitidme terminar con las propias palabras de John F. Kennedy:

Nuestros problemas están hechos por el hombre; por lo tanto, pueden ser resueltos por el hombre (pág. 70).
A su vez, concluiré con el último párrafo del Prólogo de Webb; tomémoslo a pecho, difundamos el enlace a su libro por todas partes, y, por citar el título del reciente libro de Naomi Wolf, "enfrentémonos a la bestia" con valentía y determinación:
Tengo la esperanza de que al hacer explícita esta desagradable situación, y al hacerlo en este momento en que los acontecimientos son cada vez más evidentes, se extienda la conciencia y se evite lo peor. Tal vez no se permita que se produzca esta gran toma si cada uno de nosotros, incluso los banqueros de inversión, cumplimos con nuestra parte y decimos enérgicamente: no lo permitiremos. Es una invención. No es real.
Amén.
Bert Olivier trabaja en el Departamento de Filosofía de la Universidad del Estado Libre. Bert investiga sobre psicoanálisis, postestructuralismo, filosofía ecológica y filosofía de la tecnología, literatura, cine, arquitectura y estética. Su proyecto actual es "Comprender al sujeto en relación con la hegemonía del neoliberalismo".